Los
dilemas de Fidel
Rodrigo Pardo. El
Tiempo, Colombia, diciembre 2 de 2004.
¿Hasta dónde
funcionará la política de ablandamiento
diplomático a cambio de democratización
interna?
La liberación del poeta Raúl Rivero
y de otros miembros de la disidencia en Cuba le
abren a ese país un camino de cambio. El
régimen podría, con un gran beneplácito
mundial, darle una mano a esa oposición
fortalecida y, ahora, con una figura visible y
simbólica. ¿Lo hará Fidel?
¿Aprovechará la oportunidad o, como
ha hecho en otras ocasiones, después de
entreabrir la puerta a nuevos aires, volverá
a cerrarla?
La pregunta central es qué buscaba Castro
con la liberación de estos 12 integrantes
del 'Grupo de los 75', encarcelados desde el 2003
por conspiradores y aliados de Estados Unidos.
Y todo indica que se trataba de enviar un mensaje
a la comunidad internacional en el sentido de
que los esperados cambios democráticos
en la isla son más factibles en la medida
en que haya más tolerancia hacia el régimen.
Que la mano blanda del gobierno socialista español
produce mejores resultados que la línea
dura de Bush. Porque la libertad de Rivero y compañía
forma parte del reciente cambio de política
de España, país que había
cortado relaciones con Cuba bajo el régimen
del PP y que ahora acaba de restablecerlas, a
nivel de consulado, en el gobierno de Rodríguez
Zapatero.
Pero si bien la señal enviada por Castro
le sirve para inclinar la balanza de quienes pregonan
una política de entendimiento frente a
los partidarios del aislamiento de Cuba, su jugada
tiene también una connotación riesgosa.
El mundo le ha respondido que sólo puede
aspirar a la normalización de sus relaciones
diplomáticas en la medida en que mejore
las garantías para la oposición
y hasta inicie una transición hacia la
democracia. Y no es difícil prever que
la dosis de esta receta que Fidel está
dispuesto a entregar es mucho más reducida
de lo que esperan en el exterior. Hay que ver
la prudencia con que reaccionó Holanda,
actual presidente de la Unión Europea,
a las liberaciones del poeta y sus compañeros.
Bienvenidas, pero no crea que basta con ellas,
parecería ser la consigna.
Al régimen castrista no le conviene un
aislamiento y por eso cuenta, como pétalos
de margarita, los amigos que gana y los que se
le van. El campo de las pérdidas se movió
a raíz de los fusilamientos de tres personas
que secuestraron el año pasado un ferry
en La Habana. Actitud ante la cual Europa puso
distancias y alineó en contra a ex aliados
como José Saramago, el premio Nobel portugués
y comunista.
En el otro lado de la balanza, el régimen
acaba de recibir con bombo y platillos la visita
del presidente chino, Hu Jintao. Valiosa, por
el creciente peso de la China, pero sobre todo
por el contenido económico de los acuerdos
que firmó con Fidel. Los cuales estipulan,
entre otros, la inmediata exportación de
4.000 toneladas anuales de níquel cubano
a China y la creación de una nueva planta
de ferroníquel para la extracción
del mineral en la isla. Y con otra gabela más:
el apoyo del gigante asiático no tiene
como premisa la de "apoyo a cambio de democratización".
En cuanto a América Latina, las últimas
movidas han jugado a favor de Cuba. En particular,
la consolidación de una estrecha alianza
con la Venezuela de Chávez, el cambio de
actitud de Argentina desde la llegada al poder
de Néstor Kirchner, una aceptable relación
con el Brasil de Lula y el anuncio de que el nuevo
mandatario uruguayo, Tabaré Vásquez,
reabrirá embajadas.
Y en este ajedrez, ¿cómo jugará
Bush en su segundo cuatrienio? La mayoría
de las apuestas apuntan a que mantendrá
la línea anticomunista, fortalecida por
Condoleezza Rice y necesaria para agradecer el
voto de los cubanoamericanos de la Florida, que
fueron clave para su elección. Sin embargo,
¿habría cabida para un planteamiento
como el que Castro le acaba de hacer a España?
Es decir, ¿un intercambio de apertura política
interna por flexibilización diplomática?
No hay que olvidar que la absurda política
del embargo tiene muchos críticos (ya hasta
José Pardo Llada la cuestiona) incluso
en el Partido Republicano, por su fracaso contundente
y evidente. Todo dependerá de la actitud
de Fidel: ¿se volverá a radicalizar
o actuará con pragmatismo?
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