La Habana apuesta a ganar
tiempo
Florencia Carbone, de la Redacción
de La Nación
Line. Argentina. 15 de Diciembre de 2004.
A primera vista, la respuesta que Fidel Castro
hizo llegar ayer al gobierno argentino aparece
como una hábil jugada para ganar tiempo
e intentar bajar la temperatura a los cada vez
más encendidos reclamos de la administración
kirchnerista respecto del caso Molina.
Es cierto que el líder cubano contestó
la carta que Néstor Kirchner le mandó
hace doce días, pero lo hizo con un ofrecimiento
que ya había sido descartado por las autoridades
argentinas por resultar insatisfactorio para la
familia Quiñones.
El malestar oficial por la falta de respuesta
cubana fue creciendo en las últimas semanas,
y lo hizo de modo exponencial cuando se difundió
que, tras la presión de países europeos,
el régimen de la isla liberó a un
grupo de presos políticos.
"A nosotros, que hacemos todos los deberes,
mantenemos la negociación en los carriles
más estrictos y confidenciales y somos
un gobierno amigo ni siquiera nos contestan; a
ellos, [por los europeos] que presionan por los
medios, les dan lo que piden", se quejó
hace unos días, con amargura, uno de los
funcionarios argentinos que sigue de cerca el
tema.
La bronca que mascaban en el oficialismo registró
su máximo pico en un episodio que tuvo
al propio Kirchner como protagonista. En una cumbre
reciente, el Presidente habría hecho saber
su molestia al canciller cubano, Felipe Pérez
Roque. Fiel a su estilo, Kirchner apeló
a la ironía a la hora de contestar un pedido
de audiencia del enviado de Castro: "Que
le dé el mensaje a la doctora Molina",
respondió.
En los últimos tiempos, los contactos
telefónicos entre la embajada de Cuba en
Buenos Aires y la Cancillería son prácticamente
diarios, llenos de cordialidad y simpatía,
pero vacíos en respuestas concretas en
lo que al caso Molina se refiere.
Si a ese dato se le agrega, además, el
creciente malestar de los kirchneristas que se
esforzaron desde un primer momento en mantener
la cuestión en la categoría de "caso
humanitario", resulta al menos sugestivo
que Rafael Bielsa haya hablado del asunto en el
lugar y los términos en que lo hizo ayer.
Las palabras textuales de Bielsa, tras salir
de la entrevista con Colin Powell se refirieron
a la "convocatoria" del embajador argentino
en la isla por la falta de respuesta o explicación
satisfactoria de parte de Cuba.
Curiosamente, cuando hace dos semanas se supo
que Raúl Taleb estaba en Buenos Aires,
altas fuentes de la Cancillería se esmeraron
en aclarar que el embajador no había sido
"convocado" -término que en lenguaje
diplomático implica una clara señal
de tensión- sino "llamado a informar".
Otro duda: ¿por qué la misma propuesta
que hace 10 meses se consideraba inviable resulta
ahora un "buen primer paso"?
Tal vez el tiempo ayude a encontrar alguna respuesta.
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