Dan reversa a reformas en
Cuba
Ángel T. Ramos. Proceso.
Diario Digital, México, 8 de agosto del
2004.
La Habana- En Cuba, el oficio privado de payaso
ha sido abolido por decreto, de manera que, en
breve, los niños cubanos sólo podrán
amenizar sus festejos con payasos registrados
en la plantilla laboral del Estado.
Una regulación del Ministerio del Trabajo
-que entrará en vigor dentro de dos meses-
canceló la renovación de licencias
a 40 oficios que ejercían miembros de la
iniciativa privada o cuentapropistas, como se
les llama en el país. Quedan en vigor otros
118. Pero la nueva regulación dispone que
sólo podrán trabajar de manera privada
las siguientes personas: jubilados, amas de casa,
discapacitados, desempleados y trabajadores de
entidades estatales que sean autorizados para
practicar algún oficio en su tiempo libre.
José Raúl Cortina, de 34 años,
convirtió la cochera de su casa -ubicada
en la calle 29 del municipio habanero Playa- en
un modesto salón de peluquería.
Durante siete años logró hacerse
de una clientela que le aportaba ganancias suficientes
para sortear la angustiante carestía, pues
no podía alimentarse sólo con los
productos subvencionados de la cartilla de racionamiento.
"Vino a verme un inspector que controla
a los cuentapropistas y me dijo que tenía
que vincularme a un centro de trabajo y atender
la peluquería en mi tiempo libre. Me advirtió
que, de no cumplir con esa disposición,
me cerrarían la peluquería. Pero,
de hecho, me la han cerrado porque para atender
a mis clientas tendría que buscar un trabajo
como vigilante nocturno. Y esa doble tarea no
hay quien la aguante", explica José
Raúl, desesperado por hallar una pronta
solución a su problema.
La semilla del capitalismo
En Cuba, el autoempleo fue legalizado en 1994,
como parte de un paquete de moderadas reformas
que el gobierno de Castro aplicó para enfrentar
la profunda crisis económica que sacudió
al país a partir del desplome de la Unión
Soviética.
Mecánicos, carpinteros, pasteleros, reparadores
de calzado y restauranteros -entre otros- pudieron
brindar servicios que el Estado no proporcionaba
por estar prácticamente en bancarrota.
Desde el extranjero, muchos vieron esta medida
con optimismo: era la semilla del futuro sector
privado.
De hecho, durante los primeros tres años
de esa legalización hubo un boom del cuentapropismo.
Para el primer trimestre de 1997 existían
ya 180 mil 916 trabajadores por cuenta propia.
Sin embargo, actualmente la cifra es de sólo
99 mil 476 personas, que representa el 2.1 por
ciento de la fuerza laboral. La razón del
decrecimiento: las autoridades desplegaron una
soterrada política de hostigamiento contra
estos trabajadores, la cual incluyó medidas
restrictivas, un ejército de inspectores
y una drástica alza de impuestos. El resultado:
se paralizó el desarrollo del sector privado.
La nueva regulación del Ministerio del
Trabajo justifica: el autoempleo fue concebido
como "un complemento de la actividad estatal",
necesario en un escenario de crisis como el vivido
en los años 90, pero con la actual reanimación
de la economía ya existe "la posibilidad
de que un grupo de actividades -desarrolladas
por los trabajadores privados- sean asumidas por
el Estado".
"Se trata esencialmente de un retorno al
control político maximizado", dice
a Proceso la socióloga María Antonia
Ortiz.
Y explica: "El hecho de trabajar y cobrar
salario en un centro laboral donde el dueño
es el Estado induce al individuo a cumplir con
los parámetros políticos que le
exijan las autoridades, por temor a perder su
puesto de trabajo. El individuo con una ocupación
autónoma, por supuesto, tiene un mayor
margen de independencia ante los reclamos del
poder político".
'Parqueadores' estatales
Se les llama parqueadores. Su trabajo: cuidar
los automóviles estacionados en las calles.
Surgieron de manera espontánea durante
la crisis de los 90. Son, en su mayoría,
hombres jubilados que buscan mejorar sus pensiones
con las propinas de los dueños de autos.
Los parqueadores constituyen uno de los símbolos
visibles de la desigualdad social que surgió
a partir de la dolarización de Cuba. Un
reciente estudio sobre la economía del
país realizado por la Cepal y difundido
en medios oficiales en La Habana reconoció
que "el proceso de reformas económicas
estimuló el crecimiento del PIB y el empleo,
pero también generó desigualdades
sociales".
Nacho Jiménez tiene 70 años. Es
jubilado del Ministerio del Interior y recibe
mensualmente 200 pesos (unos ocho dólares)
de pensión. "Ese dinero no me alcanza
ni para resolver la comida de 15 días",
dice.
Aunque es propietario de su casa, el costo del
consumo de electricidad, teléfono, gas
y agua, con tarifas subvencionadas por el Estado,
asciende a unos 120 pesos mensuales. Con otros
50 pesos adquiere la reducida e inestable cuota
de alimentos, para cuatros personas, de la cartilla
de racionamiento. Pero para poder comer durante
toda una quincena tiene que acudir a los supermercados
de venta en divisas y a los denominados mercados
agropecuarios, donde los altos precios están
regulados por la ley de la oferta y la demanda.
Nacho debe conseguir al menos unos 25 dólares
extra al mes para proporcionar a su familia, de
cuatro personas, artículos como jabón
de baño, pasta dental, detergente, pollo,
puré de tomate y aceite de cocina. Y desde
hace unos 10 años consigue ese dinero trabajando,
de 10 de la mañana a 7 de la noche, como
parqueador en uno de los mayores supermercados
de divisas de La Habana.
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