PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 13, 2004
 

La Galería Corcoran y el dictador

Frank Calzón, El Nuevo Herald, 10 de diciembre de 2004.

Qué alegría me dio enterarme de que la prestigiosa Galería Corcoran en Washington tenía curiosidad por saber acerca de ''la verdadera Cuba y su pueblo''! ¡Y qué decepcionante descubrir que sólo les interesaba organizar una noche de propaganda a cambio de $70 o $90 dólares: una recepción, película, y ''conversación de primera mano'' sobre las relaciones cubano-americanas con el jefe de la misión diplomática castrista, Dagoberto Rodríguez. La gran fiesta estaba programada para el martes 30 de noviembre en el elegante salón de bailes de la Sección de Intereses de Cuba, pero fue pospuesta la semana pasada, después que los cubanoamericanos protestaron y la prensa se interesó sobre el asunto. Un vocero del Corcoran le dijo a la prensa que el verdadero propósito era "tener un diálogo sobre arte''.

Lograr un diálogo de cualquier tipo con el régimen de Castro es difícil, si no imposible. Pregúntenle a la Unión Europea, ahora que su posición común de abrir las embajadas de sus naciones en La Habana a todos los cubanos, incluyendo los disidentes, ha resultado en una crisis diplomática. Pregúntenle a cualquiera de los presidentes europeos o latinoamericanos que han tratado de establecer un diálogo con el presidente vitalicio cubano, sólo para acabar insultados como ''correveidiles'', ''traidores'', ''fascistas'' o ''lamebotas'' de los Estados Unidos. O pregúntenles a los obispos cubanos, o a los miembros de las valientes organizaciones de derechos humanos en la isla.

Si el Corcoran sabe poco sobre la ''verdadera Cuba'' y menos sobre los cubanos debe ser a propósito. ¿Hizo alguna pregunta el Corcoran antes de acercarse a los diplomáticos de Castro? ¿Le preguntó algo a los cuatro cubanoamericanos miembros de la Cámara de Representantes, o al cubanoamericano recién electo senador federal por la Florida?

Cuando me enteré de la curiosidad sobre Cuba del Corcorán me alegré mucho. Creí que la prestigiosa institución washingtoniana iba a añadir su voz a los pedidos de Amnistía Internacional y de un grupo creciente de líderes mundiales que incluyen al ex presidente checo Vaclav Havel y a Juan Pablo II, que han pedido a La Habana que cese la represión, libere a los presos políticos y dé paso a las reformas.

Para mi sorpresa, descubrí que el Corcorán bailaba al mismo ritmo de las élites occidentales que mantuvieron silencio sobre los campos de concentración de Stalin mientras daban millones a sus testaferros, viajando a Leningrado a disfrutar del esplendor de los museos y el ballet soviético. Aunque hay que reconocer que más tarde muchos descubrieron una decencia básica fundamental y se distanciaron de los gobernantes asesinos. Hay que reconocer que las instituciones culturales americanas no prestaron sus nombres a dictadores como Augusto Pinochet y respondieron al régimen racista de Sudáfrica no organizando ''diálogos artísticos'', sino exigiendo el apartheid.

¿Por qué no aprovechar esa curiosidad sobre Cuba para examinar seriamente la situación de la libertad artística en la isla? Sólo hace unos días un grupo de músicos y artistas cubanos solicitaron asilo artístico en Las Vegas, donde se encuentraban de gira. La realidad es que los intelectuales y artistas cubanos corren el riesgo de la represión oficial y de largas condenas de prisión si no están dispuestos a mantenerse en silencio sobre la dictadura y la abominable segregación turística que les niega acceso a los cubanos a los hoteles, las playas, los restaurantes y las clínicas asignados a los turistas.

En los Estados Unidos la gente se reúne, habla y se asocia con quien quiere. En los Estados Unidos existe una comunidad cubanoamericana de importancia que incluye a líderes políticos electos, jueces, presidentes universitarios, científicos, empresarios, profesores, intelectuales, pintores, escultores y escritores que fueron obligados a abandonar la isla para poder hacer uso de sus derechos más fundamentales. En Cuba, sus homólogos pagan un precio horrible por buscar la verdad y la libertad. Muchos de ellos llevan grabados en el corazón el poema de Heberto Padilla, un gran poeta cubano que murió en el exilio:

Di la verdad / Di por lo menos tu verdad / Y después que pase cualquier cosa / que destruyan tu página querida / que apedreen tu puerta / que la gente se reúna ante tu cuerpo / como si fueras un prodigio o un muerto.

Director ejecutivo del Centro por una Cuba Libre, basado en Washington.

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