'Castro is next'
Jorge Ramos Avalos. El Nuevo Herald,
3 de febrero de 2004.
''Parece que Castro se murió", me
dijo por teléfono una amiga periodista
la semana pasada, citando una fuente, supuestamente,
bien informada. "No te despegues del celular;
si se confirma te vuelvo a llamar''. Por supuesto,
no me volvió a llamar. Se trataba sólo
de un nuevo e infundado rumor, el último
de los muchos que he escuchado en los 12 años
que llevo viviendo en Miami. Ya estoy acostumbrado
a que en la calle y en los programas de micrófono
abierto de la radio ''maten'' a Fidel para revivirlo
poco después.
Ante la impotencia e incapacidad de provocar
un cambio de régimen en Cuba durante los
últimos 45 años, una parte del exilio
cubano se ha resignado a esperar la muerte del
tirano. Esa es la ''gran noticia'' que aún
no ha llegado.
Otros cubanos y cubanoamericanos, en cambio,
no quieren sentarse a esperar. Que muriera Castro
en el poder sería tan indigno para ellos
como lo fue para los españoles la muerte
del dictador Franco por causas naturales. Este
grupo busca para Castro un final parecido al de
Saddam Hussein. Y las señales ya empiezan
a aparecer. CASTRO IS NEXT, decía en inglés,
con grandes letras negras, un letrero que leí
en la parte de atrás de un auto. Y luego,
en letritas, acusaban al dictador Fidel Castro
de tener armas bacteriológicas y de ser
un peligro para la seguridad nacional de Estados
Unidos.
Otro ejemplo. La más reciente portada
de la revista Ideal, que se distribuye en el sur
de la Florida, tenía en la portada una
foto del líder cubano dentro en un círculo
rojo. El círculo estaba cruzado por la
mitad con una gruesa banda del mismo color. Junto
a Castro aparece una imagen de Saddam Hussein,
también en un círculo rojo y con
una franja cruzándole el rostro. El titular
decía: ''2004 ¡Basta ya!''. En el
interior de la revista Ideal, sus editores aclaraban
el mensaje de la portada: "Inexplicablemente
y para vergüenza de la historia, Fidel Castro
y su demencial gobierno cumplen 45 años
de dictadura y oprobio sobre el pueblo de Cuba.
Por qué los que tienen el poder de evitarlo
no lo han hecho, es la interrogante''.
Para muchos cubanos Fidel Castro es aún
más peligroso y criminal que el mismísimo
Saddam Hussein. Pero el problema para los que
quieren sacar a Castro por la fuerza o con una
invasión militar es que Estados Unidos,
sencillamente, no está interesado en hacerlo
por ellos. ''No le corresponde a Estados Unidos
instalar una democracia en Cuba'', dijo el Secretario
de Estado norteamericano, Colin Powell, en una
entrevista con Enrique Gratas de Univision. "Eso
le corresponde a los cubanos''.
La comunidad cubana en el exilio se está
dando cuenta con mucho dolor de que Cuba --al
igual que el resto de América Latina--
no es una prioridad para la administración
del presidente Bush. Si Cuba fuera una prioridad,
como lo han sido Afganistán, Irak, Irán
y Corea del Norte, ya todos nos hubiéramos
dado cuenta. En otras palabras, Estados Unidos
no está dispuesto a poner a Cuba al frente
de su agenda internacional. La guerra contra el
terrorismo consume al actual gobierno norteamericano
casi por completo.
Mientras tanto, la frustración dentro
de la disidencia cubana en el exilio es palpable.
''Hoy no nos encontramos más cerca de una
Cuba libre'', decía una carta dirigida
hace seis meses al presidente Bush por los miembros
de la Fundación Nacional Cubano Americana.
Eso sigue siendo cierto a principios de este 2004.
El gobierno del presidente Geoge W. Bush --para
aplacar el enojo del exilio tras su decisión
de repatriar a 12 cubanos que habían huido
de la isla el verano pasado-- acusó formalmente
a tres militares del régimen castrista
por el derribo de dos avionetas de la organización
Hermanos al Rescate. Tres ciudadanos norteamericanos
y un residente legal, todos de origen cubano,
murieron en ese incidente en 1996. El problema
es que la decisión llega ocho años
tarde y no nombra entre los culpables a Fidel
Castro. Decisiones como la anterior, sin embargo,
no hacen tambalear al régimen de Castro.
Y eso lo saben los cubanos de Miami.
La frustración de los cubanos en Estados
Unidos ante la permanencia de la dictadura castrista
no significa que van a desertar masivamente de
las filas del Partido Republicano y van a votar
por cualquiera que sea el candidato presidencial
del Partido Demócrata en las elecciones
del 2 de noviembre. No. Pero la comunidad cubana
no es monolítica y el Partido Republicano
tendrá que trabajar muy duro para obtener
entre los votantes cubanoamericanos los porcentajes
que garanticen un triunfo de Bush en el estado
de la Florida. Los votos cubanos le dieron el
triunfo a Bush en el 2000. Su reto es repetir
la historia en el 2004.
Cuando los candidatos presidenciales de ambos
partidos vengan a la Florida, buscando votos y
prometiendo hacer todo lo posible para provocar
la caída de Castro, bastará recordar
que 10 presidentes norteamericanos --incluidos
Clinton y los dos Bush-- han prometido lo mismo
sin éxito. Todo sigue igual: Fidel se mantiene
atornillado en el poder en Cuba, y en Miami lo
siguen ''matando'' una o dos veces al año.
P osdata represiva. El gobierno de Fidel Castro
continúa hostigando y amenazando a los
promotores del Proyecto Varela, que busca el fin
de la dictadura en la isla por medios pacíficos
y legales. El doctor Flavio Javier Labrador Freige,
miembro del Movimiento Cristiano Liberación,
fue detenido por la policía política
cubana durante seis horas el pasado lunes 19 de
enero. Lo arrestaron luego de dejar a su hija
en la escuela y frente a la mirada de padres y
alumnos. Durante el interrogatorio amenazaron
a su esposa e hijos y le advirtieron que si seguía
con su trabajo opositor terminaría en la
cárcel muy pronto. Ejemplos como éste
ocurren todo el tiempo en Cuba. Invadir la isla
no es la solución, pero, evidentemente,
la comunidad internacional --no sólo Estados
Unidos-- tiene la obligación moral de promover
cuanto antes una transición pacífica
a la democracia en Cuba. ¿Hasta cuándo
será Cuba la última dictadura del
continente? ¿Hasta cuándo?
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