PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 6, 2004
 

El poeta Raúl Rivero: "Lo más grave de Cuba es la pobreza moral"

Milagros López de Guereño. La Habana. Especial. Clarín, Argentina, 4 de diciembre de 2004.

Raúl Rivero, el "poeta maldito" cubano, escritor, periodista y símbolo de la disidencia, habla con una velocidad tremenda mientras se acompaña del suave movimiento de una mecedora blanca. Está aprovechando el poco tiempo que los periodistas le dejamos libre para ponerse al corriente en la lectura de cartas y mensajes recibidos en sus 20 meses de prisión. Recién liberado, da la impresión de que no quiere complicaciones, sólo trabajar como lo hacía antes de su arresto junto a otros 75 disidentes; antes de su condena a 20 años de cárcel.

-Lo liberan con una "licencia indefinida" por salud, aunque su enfisema y las piedras en el riñón no son tan graves. ¿Es una libertad definitiva?

-Legalmente no lo es. Pero no se me dijo cómo debía ser mi conducta fuera de la cárcel. Me estoy comportando como me dicta el corazón. Me preguntan si se me sugirió irme de Cuba, pero realmente ha sido lo contrario. Que yo podía hacer mi vida normal aquí, como otros cubanos que entran y salen. Como un escritor. Quisiera sí salir y volver, porque hace 15 o 16 años que no me dejan salir de Cuba. Tengo una nieta que no conozco y hace diez años que no veo a mi hija.

-¿Influyó en su liberación la gestión de España?

-Sí, ya dije que estaré eternamente agradecido, también con José María Aznar porque cuando nos detuvieron a todos Europa tomó medidas duras. Sin aquello hoy no hubiera habido nada que negociar. Eso ha permitido que ahora José Luis Rodríguez Zapatero pueda tomar posiciones más mesuradas.

-¿Piensa salir definitivamente del país?

-Lo estoy estudiando. Estoy viendo qué va a pasar. Tengo una leve inclinación a que en algún momento me voy a tener que ir. Quiero seguir escribiendo. Hacer un artículo que usted me pida y yo le doy mi opinión honesta y firmándola en el país donde nací. Sin limitaciones.

-¿Teme no poder trabajar a su gusto?

-Exactamente. O que me dejen y después esos textos puedan servir para volver a la cárcel.

-¿Cómo se define: disidente u opositor?

-Yo soy un escritor. Un periodista cubano que vive aquí y que quisiera poder trabajar normalmente en su país. Estrictamente en español, sí lo soy, porque yo disiento de muchas cosas, de mi familia y de mis amigos. El hecho de que una persona no sea comunista no quiere decir que sea anticubano, viva donde viva.

-¿Cómo fueron sus condiciones de vida en la cárcel?

-El primer año estuve incomunicado, fueron once meses en una celda de castigo. Hablábamos entre los presos, pero no nos veíamos. Me sacaban una hora al día a un soleador individual, custodiado y esposado. Al final, ya podía ver TV, leer el periódico, incluso tener una biblioteca. Yo prestaba libros a otros reclusos.

-¿Qué lección le deja la prisión?

-Una gran amargura. Son dos años de mi vida. Ahora tengo idea de lo que vale un año en la vida de una persona. Nunca antes había estado en prisión. Fueron muchos sufrimientos, también para la familia, para mi madre que tiene 85 años, para mi mujer. Pero como escritor y periodista fue una experiencia insustituible y enriquecedora. Conozco ahora mejor a los cubanos. Para un escritor es una experiencia que no le deseo a nadie, pero que aprovecharé en mi trabajo.

-¿Cómo esta la disidencia?

-Tengo poca información, pero creo que la razia contra nosotros golpeó a la disidencia. Fue como un freno repentino, una llamada de atención. Casi no he hablado con nadie.

-¿El exilio de Miami es una alternativa para Cuba?

-Hay que tener siempre en cuenta al exilio porque es una parte de la población cubana, son cubanos; me parece una torpeza negar eso, aunque se les ponga la etiqueta de cubano-americanos o hispano-cubanos, o lo que sea.

-¿Qué cree del trabajo de su esposa y las otras de la organización Damas de Blanco?

-Yo estaba preocupado por ella, por represalias contra ella o las demás mujeres. Yo le pedía que no politizara esa posición, que se mantuviera con que era la esposa de un hombre que está preso. De todas formas, estando uno preso lo más importante es saber que alguien está acordándose de ti porque la prisión es una especie de muerte provisional: estás encerrado y sabes que la vida pasa pero tu no estás muerto, estas fuera de la vida.

-¿Pudo escribir en prisión?

-Escribí de todo, pero sólo podía sacar poemas de amor. Conservé todos los escritos. Nunca traté de sacarlos.

-¿Seguirá escribiendo como siempre, sin autocensura?

-El paso por la prisión tampoco me va a limitar a decir lo que yo creo. Ni voy a empezar a elogiar cosas en las que no creo.

-¿De qué va a vivir?

-Hasta ahora yo siempre he vivido de los artículos, ahí están las facturas. Si yo gano 100 dólares por un artículo que me pagan en el Herald ahora mismo, y llevo ocho años haciendo eso, y hago cuatro al mes.

-¿Qué opina sobre las últimas restricciones de Washington contra la isla?

-Siempre el gobierno convierte a EE.UU. en el culpable de la situación complejísima de pobreza que hay aquí. Dicen aquí que Bush define el nivel de la familiaridad a la gente. Pero eso empezó aquí. Cuando estaba prohibido escribir a los familiares del exterior. Yo no soy bobo ni soy extranjero, vivo aquí hace 59 años. Hace años a la persona que vivía en Cuba y le escribía a una tía vieja de Miami, era considerado un enemigo del gobierno. Y no se puede hablar de una emigración normal porque a ningún mexicano que se va a EE.UU. le confiscan la casa y le impiden que vuelva a México.

-Pero las medidas de Bush perjudican económicamente a las personas.

-Eso es muy molesto, pero lo más grave no son los problemas materiales o las carencias. Lo más grave es la pobreza moral. Uno puede reconstruir una calle, pero no puede reconstruir un sentimiento. Y las mismas personas a las cuales nos prohibieron tratar y escribir ahora obligatoriamente hay que amarlas porque son los que envían 40 dólares al mes. La gente se indigna por no poder recibir dinero, pero habría que indignarse por no tener un trabajo decente que le permita a uno vivir decentemente, sin robar, sin estafar y sin engañar para mantener tu familia.

-¿Se atreve a predecir el futuro de Cuba?

-No, pero puedo decir lo que creo que grandes sectores de la población quieren. Que se abran las puertas, que haya un pensamiento plural, se respete la soberanía individual, que la gente tenga una alternativa decente de trabajar. También decidir qué tipo de educación le doy a mi hija.

-¿Qué premios que ha recibido agradece más, como poeta o activista?

-Como poeta, sin dudarlo.

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