Las
duras condiciones de las prisiones en Cuba
Actualmente hay condenadas
a muerte entre 40 y 50 personas por diversos tipos
de delitos y más de 300 cumplen condenas
por razones políticas.
En la actualidad hay en la
Isla 223 prisiones, campos de internamiento y
de reclusión. De ellos, 46 son descritos
por la Comisión como de alta seguridad.
Además existen catorce centros de detención
prolongada. El principal es la llamada Villa Marista,
en La Habana.
Por Enrique López Oliva
(*) Especial para El
País, Colombia, diciembre 5 de 2004.
La Habana, Cuba - Elizardo Sánchez Santacruz
estuvo recluido en varias ocasiones en Villa Marista,
en donde reconoce que nunca fue maltratado físicamente,
aunque sí fue sometido a una fuerte presión
psicológica y a total aislamiento, únicamente
interrumpido por las frecuentes entrevistas con
los oficiales de la seguridad que lo interrogaban
sobre sus actividades políticas.
Sánchez conoce bien las cárceles
de Cuba, si bien estuvo ocho años, en distintos
lapsos, recluido por ser un disidente y contradictor
al gobierno de Fidel Castro.
Su experiencia ha sido similar a la de los seis
disidentes que esta semana fueron liberados. Ellos
hacen parte de un grupo de 75 opositores a la
dictadura de Castro, detenidos el 18 de marzo
de 2003 en una ola represiva que desató
duras críticas en el ámbito internacional.
Lo que más recuerda Sánchez Santacruz
durante sus pasos obligados en las prisiones,
dijo, es que nunca tuvo contacto con otros detenidos.
Dos liberados de esta semana, el economista Óscar
Espinosa Chepe, y el poeta y periodista Raúl
Rivero Castañeda (fundador de la agencia
independiente de prensa 'Cuba Press' y vicepresidente
de la Sociedad Interamericana de Prensa), también
declararon que nunca fueron maltratados físicamente,
pero sí psicológicamente.
Para Espinosa, la comida era "buena",
para Rivero era "regular", pero le permitían
a su esposa Blanca Reyes llevarle alimentos. También
se lo permitieron a la esposa de Chepe. Rivero
bajó sensiblemente de peso; Espinosa sólo
un poco.
Rivero explicó que su celda era sumamente
estrecha, tenía una pequeña mesa
y una letrina, y no podía ver hacia el
exterior, ya que planchas de zinc cubrían
la ventana y la reja de la puerta.
Durante once meses de aislamiento en estas celdas
de castigo la situación, dijo, "fue
muy dura". Debido al zinc, el calor durante
el día fue insoportable.
Estuvo recluido la mayor parte del tiempo en
la cárcel de Canaleta, prisión de
alta seguridad ubicada en la provincia de Ciego
de Ávila, al centro de la Isla.
Espinosa fue enviado después de su condena
a 20 años, a mediados del año pasado,
a la prisión provincial de Holguín
-la más lejana de La Habana, en el extremo
oriental de la Isla- donde permaneció un
mes y tuvo que dormir en el piso, junto a presos
comunes que lo trataron con respeto.
Luego fue hospitalizado en Holguín y trasladado
a Santiago de Cuba, a la cárcel de Boniato,
y de allí a la sala de penados del Hospital
Militar, en La Habana, y luego al Combinado del
Este, principal penitenciaría de la Isla,
también en la capital.
Espinosa y Rivero declararon que recibieron una
adecuada atención médica, aunque
Rivero salió de la cárcel con un
enfisema pulmonar y con otros padecimientos.
Algunos familiares de presos políticos
se quejan reiteradamente de la insuficiencia de
la atención médica en las cárceles
cubanas, y de que no les hacen llegar a sus familiares
las medicinas que ellos les llevan.
Miriam Leyva, ex funcionaria del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Cuba y ex militante del
Partido Comunista hasta mediados de los 90, esposa
de Espinosa Chepe, expresó que "el
principal problema es que los médicos que
atienden a los reclusos no informan en detalle
a los familiares sobre el estado de salud de los
reclusos, lo que causa provocación".
Actualmente hay un médico en Cuba por
cada 200 reclusos, un estomatólogo por
cada 800 y una enfermera (o) por cada 100.
Hay una red de hospitales, puestos médicos
y áreas reservadas para los reclusos, incluso
en el Hospital Militar 'Carlos J. Finlay', en
La Habana, dentro de los hospitales del sistema
nacional de salud. Existen controles periódicos
en las prisiones sobre enfermedades transmisibles.
En una entrevista con El Pais, Sánchez
dijo que además de las largas condenas,
todos los presos están sometidos a otros
castigos: las visitas de sus familiares son cada
tres meses y son trasladados a lugares de reclusión
ubicados a centenares de kilómetros de
sus casas en La Habana.
"Muchos permanecen en confinamiento solitario,
sin haber cometido errores, en áreas de
alto castigo de prisiones de máxima seguridad.
Tienen problemas de alimentación, que es
incomible e insuficiente caracterizada por la
falta de higiene. No se tiene agua potable, todos
reciben agua contaminada para beber, hasta tal
punto que a veces tiene el aspecto fangoso y están
sometidos a toda clase de plagas, insectos y ratas",
recuerda Sánchez.
Tanto a Espinosa como a Rivero les permitieron
tener libros enviados por sus familiares, aunque
controlaban de cuáles títulos se
trataba. Rivero cuenta que alguien le envió
'El Conde de Montecristo', lo que interpretó
como una burla.
Aseguró también que hablaba con
relativa frecuencia con su esposa por teléfono.
Los contactos de Espinosa por ese medio fueron
muy esporádicos.
Gisela Delgado, esposa de Héctor Palacio
Ruiz, un escritor de 60 años de edad condenado
a 25 de prisión, también le contó
en una entrevista publicada por El Pais, que él
ha sido "sometido a condiciones inhumanas...
a tratos crueles y degradantes".
Según narró, estuvo más
de cinco meses en una prisión de castigo
"sin haber cometido ninguna falta",
en una celda de un metro y medio por dos y medio,
con una tapia de hierro y una pequeña ventana
y "sin ventilación en un país
donde son altas las temperaturas".
"Estas celdas tienen más de 45 grados
y para dormir por la noche se tiene que tirar
una toalla en la puerta debido a los mosquitos.
Los primeros meses no tuvo contacto humano, sino
sólo con su carcelero que le tiraba la
comida por debajo de la puerta y después
de la cantidad de protestas de la familia lo dejaron
tener 40 minutos de sol, dos o tres veces a la
semana", dijo la mujer.
"Como baño tiene un hueco en el piso.
La nutrición es desastrosa, a veces los
alimentos están descompuestos y eso le
trajo daños en el riñón y
no se sabe si ahora pueda volver a su normalidad",
narró Gisela Delgado, quien aún
espera que Héctor Palacio Ruiz sea liberado.
DENUNCIAS. Todos los años, en la reunión
en Ginebra de la Comisión sobre Derechos
Humanos, se suelen presentar informes sobre el
sistema carcelario cubano procurando lograr una
condena a Cuba por violaciones reiteradas de los
derechos humanos.
Sin embargo, el Gobierno cubano insiste que su
sistema carcelario es uno de los "más
humanos" existentes en el mundo, y se le
compara con el de otros países de América
Latina y con el de los propios EE.UU., donde es
frecuente el uso de las drogas, la violencia entre
reclusos y un trato brutal de sus carceleros.
Para hablar de cifras, actualmente hay condenados
a muerte entre 40 y 50 personas por diversos tipos
de delitos -no se ha confirmado la aplicación
de la máxima pena en los últimos
18 meses-, y más de 300 cumplen condenas
por delitos políticos, según la
Comisión Cubana de Derechos Humanos.
La prisión modelo ubicada en Isla de Pinos
-actual Isla de la Juventud, donde estuvo recluido
Fidel Castro luego del asalto al Cuartel Moncada,
en 1953- fue convertida en museo y muestra las
características del sistema carcelario
cubano antes del año 1959.
Fue clausurada también la penitenciaría
de El Príncipe, situada en la loma del
Príncipe, en La Habana, que albergó
a muchos revolucionarios que lucharon contra la
dictadura pronorteamericana de Fulgencio Batista.
La Comisión Cubana por los Derechos Humanos
-sin reconocimiento legal y cuyo presidente es
Sánchez-, indica que en 1958 existían
en la Isla catorce prisiones y cárceles,
"de las cuales solamente una podía
calificarse de alta seguridad y máximo
rigor el Presidio Modelo de la isla de Pinos",
y una sola prisión para mujeres radicada
en Guanajay, en la provincia de La Habana.
Hay que tener en cuenta que la población
cubana se duplicó en estos 45 años.
En la actualidad hay en la Isla 223 prisiones,
campos de internamiento y de reclusión.
De ellos 46 son descritos por la Comisión
como de alta seguridad.
Además existen, según la propia
Comisión porque no hay datos del Ministerio
del Interior, catorce centros de detención
prolongada.
El principal de ellos es la llamada Villa Marista
-situada en un antiguo colegio religioso de la
orden de los Hermanos Maristas-, sede de la Dirección
General de la Seguridad del Estado, en La Habana,
a donde se suele llevar a los opositores políticos
detenidos por causas diversas.
Las prisiones de alta seguridad se diferencian
de los centros correccionales, campamentos o asentamientos,
por el hecho de un diseño más cerrado
y por estar dotadas de celdas y galeras enrejadas,
y de alambradas y torres o postas de vigilancia.
Los guardias o guarniciones portan armas largas.
EDUCACIÓN. En el centro penitenciario
de San Francisco de Paula, provincia de La Habana,
se inició en forma experimental una cárcel
sin rejas ni cercas, y se instalaron en ella aulas,
talleres, laboratorios de computación y
bibliotecas, respondiendo al propósito,
según declararon autoridades carcelarias,
de convertir "los centros carcelarios en
escuelas".
Por este tipo de programas de superación
educacional y cultural -hay unos 170- han pasado
ya 300 reclusos.
A los ex reclusos también se les busca
un trabajo adecuado a su formación al salir
de prisión. Incluso el trabajo en las prisiones
es retribuido, por lo que muchos envían
el dinero a sus familiares y, otros lo sitúan
en cuentas de ahorros. Es destacable que los ex
reclusos cubanos, tras ser liberados, no pierden
el derecho al voto.
En Cuba no existe actualmente la categoría
de 'preso político', por lo que en ocasiones
estos cumplen sanciones junto a los internos comunes.
Por eso algunos presos políticos han denunciado
que en ocasiones oficiales carcelarios instan
a los presos comunes a actuar contra los presos
políticos -despectivamente calificados
por sus custodios como 'gusanos'-. Sin embargo,
Rivero y Espinosa declararon que siempre fueron
tratados con respeto por los presos comunes.
Existe una licencia extra penal para casos de
enfermedad, que ha sido la aplicada en los casos
de Espinosa Chepe, Rivero, Margarito Broche, Marcelo
López Banobre, Osvaldo Alfonso y Edel García
en la última semana, así como en
el caso de la economista opositora Marta Beatriz
Roque -liberada en julio pasado-.
Pero esta medida no exime que por un mal comportamiento
el condenado sea regresado a la prisión.
"Esta licencia, dijo Espinosa, es una espada
que pende siempre sobre nuestras cabezas".
(*) Con datos de redacción.
Labor católica en las cárceles
La Iglesia Católica también ha
denunciado los problemas que tienen algunos reclusos
para comunicarse con sus familiares.
Desde 1989 se reinició en todas las diócesis
católicas de Cuba el trabajo pastoral en
algunas prisiones, que había sido suspendido
en 1964.
El trabajo pastoral en prisiones está
regulado por la Orden 126 del Ministerio del Interior.
La religiosa Ada Rossie Soy, secretaria ejecutiva
de la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria,
dijo que "actualmente contamos con una Comisión
Nacional, presidida por monseñor Mario
Mestril, obispo de la diócesis de Ciego
de Ávila, e integrada por un delegado por
cada diócesis del país".
Explicó que "sólo está
autorizada la asistencia pastoral en algunas prisiones
(alrededor de 36 en todo el país) y la
atención se realiza personalmente".
A las familias de presos condenados a largos
años por ser opositores políticos
"también está dirigida nuestra
pastoral, ya que sufren igualmente la prisión
y separación de sus seres queridos, agravada,
en algunos casos por un régimen penitenciario
severo, dificultades en la comunicación
y la ubicación de los reclusos en centros
penitenciarios lejanos de sus lugares de residencia",
dice Rossie Soy.
La Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria
denuncia que esto constituye un castigo para sus
familiares, que tienen dificultades para asistir
a las visitas cuando se las permiten.
Panorama
- Estudios realizados demuestran que en Cuba
el 58% de los jóvenes reclusos iniciaron
sus actividades delictivas entre los 16 y 24 años.
- El 64% de ellos ni trabajaban ni estudiaban
al momento de delinquir.
- Sólo el 2% de los jóvenes reclusos
proviene de padres con estudios universitarios.
- Existe un plan de rehabilitación y de
reinserción en la sociedad. Actualmente
están incorporados a programas de superación
el 90% de los reclusos, y se imparten cursos de
superación personal en todos los centros
penitenciarios.
- También hay enseñanza en enfermería,
educación física, de nivelación
educacional y de aumento de la cultura en general.
- Y se incluyen cursos de idioma español,
geografía, apreciación literaria
y cinematográfica, así como de historia.
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