SOCIEDAD
Turismo político
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org)
- En nuestro país existen todas las formas
de turismo, ya sean reconocidas o furtivas. El
ecológico y el de salud, el tradicional
y el sexual. Como si fuera poco, con el castrismo
surgió otro tipo de turismo exclusivo de
Cuba: el político.
Tal vez el primer cliente famoso del turismo
político fue Anastas Mikoyan, entonces
vice primer ministro del gobierno soviético.
Después de él pasaron por la Isla
casi todos los miembros del Partido Comunista
Soviético. Generalmente venían en
invierno, siguiendo el ejemplo de Mikoyan, que
lo había hecho en febrero de 1960. Y no
es para menos, porque al invierno ruso le zumba
la berenjena. Tanto, que de allí tuvieron
que salir, huyéndole al frío, desde
Napoleón hasta Hitler.
Hasta Leonid Brezhnev, máximo líder
de los comunistas soviéticos, que en paz
descanse, se llegó por acá a finales
de enero del año 1974, cuando en Moscú
chiflaba el mono, mientras él, por acá,
andaba con una fina guayabera y un sombrero de
guano, extasiado, mirando a nuestras mulatas en
sayitas cortas, muy de moda por entonces. Eso
sí, fue uno de los pocos clientes del turismo
político que no se tomó ni media
línea de Havana Club, pues dicen que su
adicción y devoción por el vodka
era tal que adonde quiera que iba se hacía
acompañar por algunas cajas de esta bebida.
Recientemente Putin, el actual presidente ruso,
pasó por acá para darse un buen
chapuzón en Varadero, rememorando los mejores
tiempos del imperio soviético, cuando él
se movía por los oscuros y siniestros recovecos
de la KGB. Quiso ver, además, la antigua
colonia.
Pero así como venían los amos también
lo hacían sus servidores, y entonces disfrutaron
de las delicias tropicales los líderes
de las ex repúblicas socialistas de Europa
del Este, algunos de los cuales han de seguir
presos o los han de andar buscando, pues entre
ellos no faltaron quienes se robaran hasta los
clavos del palacio presidencial. Todos, sin excepción,
fueron condecorados con la Orden José Martí.
Los líderes africanos son otra cantera
nutriente del turismo político, cuyo apogeo
tiene lugar a finales de la década de 1970
y durante la de 1980. Algunas visitas fueron célebres,
como la de Agostinho Neto, de Angola, o la del
etíope Mengistu Haile Marian. Este último,
posteriormente buscado por la justicia de su país
de donde huyó con el estigma de incontables
crímenes y asesinatos, y con las maletas
repletas de dólares. Ambos líderes
recibieron la Orden José Martí.
De tal turismo también se beneficiaron
los mandatarios mexicanos, todos, sin excepción,
miembros del PRI que, aunque no era el único
partido político de México, en la
realidad funcionaba como si lo fuera, lo cual
hizo que el célebre escritor peruano Mario
Vargas Llosa definiera a tal gobierno como la
"dictadura perfecta". Por coincidencia,
las "democracias" del PRI gobernaron
a México durante 70 años. El mismo
tiempo que duró el poder del Partido Comunista
Soviético.
Los presidentes de América Latina han
disfrutado del turismo político antes de
ser elegidos. Ya en el cargo no tienen mayores
excusas para viajar a Cuba, porque en nuestro
país hubo un cambio de poder hace 45 años,
el cual no ha sido renovado nunca más.
Pero tan importante para la diplomacia y la política
castrista como la clientela del turismo político,
es la marchantería habitual formada por
intelectuales, escritores, científicos
y comunicadores en general, entre los cuales se
encuentran varios premios Nobel, como Gabriel
García Márquez, Rigoberta Menchú
y Pérez Esquivel, por sólo mencionar
a los más conocidos. Estos personajes son
de inestimable utilidad para el castrismo.
A veces se les deja de ver y luego reaparecen
en los momentos difíciles del castrismo.
Entre otras cosas, para hacerle ver a los cubanos
que el régimen sigue contando con amigos
prominentes; también para "llevar"
la verdad de Cuba por el mundo.
A tales personajes el pueblo cubano los detesta,
los ve con una mezcla de indignación y
desprecio. No sólo por ser cómplices
y aliados del régimen, sino porque no conocen
y no les interesa el dolor de los cubanos, a pesar
de ser clientes del turismo político. cnet/03
|