Surge
en el mundo la fidelmanía con una docena de libros
Ricardo Pacheco Colín.
La Crónica
de Hoy, México, 5 de diciembre de 2004.
En el umbral de la desaparición física
de Fidel Castro se ha desatado la fidelmanía
galopante por parte de las editoriales de varios
países del mundo, en especial las españolas;
al menos media docena de títulos circulan
en el orbe, amén de otros tantos en preparación,
en los que se intenta hacer un balance del caudillo
revolucionario cubano.
Angel Esteban y Stephanie Panichelli escribieron
Gabo y Fidel, el paisaje de una amistad (Editorial
Espasa), donde aseguran que ambos personajes "les
une una amistad de hierro que está por
encima de cualquier asunto, por delicado que sea".
Todo el tiempo de los cedros, de la diarista
de Granma, Katiuska Blanco; Fidel el desleal,
del periodista francés Serge Raffy; La
autobiografía de Fidel Castro, de Norberto
Fuentes; The devil and the deep blue: Fidel Castro's
Cuba, del periodista norteamericano Jon Lee Anderson,
entre otros.
Los adjetivos de los autores empecinados en este
juego de "dejar constancia" van desde
los conocidos de "héroe", "consecuente"
y "revolucionario" hasta los de "dictador",
"financiado por la CIA", "desleal",
"Torquemada moderno", etcétera.
Personaje complejo como el que más, al
comandante no puede mirársele desde una
sola óptica o desde un punto de referencia.
La periodista de Granma, Katiuska Blanco, ha
escrito Todo el tiempo de los cedros, la que se
puede considerar "la biografía oficial"
sobre lo que ella llama "el paisaje familiar
de Fidel Castro".
Blanco, quien trabaja muy cerca del canciller
Felipe Pérez Roque, hace una documentada
historia familiar de Castro, aunque el prólogo
alerta que "no es un inventario acucioso
de la realidad, ni siquiera un relato a pie juntillas
de la vida de un inmigrante gallego fundador de
un pequeño batey y de una familia numerosa,
dos de cuyos hijos forjarán después
una leyenda (Fidel y Raúl)".
Respecto de este personaje, el maestro Lorenzo
Meyer expresa: "el nombre de Fidel Castro
para mí significa una figura que en América
Latina despertó la ambición de transformar
nuestros países en dos sentidos: el de
la justicia social sustantiva y del antiimperialismo".
En cuanto a la etapa posterior a Fidel, "para
muchos estudiosos de la Cuba actual, el Partido
Comunista Cubano (PCC) ha logrado renovar sus
cuadros y puede funcionar sin él y sin
que su hermano Raúl sea el que herede el
mando".
Considera el maestro Meyer que el individuo es
importante, como ha sucedido en otras dictaduras
(Pinochet o Franco); "sin embargo, aquí
hay un partido y al final del tiempo éstos
son estructuras muy burocratizadas con intereses
que no es fácil desplazar.
"Una posibilidad es que el PCC logre aguantar
la sacudida que significará la muerte de
Fidel. En esta última situación,
siempre habrá quien aproveche el vacío
de poder. En todos los casos habrá muchas
posibilidades de una apertura, porque la situación
no puede mantenerse como está".
El escritor Manuel Aceves, autor de El Antilaberinto,
critica a Fidel una sola conducta: "signo
de salud mental es saber adaptarse ante el cambio
de las circunstancias. En este sentido yo criticaría
a Castro el no haberse adaptado al cambiante mundo
que le tocó vivir. Yo no voy a decir que
es un dictador, un canalla, perseguidor de jotos,
etcétera".
Porque para Aceves lo más importante
del líder cubano es que se trata "del
último baluarte de la hispanidad frente
a los anglosajones. Es el único que ha
tenido la fuerza, capacidad y el honor de defenderla".
Hay otro punto de vista que no se ha tocado,
asegura Aceves: "las revoluciones se hacen
para el pueblo, no para la clase media. La opinión
de los cubanos que llegan a México suena
exagerada: que no hay esto y lo otro, pero los
campesinos cubanos con Fidel conocieron la carne,
la leche, los huevos, pese al racionamiento. Se
benefició a los más jodidos, a los
pobres".
Concluye el ensayista que en la futura situación
postfidel "sería muy pertinente que
en Cuba entraran en tratos hasta con el diablo
aunque salgan chamuscados".
No obstante, un punto de vista diametralmente
opuesto manifiesta la escritora cubana nacida
en la Habana y avecindada en Barcelona, Zoe Valdés,
quien declaró hace poco al diario La Nación:
"En Cuba mis libros están censurados.
Circulan de manera clandestina. A veces, gracias
a bibliotecarios independientes. Aprovecho para
decir que 17 de esos bibliotecarios están
presos, condenados a 20 años de prisión
por el simple hecho de tener libros diferentes
en sus casas.
"Libros que fueron quemados en las calles.
Esto muy poca gente en el mundo lo sabe y quienes
lo saben se callan, porque es políticamente
incorrecto decirlo. No están mis libros
ni los de Reynaldo Arenas, aunque ahora, porque
murió, han empezado a editar algo".
Luego asegura Zoe, autora de Lobas de mar (Planeta
2003) y de Les Mistères de la Havane (2002),
quien maneja las estadísticas del régimen
de Castro: "80 mil desaparecidos y 15 mil
fusilamientos, de los que no se habla porque 'no
es políticamente correcto'".
En cuanto a los calificativos contra Fidel, en
el sentido de que es un dictador, Esteban Volkow,
nieto de Trotski, considera que "en las condiciones
en que está Cuba, un país sitiado,
prácticamente en estado de Guerra, debe
tener un régimen centralizado".
La Revolución Cubana es el trasfondo de
El lado frío de la almohada (Anagrama),
la última novela de Belén Gopegui,
quien asegura al diario El Mundo en pleno apoyo
a Fidel, que "Cuba es un material narrativo
sensible".
La autora asegura que no tiene noticias de que
"en Cuba se hubiera encarcelado a ningún
escritor por haber manifestado su opinión
y que se habían producido condenas por
trabajar para otro gobierno". Precisó
que "eso también está penado
en el Código Penal español".
Todos los derechos
reservados ® La Crónica de Hoy
|