PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 8, 2004
 

Europa y el dilema del buen samaritano

Soren Triff, El Nuevo Herald, 8 de diciembre de 2004.

Europa no debe tomar la liberación de presos políticos cubanos como parte de su diálogo de normalización de relaciones con el régimen y el pueblo. La comunidad internacional no puede aceptar la libertad de presos como equivalente a cambios democráticos, porque la experiencia demuestra que tiene resultados contraproducentes. El régimen ''fabricará'' más prisioneros para usarlos como ''arma biológica'' y exigirá en retorno apoyo moral y económico para reforzar su poder sobre los recursos y la población. Por otra parte, la emigración forzada de los ex presos enviaría un mensaje de retroceso en la creación de un espacio público seguro en la isla. El régimen se mantiene en conflicto con el pueblo. Todavía hay once millones de personas que carecen de libertad.

El Acuerdo de Cotonou permite a Europa escapar del llamado dilema del buen samaritano en sus relaciones con casi 80 países de Africa, el Caribe y el Pacífico (ACP). El dilema consiste en que si los países benefactores ceden al capricho del régimen, se hacen cómplices del maltrato al pueblo, y si no ceden y se distancian del régimen, entonces la dictadura los culpa de las dificultades del pueblo. En ambos casos un grupo pequeño en el poder toma a la oposición y a la población como ''arma biológica'' --como rehenes-- para obtener beneficios para su grupo sin realizar cambios democráticos.

La prisión de los activistas de la sociedad civil el año pasado fue la respuesta del régimen a la indicación europea de utilizar el Acuerdo de Cotonou como marco de normalización con países de su esfera de influencia. Con su acción Castro, como otros gobernantes africanos y asiáticos, pone a prueba la determinación de Europa de impulsar cambios democráticos, mientras desvían la atención del conflicto civil y lo presentan como un conflicto internacional.

El encarcelamiento invita a Europa a aceptar la liberación como ''moneda de cambio'', con el peligro de legitimar a la oposición como ''arma biológica'' en manos de Castro. Este lenguaje llevaría a Europa de nuevo al dilema del buen samaritano, en el que cualquier decisión que tomen los países benefactores favorece al régimen del país beneficiario.

Contrario a esto, Europa debe actuar como ha hecho con Gnassingbe Eyedema. Después de once años de sanciones económicas, la Unión Europea acaba de levantar el embargo a Togo --con muchas reservas--, después de que el dictador se comprometió en abril a mejorar los derechos humanos, incluida la liberación de más de 500 presos políticos, y la adopción de leyes que favorecen la libertad de prensa. Gracias a procesos de transición exitosos, en Mozambique Armando Guemuza, del oficialista FRELIMO, asiste a las elecciones, mientras en Zimbabwe el dictador Robert Mugabe siente el reto de los miembros de su propio partido.

Pero Europa tiene un gran desafío por delante. La junta militar de Myanmar acaba de enfrentarse a la comunidad internacional con la detención domiciliaria de la opositora Aung San Suu Kyi. Otros lugares como Costa de Marfil se encuentran divididos por la violencia, que se cierne sobre países en transición como Ruanda, República Democrática del Congo, Uganda y Sudán. Este es el marco en que Europa debe normalizar las relaciones con Cuba, y estos son los espectadores internacionales que toman nota de las inconsistencias de la conducta europea para hacer retroceder los logros alcanzados y regresar al caos.

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