Segundo mandato de Bush
augura un nuevo período de tensiones Washington-La
Habana
Por Raquel Martori. Diario
ABC Color, Uruguay, 29 de diciembre de 2004.
LA HABANA, 28 (EFE). La reelección del
republicano George W. Bush en la presidencia de
EE.UU. augura un nuevo período de tensiones
entre Washington y La Habana, cuando atraviesan
por uno de los momentos más conflictivos
de sus enrevesadas relaciones.
Los gobiernos de ambos países, que viven
una enconada y casi permanente controversia política
-con breves lapsos de tregua- desde que la revolución
encabezada por Fidel Castro llegó al poder
en 1959, encaran otra etapa de diferencias en
el nuevo año que se avecina.
El más reciente episodio de la controversia
bilateral ha tenido como origen unos adornos navideños
colocados en el jardín de la Oficina de
Intereses de EE.UU. en La Habana, que incluyen
un cartel luminoso con el número 75, que
alude a la cifra de opositores condenados a penas
de prisión en la primavera de 2003 en la
isla.
La Habana lo ha considerado "una provocación"
y "una ignominia", y desde el 17 de
diciembre la réplica ha sido una avalancha
de vallas, pancartas, murales, carteles, telas
y dibujos elaborados por caricaturistas, artistas
plásticos y hasta niños, colocados
en los alrededores de la sede diplomática
estadounidense.
Algunas de las vallas reproducen imágenes
de abusos de soldados estadounidenses a prisioneros
iraquíes en cárceles como la de
Abu Ghraib, acompañadas de esvásticas
nazis.
Cuba y EE.UU. estrenaron el 2004 con un clima
de tensión agravado por un intercambio
de descalificaciones, en el que La Habana acusó
a Washington de ceder a "presiones"
del sector más radical de la comunidad
cubana residente en Miami al suspender la ronda
de conversaciones migratorias prevista.
En 1994 y 1995, Cuba y EE.UU., que no tienen
relaciones desde 1961, firmaron uno de los pocos
acuerdos a que han llegado en más de 40
años de desavenencias, para poner fin a
una oleada de inmigrantes ilegales, cuyo cumplimiento
revisaban en dos rondas migratorias anuales.
En mayo, la decisión de la Casa Blanca
de aprobar un paquete de medidas restrictivas
con la pretensión de reforzar el cerco
económico contra la isla y acelerar un
cambio político en su régimen comunista
contribuyó a avivar el fuego cruzado entre
los vecinos enemistados.
Las medidas que Washington comenzó a aplicar
el 30 de junio limitan los viajes de los cubanos
residentes en EE.UU. y los envíos de paquetes
y remesas familiares, entre otros aspectos, y
obedecen a un plan presentado a Bush por una comisión
especial creada para elaborarlo.
Washington también autorizó más
apoyo financiero y político para la disidencia
interna y la transmisión de las señales
de Radio y TV "Martí" desde aviones
estadounidenses en aguas internacionales.
El plan norteamericano fue interpretado por La
Habana como una nueva agresión para "golpear"
la economía nacional y un endurecimiento
del "bloqueo" unilateral impuesto por
EE.UU. desde hace más de 40 años
a la isla.
Las medidas no tardaron en crear una nueva crisis
en las difíciles relaciones bilaterales
y fueron respondidas por el régimen de
Castro con multitudinarias movilizaciones y subidas
de entre el 10 y el 20 por ciento de los precios
en las tiendas de divisas.
En EE.UU. residen más de un millón
de cubanos, en su mayoría en Miami (Florida),
que envían a sus familiares en la isla
entre 800 y mil millones de dólares anuales,
según cálculos extraoficiales.
El endurecimiento de la política de EE.UU.
hacia Cuba contrasta con el apoyo rotundo que
consiguió la isla en la Asamblea General
de Naciones Unidas, que aprobó con un apoyo
masivo una resolución cubana contra el
embargo de EE.UU., decretado en 1960.
Cuba cifra en más de 79.000 millones
de dólares los daños económicos
ocasionados por el embargo y las leyes extraterritoriales
Torricelli y Helms-Burton, promulgadas en 1992
y 1996, respectivamente, para reforzarlo.
Sin embargo, el enfrentamiento político
no ha impedido que los agricultores y ganaderos
estadounidenses amplíen la brecha abierta
en el embargo desde diciembre del 2001, cuando
Washington autorizó la venta de productos
agropecuarios a la isla, tras el paso del huracán
"Michelle".
Desde entonces, las compras cubanas -pagadas
al contado- de firmas y compañías
estadounidenses ascienden a 4,1 millones de toneladas
de productos agrícolas por valor de 1.048
millones de dólares, según datos
de la empresa importadora de la isla "Alimport".
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