La Galería Corcoran y el
dictador
Frank Calzón, El
Nuevo Herald, 10 de diciembre de 2004.
Qué alegría me dio enterarme de
que la prestigiosa Galería Corcoran en
Washington tenía curiosidad por saber acerca
de ''la verdadera Cuba y su pueblo''! ¡Y
qué decepcionante descubrir que sólo
les interesaba organizar una noche de propaganda
a cambio de $70 o $90 dólares: una recepción,
película, y ''conversación de primera
mano'' sobre las relaciones cubano-americanas
con el jefe de la misión diplomática
castrista, Dagoberto Rodríguez. La gran
fiesta estaba programada para el martes 30 de
noviembre en el elegante salón de bailes
de la Sección de Intereses de Cuba, pero
fue pospuesta la semana pasada, después
que los cubanoamericanos protestaron y la prensa
se interesó sobre el asunto. Un vocero
del Corcoran le dijo a la prensa que el verdadero
propósito era "tener un diálogo
sobre arte''.
Lograr un diálogo de cualquier tipo con
el régimen de Castro es difícil,
si no imposible. Pregúntenle a la Unión
Europea, ahora que su posición común
de abrir las embajadas de sus naciones en La Habana
a todos los cubanos, incluyendo los disidentes,
ha resultado en una crisis diplomática.
Pregúntenle a cualquiera de los presidentes
europeos o latinoamericanos que han tratado de
establecer un diálogo con el presidente
vitalicio cubano, sólo para acabar insultados
como ''correveidiles'', ''traidores'', ''fascistas''
o ''lamebotas'' de los Estados Unidos. O pregúntenles
a los obispos cubanos, o a los miembros de las
valientes organizaciones de derechos humanos en
la isla.
Si el Corcoran sabe poco sobre la ''verdadera
Cuba'' y menos sobre los cubanos debe ser a propósito.
¿Hizo alguna pregunta el Corcoran antes
de acercarse a los diplomáticos de Castro?
¿Le preguntó algo a los cuatro cubanoamericanos
miembros de la Cámara de Representantes,
o al cubanoamericano recién electo senador
federal por la Florida?
Cuando me enteré de la curiosidad sobre
Cuba del Corcorán me alegré mucho.
Creí que la prestigiosa institución
washingtoniana iba a añadir su voz a los
pedidos de Amnistía Internacional y de
un grupo creciente de líderes mundiales
que incluyen al ex presidente checo Vaclav Havel
y a Juan Pablo II, que han pedido a La Habana
que cese la represión, libere a los presos
políticos y dé paso a las reformas.
Para mi sorpresa, descubrí que el Corcorán
bailaba al mismo ritmo de las élites occidentales
que mantuvieron silencio sobre los campos de concentración
de Stalin mientras daban millones a sus testaferros,
viajando a Leningrado a disfrutar del esplendor
de los museos y el ballet soviético. Aunque
hay que reconocer que más tarde muchos
descubrieron una decencia básica fundamental
y se distanciaron de los gobernantes asesinos.
Hay que reconocer que las instituciones culturales
americanas no prestaron sus nombres a dictadores
como Augusto Pinochet y respondieron al régimen
racista de Sudáfrica no organizando ''diálogos
artísticos'', sino exigiendo el apartheid.
¿Por qué no aprovechar esa curiosidad
sobre Cuba para examinar seriamente la situación
de la libertad artística en la isla? Sólo
hace unos días un grupo de músicos
y artistas cubanos solicitaron asilo artístico
en Las Vegas, donde se encuentraban de gira. La
realidad es que los intelectuales y artistas cubanos
corren el riesgo de la represión oficial
y de largas condenas de prisión si no están
dispuestos a mantenerse en silencio sobre la dictadura
y la abominable segregación turística
que les niega acceso a los cubanos a los hoteles,
las playas, los restaurantes y las clínicas
asignados a los turistas.
En los Estados Unidos la gente se reúne,
habla y se asocia con quien quiere. En los Estados
Unidos existe una comunidad cubanoamericana de
importancia que incluye a líderes políticos
electos, jueces, presidentes universitarios, científicos,
empresarios, profesores, intelectuales, pintores,
escultores y escritores que fueron obligados a
abandonar la isla para poder hacer uso de sus
derechos más fundamentales. En Cuba, sus
homólogos pagan un precio horrible por
buscar la verdad y la libertad. Muchos de ellos
llevan grabados en el corazón el poema
de Heberto Padilla, un gran poeta cubano que murió
en el exilio:
Di la verdad / Di por lo menos tu verdad / Y
después que pase cualquier cosa / que destruyan
tu página querida / que apedreen tu puerta
/ que la gente se reúna ante tu cuerpo
/ como si fueras un prodigio o un muerto.
Director ejecutivo del Centro por una Cuba
Libre, basado en Washington.
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