Barrio afuera: Una odisea
en busca del asilo
El balsero solitario
Francisco Olivares, El
Universal, Caracas, domingo 19 de diciembre,
2004.
Cuando el avión de Cubana de Aviación
aterrizó en la rampa militar número
4 de Maiquetía, Miguel Romero sintió
cómo la adrenalina aceleraba su ritmo cardíaco
y su sistema nervioso se expandía.
No era para menos. El joven médico de
28 años había estado años
planeando algún día salir de Cuba.
Por eso, desde sus tiempos de estudiante se hizo
miembro del Partido Comunista Cubano, se destacó
como uno de los mejores estudiantes de su promoción
y cuando se enteró de los convenios con
Venezuela y el programa Barrio Adentro hizo méritos
para ser tomado en cuenta y estar en primera fila
entre los candidatos.
Por fin era el momento de poner en marcha la
parte final del plan minuciosamente estudiado
junto con su novia. Ella había logrado
establecerse en Miami cuando desertó de
un programa de asistencia realizado en El Salvador.
Ahora le tocaba a él.
Miguel Romero arribó a Maiquetía
e mediados de septiembre de 2003 en uno de los
más de 70 vuelos que se hicieron en esos
meses cuando ingresaron cerca de 12 mil ciudadanos
cubanos a Venezuela.
El médico temía que los nervios
lo delataran. El coordinador del viaje tenía
a mano todos los pasaportes de los viajeros y
en tanto se pasaba la aduana celosamente custodiada,
no serían entregados.
Dos autobuses aguardaban para trasladarlos a
Caracas, en donde debían tomar otro bus
que los llevaría al lugar de destino. A
él se le informó que iría
al Estado Lara.
Por la descripción del lugar debieron
haber estacionado por los lados de Parque Central,
para abordar el siguien te bus.
Romero sentía que las piernas no le respondían.
Pero el bullicio del lugar y la cantidad de transeúntes
fueron sus mejores aliados. En un descuido de
los coordinadores se mezcló entre la multitud
y en largas zancadas fue a tener a una avenida.
Le hizo señas a uno de esos taxis blancos
y lo abordó sin mediar palabra ni negociar
precio. "Por favor lléveme a la estación
del tren" le inquirió al sorprendido
chofer... ¿Tren? Hermano aquí no
hay estaciones de tren... Bueno lléveme
hasta donde pueda llegar a Puerto La Cruz. ¿Puerto
La Cruz?... mire, socio, usted tiene una cara
de cubano fugao que no se la quita nadie. Dígame
cuánto tiene allí... Sólo
tengo 200 dólares... Con eso lo llevo a
donde usted quiera...
Romero no lo podía creer. El taxista resultó
ser el mejor guía que pudo conseguir. Debían
localizar a unos parientes que vivían en
esa ciudad para lo cual sólo tenía
un teléfono celular. El taxista le hizo
la llamada y se contactaron, acordaron encontrarse
en el estacionamiento del Hotel Maremares y después
de unas cuatro horas de viaje allí estaban
los familiares esperándolo. Un abrazo en
el que se mezcla la incredulidad con la alegría
selló un reencuentro planeado por largos
años.
El problema ahora era cómo salir de Venezuela.
Así que primero se asesoraron con Acnur
y otras ONG. Aunque solidarias con el caso, todas
coincidieron en que no podía aplicarse
una condición de refugiado de manera que
no había un mecanismo legal para sacarlo
del país.
También hicieron contacto con el diputado
Pedro Castillo quien había estado trabajando
con el tema de los cubanos. Castillo realizó
gestiones ante varios consulados, pero la respuesta
fue la misma. El punto es que en ese caso había
tres países involucrados. Romero había
entrado legalmente y el asilo había que
pedirlo desde otro país, así que
la única manera es que él por su
propia cuenta llegara a Colombia o a Brasil.
Una de las ONG que lo asistieron le enviaron
documentos sobre los derechos que lo asistían,
la Convención Interamericana de Derechos
Humanos, etcétera. Pera él ese era
un mundo nuevo. Debido a su encierro obligado
se informaba por los canales de TV. Pero en la
medida en que se le cerraban las puertas su desesperación
aumentaba.
Romero desistió de la ayuda legal y durante
meses permaneció oculto bajo la protección
de esa familia. En todos lados veía al
G2 o a la Disip tras él. Supo de otros
cubanos en la misma situación. Del joven
médico supimos un tiempo después
que ya se encuentra en Miami al lado de su novia...
Y hay que pagar
La última visita que Hugo Rafael Chávez
le hizo a Fidel Castro terminó con la firma
de un nuevo "acuerdo de integración"
en el que se incluye, de nuevo, la Misión
Barrio Adentro, con médicos isleños
laborando en zonas rurales y populosas. La diferencia,
entre esta firma y la anterior, es que ahora hay
que pagar por eso.
Según los nuevos términos del acuerdo,
tal como los difundió el diario castrista
Granma, se establece que: "En cuanto a los
servicios en Venezuela, que cuenta actualmente
con unos 20.000 médicos, enfermeras y otros
especialistas de la salud cubanos, hasta ahora
gratuitos, serán brindados en condiciones
y términos económicos altamente
preferenciales que deberán ser mutuamente
acordados".
El convenio de integración fue firmado
por Fidel Castro y Hugo Chávez, según
los lineamientos de la denominada Alternativa
Bolivariana de las Américas (ALBA), de
beneficio para el comercio bilateral, e incluye
la entrega de 53 mil barriles de petróleo
venezolano a la Isla, a diario.
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