POLITICA
Lecciones para reflexionar
(II)
SANTA CLARA, febrero (www.cubanet.org)
- En el continente negro el Apartheid cubrió
de dolor a los negros sudafricanos donde se cometieron
crímenes de lesa humanidad y sembró
la cultura del terror. A principios de los 90
con la llegada al poder del Congreso Nacional
Africano con Nelson Mandela al frente, se creó
la Comisión de la Verdad y Reconciliación
con 17 miembros, al frente de la cual estaba el
arzobispo Desmond Tute. Se realizron juicios a
prominentes figuras del Apartheid, pero muchos
recibieron amnistía y otros no se condenaron
correctamente, pero su valor principal es el de
demostrar que se estaba refundando el país
partiendo de un Estado de Derecho.
En el contexto europeo, se produjeron transiciones
importantes en la Madre Patria y los ex países
socialistas. En estos últimos contó
con la anuencia de los comunistas, los que en
la actualidad forman parte del espectro político
desde principios de la década de los 90.
En la mayoría de los países se ignoraron
los temas de la memoria, verdad y justicia, que
fueron desplazados por la necesidad de la reestructuración
económica. En Albania y Checoslovaquia
se realizaron depuraciones, pero aún no
se han olvidado las violaciones de los derechos
humanos, por lo que se produce en la actualidad
un proceso continuo de recuperación de
la memoria, la construcción de monumentos
y la reestructuración del honor de los
que sufrieron. En los dos países mencionados
se depuraron funcionarios cuando opositores asumieron
el poder con procesos legales justos y la respuesta
adecuada a los intereses emergentes. Vaclav Havel
fue el artífice de la Revolución
de Terciopelo en Checoslovaquia, después
de ser considerado el disidente más destacado
en su país bajo el corte estalinista y
portavoz del grupo de la Carta 77, documento plataformático
de la disidencia, amparado en la Carta de Helsinki.
En Bulgaria, al igual que en Rumania, las transiciones
estuvieron presididas por la élite comunista
quienes tomaron medidas simbólicas. En
Rumania se anunció que los archivos estarían
cerrados por 40 años después del
ajusticiamiento de Ceaucescu y el aparato de seguridad
se conformó con el 60 % de los que antes
estaban. Los ortodoxos búlgaros cargaron
con la culpabilidad de la represión para
que los reformistas ganaran las elecciones en
los 90.
En Polonia y Hungría la transición
fue pactada por los comunistas, por lo que la
atención al pasado fue simbólica.
Elementos miembros del sindicato Solidaridad en
Polonia que no participaron en el primer gobierno
postcomunista demandaron justicia, pero en 1996
sólo se mencionaron algunos funcionarios
colaboradores, que fueron relevados de sus funciones.
Se celebraron juicios contra Jaruzelski y un grupo
de oficiales acusados de maltratos. En Hungría
ha habido poco voluntad política para tomar
medidas contra los infractores, y la política
húngara sigue polarizada en relación
con el tema.
En la RDA no hubo posibilidades de regateo al
ser absorbida por Alemania. El gobierno realizó
esfuerzos y procesó a más de mil
personas, entre ellas Eric Honecker y algunos
guardias fronterizos, se abrieron los archivos
de la Stasi bajo procedimientos estrictos, pero
el tema se tornó delicado porque la información
contenida no era confiable y a veces falsa.
En la Madre Patria después de la muerte
del dictador Francisco Franco en 1975, la nueva
oposición democrática y los reformistas
articularon un paso relativamente pacífico
a la democracia, a pesar de la violencia de la
ETA, que tuvo como figura protagonista al rey
Juan Carlos I, nombrado por Franco como su sucesor,
al defender a la democracia ante el intento de
golpe militar seis años después.
El otro artífice fue Adolfo Suárez,
ex miembro del Movimiento Nacional durante el
régimen autoritario
La integración a Europa ayudó a
la estabilidad de la democracia española.
Dentro de los axiomas de trabajo de la élite
parlamentaria no se pidió rendición
de cuentas por el pasado a pesar de la memoria
traumática de la Guerra Civil. El proceso
pacífico comprendió negociaciones
entre las instituciones civiles y las militares,
se liberaron los presos políticos, se legalizó
el Partido Comunista, se celebraron elecciones
auténticas y se instauró la nueva
Constitución aprobada mediante referéndum,
medidas que posibilitaron la búsqueda de
la justicia y la discusión política
acerca de las violaciones cometidas. En el 2002
el parlamento español aprobó una
declaración de condena a la dictadura de
Franco, así como el reconocimiento moral
a las víctimas de la Guerra Civil y a los
exiliados. También se comprometió
a exhumar los cadáveres de la época
franquista.
Para Cuba castrista el derrumbe del Muro de Berlín
y el desmoronamiento de la URSS, fue un duro golpe
porque perdió a sus principales aliados
y se vio obligada a dar un viraje de 180 grados
en relación con el mundo. Se tomaron medidas
importantes en el campo de la economía;
se permitió la inversión extranjera,
se autorizaron ciertos trabajos por cuenta propia,
y se despenalizó del dólar, medidas
que provocaron la merma del papel rector del Estado.
La reactivación de la economía fue
modesta ya que comenzaron de nuevo las restricciones.
En lo político no hubo cambios.
Ahora, después de la Primavera Cubana,
las angustias del modelo totalitario son aún
mayores. Las puertas de la Unión Europea
se cerraron y las sanciones aparecen por doquier,
pero la anhelada transición hacia la democracia
no se percibe a simple vista debido a la rigidez
de la nomenclatura. Pero si ocurriera mañana,
¿qué experiencias podríamos
utilizar? ¿Europea, americana o sería
inédita nuestra transición? Yo le
doy la mano a la señora Aguirre, inclinándome
ante la prudencia sin olvidar la memoria y la
justicia. cnet/46
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