Cuba en 'pie de guerra'...
o nada que hacer
Eduardo Suñol. El
Diario La Prensa, EU, 20 de diciembre de 2004.
Durante toda esta semana hemos leído,
escuchado y visto las noticias que llegan desde
la isla referente a un inminente ataque de los
Estados Unidos.
Ayer, en el último día de unas
maniobras militares en Cuba bautizadas como ejercicio
"Bastión 2004", el presidente
Fidel Castro dijo que los "riesgos de agresión
(eran) reales".
Pero me pregunto, ¿qué país
del mundo que considere estar al borde de un ataque
militar de su otrora y siempre enemigo Estados
Unidos, es capaz de sentarse con más de
300 representantes comerciales de este país
para negociar la compra de millones de dólares
en alimentos?
En la semana que recién concluyó,
La Habana firmó acuerdos comerciales con
representantes de empresas estadounidenses "por
unos 125 millones de dólares". Además,
el propio Castro se reunió por poco más
de tres horas con estos "señores capitalistas"
y los elogió "por haber hablado con
más de 1,500 agricultores de ese país"
para atraer sus negocios a la isla, según
recogió el diario del partido comunista,
Granma, en su edición del pasado 17 de
diciembre.
O sea, Cuba agradeció a los representantes
de su enemigo por correr la voz de que están
dispuestos a seguir negociando.
No entiendo esta doble moral. O se está
contra el enemigo, tanto en tratados comerciales
como en los escenarios políticos, o se
está con él. El problema, considero,
se resume a una sola cosa: no existe tal preocupación
o peligro de agresión.
La mayor agresión que enfrenta el pueblo
cubano es la intolerancia de sus dirigentes para
realizar reformas por el bien de sus conciudadanos.
¿Qué mejor ejemplo de agresión
que la desigualdad que se vive hoy en la isla
entre los que pueden y tienen acceso a ciertos
bienes, que sólo se pueden adquirir en
divisas, y los que no? ¿Qué mejor
ejemplo de agresión a los derechos de un
ciudadano que impedir a los cubanos y cubanas
hospedarse en los hoteles que cada día
construyen en su país los inversionistas
extranjeros? ¿Qué peor agresión
que la de crear zonas exclusivas para los turistas
extranjeros -como Cayo Coco, Cayo Largo, Cayo
Guillermo y otros- a las que los cubanos no tienen
ningún acceso? ¿Qué mayor
agresión que condenar por 25 años
a Raúl Rivero, uno de los poetas cubanos
más premiados en la historia de la revolución,
por intentar expresarse libremente? ¿Qué
mayor agresión que aquella de crear una
moneda denominada peso convertible a la que los
cubanos no tienen acceso a menos que reciban remesas
de sus familiares en el exterior o propinas de
los sonrosados extranjeros que se regocijan en
los hoteles que ya le son vedados a los cubanos?
¿Qué mayor agresión a los
campesinos cubanos que sean los comerciantes estadounidenses
los que se estén beneficiando de ventas
de productos como pollos, huevos y maíz
y no los propios guajiros que trabajan la tierra
cubana?
Basta de esa hipocresía de utilizar el
acceso gratuito a la educación y a la salud
para continuar chantajeando a los cubanos y condenarlos
a vivir una vida miserable. Desdichados se sienten
los cubanos hoy -que todos hicieron esa revolución-
al ver que son los visitantes extranjeros los
que tienen más derechos en la isla.
Lo que está pasando hoy en la isla no
es más que una estrategia para alejar a
los cubanos de sus problemas cotidianos mientras
se culpa a un enemigo común de las penurias
y escaseces.
Si el gobierno tiene la voluntad de atender a
una "agresión real", que dé
entonces su brazo a torcer y reconozca que esa
que fue una vez revolución necesita hoy
reformas profundas por el bien de sus ciudadanos.
El enemigo no está ya en el norte, sino
dentro de esa isla sujeta a los caprichos de sus
dirigentes.
sunole@eldiariolaprensa.com
el diario/LA PRENSA
345 Hudson Street 13th Floor, New York, 10014
- TELEFONO (212) 807-4600
|