PRENSA INDEPENDIENTE
Febrero 17, 2004

CORRUPCION
Los inspectores y la corrupción

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - La corrupción en Cuba ha alcanzado niveles inimaginables en los últimos años. Es imposible cuantificar esta realidad, entre otras razones porque abarca la mentalidad de casi toda la población y se manifiesta de diversas formas.

La honestidad es una palabra que se hace cada vez más extraña en el contexto actual, donde la incapacidad del Estado para ofrecer un salario decoroso al trabajador cubano es cada vez más patente. El incremento de las necesidades básicas de la familia y la situación económica que confronta la mayoría de los ciudadanos, convierten en angustioso el poder satisfacer las necesidades más simples de la vida cotidiana. Esta problemática es una de las causas del incremento del nivel de corrupción que se aprecia en diferentes sectores de la sociedad cubana.

La estatalización de toda la economía es un factor que contribuye a este flagelo. En el sector del comercio y los servicios, uno de los más afectados por la descomposición de la probidad, de una u otra forma es la población la que más sufre y se perjudica por esta situación. Los grandes beneficiados son los que buscan "resolver" la situación personal a partir de los recursos a ellos confiados, que después comercializan en el mercado negro a precios más bajos que los establecidos por el Estado. Con ello obtienen ganancias netas que ningún salario en la Isla puede equiparar. Pero ésta no es la única forma de enriquecimiento ilícito de trabajadores y administrativos de la esfera estatal. Para evitar o aminorar los efectos del creciente lucro derivado de la malversación de los recursos del Estado, se han constituido cuerpos de inspectores que ayudan a controlar las diferentes dependencias y comercios. Los encargados de esos controles e inspecciones tampoco escapan a la tentación de obtener beneficios monetarios al margen del salario básico que les corresponde, que en su caso no es suficiente para solucionar las múltiples necesidades personales. Esto coadyuva aún más con relajamiento de la fiscalización de los servicios a la población.

El caso que relato a continuación no constituye en modo alguno un hecho aislado en el acontecer cotidiano del país, y es manifestación de una práctica que se ha hecho sistemática en la actuación de muchos de estos inspectores.

En una pequeña tienda que comercializa sus productos en dólares la venta fue paralizada sin previo aviso por espacio de más de tres horas, como resultado de una minuciosa inspección provincial de precios y finanzas. Luego de no detectar ninguna violación en el valor ni en la factura de los productos, los controladores amenazaban a la dependiente con aplicarle una multa de doscientos pesos en moneda nacional porque según su apreciación en un estante se había despegado uno de los pequeños membretes que indicaba el costo de uno de los productos, encontrándose en el suelo. Evidentemente se trataba de un accidente y no de un acto intencional por parte de la dependiente. De aplicarse la sanción, la trabajadora sufriría además del recargo monetario, la consecuente separación de su puesto laboral, lo que se traduce con la pérdida del mismo. Según la opinión de varios compradores habituales del lugar, el trato de esta muchacha resulta siempre bueno y atento, por lo que suele recibir propinas.

La presión sicológica de estos inspectores, nombrados Vladimir Pérez y Albely Roa, ejercida sobre la trabajadora al atemorizarle con la suspensión de su puesto de trabajo, provocó que la muchacha buscara como solución darles algunos productos de los que se ofertaban en la unidad, con el propósito de que no le aplicaran el castigo. Sólo así estos abusadores con patente legal abandonaron a la indefensa empleada, retirándose satisfechos de la tienda.

Después de pasar el mal momento recibió el apoyo solidario de los atónitos clientes que presenciaron el hecho, uno de los cuales le facilitó en préstamo el dinero correspondiente a los productos que ella regaló y que ahora faltaban realmente, para registrarlo en la caja contadora.

A todas luces, quienes actúan de esa manera con aparente impunidad están demostrando que su proceder forma parte de una práctica diaria en el trabajo que ellos realizan, el cual debe estar encaminado a suprimir lo que ellos precisamente propician: la corrupción. cnet/21

  



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