Kirchner, Fidel, la doctora
y Maradona
Rubén Loza Aguerrebere,
El
Nuevo Herald, 12 de diciembre de 2004.
Montevideo -- En febrero del próximo año
el presidente argentino tiene prevista una visita
a la isla del doctor Castro; hay quienes especulan
que, acaso, la misma pueda depender de la respuesta
que éste le dé al tema "Querido
presidente y amigo...''
Con estas palabras se inicia la carta que envió
a Fidel Castro el señor Néstor Kirchner,
procurando que las autoridades de la isla autoricen
el viaje a Buenos Aires de una médico disidente
para conocer a su familia. Es una petición
que se ha realizado más de una vez. Se
trata de la neurocirujana Hilda Molina, que sólo
conoce a sus nietos argentinos por fotos.
La carta, redactada por el canciller Bielsa y
el jefe del gabinete, según fue firmada
por Kirchner pasó a manos del embajador
cubano en Argentina, Alejandro González.
Fidel Castro debe haberla recibido por estos días.
El tono de la misiva, sensible, abunda en alusiones
a la Navidad. La carta destaca que los niños
Roberto y Juan Pablo Quiñones no conocen
a su abuela e ignoran quiénes son Kirchner,
Castro y la política internacional. Y,
en consecuencia, expresa el deseo de que entre
ambos puedan hacer posible ''el sueño''
del encuentro de la abuela médico disidente
y sus nietos.
La situación entre ambos países
es ''normal'', se ha expresado en la cancillería
argentina, aunque no se oculta el malestar por
la falta de respuesta de Castro, quien, en cambio,
se ha mostrado --dicen-- más complaciente
con los países europeos que le han tratado
con mucho mayor dureza que los argentinos, que
incluso hasta llegaron a cambiar el voto en la
ONU para favorecer a Cuba.
Y ya que estamos con el tiranosaurio, digamos
que el pasado 6 de diciembre por la tarde arribó
el inefable Diego Maradona a Buenos Aires, procedente
de Cuba.
Suspendió su tratamiento de adicción
a las drogas (iniciado hace setenta días)
para asistir a la graduación de una de
sus hijas y para pasar las navidades con su familia.
El médico del ex jugador de fútbol
se mostró contrario a esta interrupción
del tratamiento.
¿Dieguito? Vestía una camiseta,
bermudas y una copiosa barba, como su admirado
dictador y, al parecer, está aún
más gordo que cuando se fue a la isla del
Dr. Moreau.
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