La gota cubana
Alberto Migues / Libertad
Digital. España, 8 de diciembre de
2004.
Es fácil vaticinar qué quiere
el régimen cubano liberando al menudeo
y "por motivos de salud" a unos cuantos
miembros del "Grupo de los 75" condenados
casi todos ellos a disparatadas y feroces penas
de presidio por "colaborar con una potencia
extranjera": ganar tiempo y repetir la conocida
maña del palo y la zanahoria. Siempre y
cuando la Unión Europea se deje, Castro
volverá a utilizar a "sus" presos
políticos como moneda de cambio o instrumento
de trueque. Lo viene haciendo desde hace cuarenta
años.
En este caso se intenta convencer a los gobiernos
europeos previamente aleccionados por el español
de que se está produciendo una nueva etapa
de liberalización política en La
Habana. Este tránsito debe ser potenciado
desde Bruselas o Madrid con decisiones concretas
como, por ejemplo, aligerar, es decir, aniquilar
la llamada "posición común
europea" que acompasaba el levantamiento
de algunas medidas correctivas por parte de los
gobiernos de la UE a ciertos avances en el terreno
de los derechos humanos y las libertades.
No hay peor sordo que el que no quiere oír
y algunos gobiernos europeos -en primer lugar,
el español- están convencidos de
que la liberación de presos en "pequeñas
diócesis" que diría el chusco,
demuestra la voluntad inequívoca del régimen
para abrirse y transformarse.
En los últimos días se han levantado
voces europeas (en primer lugar la de Javier Solana)
advirtiendo que sólo se tomarán
a Castro en serio cuando haya liberado a todos
los presos de conciencia que tiene en la isla
(unos trescientos cincuenta) y que sólo
habrá cambios hacia la isla si esta liberación
se produce sin condiciones, aplazamientos y chantajes.
Algunos países europeos -España
en primer lugar- lo que desean es simplemente
reanudar los contactos burocráticos con
el aparato del régimen en la actualidad
suprimidos unilateralmente por Castro. Tienen
"mono" de no ser recibidos por los burócratas
policiales del régimen, nostalgia de la
infamia. Creen que así se defienden los
intereses de las empresas que trabajan en la isla:
bendita ilusión, nunca Castro sometió
la más mínima concesión económica
o comercial a la "buena conducta" del
Estado de la empresa. Desprecia demasiado a los
colonos que perpetúan en Cuba la esclavitud
(todos los trabajadores de empresas extranjeras
son contratados por el Estado cubano que cobra
también sus sueldos en divisas, ahora tal
vez en pesos o "chavitos") como para
darles facilidades. Bastante hace con soportarlos
y despreciarlos.
Los pánfilos que confunden cambio político
y transición con la liberación intermitente
de presos por motivos sanitarios están
avalando la técnica de la gota malaya,
una de la torturas más feroces de la historia
universal. La gota cae sobre la cabeza del penado,
día y noche sin cejar hasta convertirse
al cabo de unas semanas en un aldabonazo insoportable.
El torturado termina cediendo. La "gota cubana"
en forma de liberaciones anunciadas, inesperadas
y periódicas corre el peligro de convertirse
en el penúltimo engaño del tirano
para pánfilos transcontinentales. Sólo
los idiotas se tragan este sapo aunque estén
dispuestos a tragarse mil. Es su naturaleza.
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