CULTURA
Cultura en la comunidad
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org)
- El propósito de consolidar un trabajo
comunitario que tenga como esencia la cultura
a partir de la conjugación de valores estéticos
e ideológicos, transcurridos diez años
aún muestra numerosas grietas materiales
y subjetivas que impiden su avance y estabilidad.
Las más de 129 denominadas acciones comunitarias,
que tienen como escenario la capital cubana, presentan
un panorama desolador pese a las campañas
promocionales, la participación de artistas
y escritores de reconocido nivel y el talento
mostrado por decenas de pobladores, que ven en
el arte una vía de escape o al menos un
paliativo para sus frustraciones personales.
Diseminados por los sitios más conflictivos
de la ciudad, los diversos proyectos poseen un
denominador común que al decir de sus gestores
parte de "la falta de claridad sobre el trabajo
comunitario en algunas estructuras; ciertas prácticas
locales que carecen de estimulación y reconocimiento,
cuando hay cambios en las estructuras administrativas
y de gobierno".
A esta realidad, analizada en un reciente encuentro
de la Dirección de Trabajo Comunitario
de la Unión de Escritores y Artistas de
Cuba (UNEAC), hay que agregar la falta de seguimiento
en una función que sólo deja amarguras
y esperanzas, además de las exigencias
políticas que coartan, en numerosas ocasiones,
la libre participación de los aspirantes.
Los proyectos comunitarios Musa del Carmín
Encendido, en el municipio La Lisa, o Moros y
Cristianos, en Centro Habana, demuestran el estancamiento
y hasta el retroceso en una labor lastrada por
la desatención, la falta de recursos y
el afán de lograr transformaciones sociales
comprometidas con supuestos valores ideológicos.
Emelicio Vázquez Tamayo, un galardoneado
escritor que asesora por la UNEAC el proyecto
liseño en las manifestaciones de literatura,
artes plásticas y teatro, entre otras,
ha visto a lo largo de estos diez años
el cierre de bibliotecas, sufrido la carencia
de implementos y escenarios y oído constantes
negativas para imprimir el boletín Pluma
Brava, por falta de papel, además de múltiples
limitaciones que han hecho estéril su trabajo
de una década.
Por otra parte, el proyecto Moros y Cristianos,
enclavado en el populoso Cayo Hueso, debido a
la falta de recursos se ha visto convertido, de
un espacio artístico estimulante para niños
y adolescentes, en un ejercicio de frustración
por la imposibilidad de salir adelante en las
diversas propuestas socioculturales que se anuncian
en los carteles de la sede.
Algunos promotores destacados en la comunidad,
así como los especialistas en cada manifestación
artística, consideran perdida esta década
de políticas erráticas y replanteos,
de promesas y desilusiones, y de excesivas fluctuaciones
en un personal que no se resigna a perder su tiempo
en planes que a la larga rinden muy pocos dividendos
culturales y profesionales.
Todas estas razones, sumadas a la falta de cohesión
de los ejecutores y al deficiente encauzamiento
de los propósitos, según los participantes
en el reciente encuentro con la UNEAC, constituyen
obstáculos insuperables de no predominar
el componente artístico por encima del
compromiso ideológico, manifestado en claves
para evitar señalamientos o represalias.
El objetivo de socializar y multiplicar las artes
más allá del talento primario, las
condiciones básicas para su desarrollo
y unos mecanismos de promoción ajustados
a intereses políticos, constituyen la negativa
esencia de un proyecto que se estanca o ahoga
en las turbulentas aguas de la masificación
cultural.
La pretensión de lograr transformaciones
sociales a partir de la imposición de modelos
estéticos y temáticos está
condenada a otra década de fracasos bajo
el eslogan reduccionista "la cultura es escudo
y espada de la nación", cuando se
aplica desde un proyecto ideológico, se
socializa para vender una imagen y se pone en
marcha sin recursos éticos, artísticos
y materiales. cnet/09
|