SOCIEDAD
Contra la depresión
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org)
- A finales del pasado mes de enero apareció
en el periódico Granma la información
sobre un medicamento italiano contra la depresión,
el cual será objeto de análisis
en los laboratorios cubanos para comprobar su
efectividad.
En la investigación participarían
nueve centros de ensayos clínicos de cinco
provincias del país, dirigidos por el Centro
Nacional Coordinador de Ensayos Clínicos
y el Grupo Nacional de Psiquiatría.
La noticia tiene mucho que ver con la realidad
sanitaria en Cuba, si se tiene en cuenta que la
población cubana está muy afectada
por la depresión. El cubano, sin lugar
a dudas, está muy deprimido.
Pero así como la gente está muy
deprimida, también está muy estresada.
En buena parte de la población concurren
ambas sintomatologías, lo que al decir
de los especialistas resulta catastrófico.
Lo decimos porque lo sabemos perfectamente bien,
y el conocimiento nos viene del diario contacto
con el pueblo; de la diaria constatación
con la realidad ciudadana. Hablando en el lenguaje
del pueblo, "esto está que arde".
Las frases más recurrentes de la población
aluden a ambos extremos de esa alucinante realidad:
"no hay más ná" y "no
cojas lucha"; en cuyo trasfondo yace la apatía,
el desgano, el desaliento y la desesperanza. Verdaderas,
fehacientes manifestaciones de la depresión
generalizada, cuyo trasfondo es la falta de futuro,
la decepción y el desengaño hacia
un discurso político preñado de
promesas que no ha variado nada en casi medio
siglo, y a cuya expectativa han estado, en inútil
espera, más de dos generaciones.
En el extremo expuesto al estrés, ese
mal que se expresa en el desasosiego, en el ajetreo
imparable del ciudadano para subsistir, para evitar
ese viaje unidireccional y sin regreso al cementerio.
Ese ir y venir constante con la jabita para ver
lo que se "pega", lo que se "resuelve",
que aunque se parezcan no son la misma cosa ni
se escriben igual, pero que en el lenguaje articulado
y no en la mirada desesperada, se expresan con
un "no es fácil". Todo ello potenciado
y agravado por el chivato de la cuadra, el policía
de perruno olfato, y esa envidia que carcome la
sociedad y se esparce por todos los resquicios
y recovecos, por pequeños que sean, llevada
por un soplo de aire saturado por el hedor ideológico
y su tóxico efecto de intolerancia.
Sería interesante conocer cuántos
deprimidos y estresados habitan la isla de Cuba.
Pero nunca conoceremos tales datos. Ni aún
después de la tragedia. Porque de existir
estarían ocultos y protegidos por fuertes
candados. Además, no serían confiables.
El totalitarismo se engaña a sí
mismo.
El periódico oficialista, poniendo el
parche antes de que brote la herida, se adelanta
a informar que los trastornos depresivos afectan
entre el 2 y el 15 por ciento de la población
mundial, y que para el 2020 la depresión
constituirá la segunda causa de enfermedad,
superada únicamente por las afectaciones
cardiovasculares.
Pero yo quiero saber, en primer lugar, como primera
preocupación, lo que acontece aquí,
en Cuba, en estos 114 mil kilómetros cuadrados
iluminados por los faros de San Antonio y Maisí.
Entre la hierbabuena y la escoba amarga, entre
ñameras y platanales, entre lagartijas
y chipojos.
¿Cuál es el estado de algunas realidades
vinculadas con depresión y el estrés?
¿Cuál es el índice de suicidios
en Cuba? ¿Cuáles son los indicadores
sobre el alcoholismo en general y en particular
en menores de 16 años y entre la población
femenina? ¿Qué índice de
divorcio se registra en los últimos diez
años? ¿Qué tal anda la maternidad
infantil o "precoz" como suele edulcorarla
el Estado? ¿Cuál es el estado de
violencia manifestado en lesiones, muertes y daños
de gravedad?
Saludamos como provechosos los ensayos que se
realizan en nuestro país para determinar
la eficiencia de este nuevo medicamento y su probable
utilización en nuestros hospitales. Pero
al hablar del tema se hace imprescindible mencionar
las causas y potencialidades del fenómeno.
Porque, a nuestro entender, el mal está
tan extendido y generalizado que, además
del medicamento italiano, se requieren otras cosas
para combatirlo. Y eso bien lo saben los galenos
cubanos. cnet/03
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