'Lula'
da oxígeno a Fidel Castro
El presidente brasileño llega a Cuba
en visita relámpago y rompe el cerco contra
el régimen comunista. El ex líder
sindical se niega a reunirse con disidentes cubanos
César González-Calero/Corresponsal.
El Universal.
México, sábado 27 de septiembre
de 2003.
La Habana.- Sin grandes alharacas, esquivando
las declaraciones públicas y con un séquito
de lujo (ocho ministros, más de 50 empresarios,
varios parlamentarios), el presidente de Brasil,
Luiz Inácio Lula da Silva, rompió
ayer el cerco de La Habana y dio un balón
de oxígeno a su antiguo mentor, Fidel Castro,
un presidente al que en los últimos meses
sólo ha visitado un gobernante latinoamericano,
el venezolano Hugo Chávez, amigo y aliado.
Oxígeno político, porque en el
ámbito comercial, ayer causó sorpresa
que finalmente no apareciera entre los acuerdos
bilaterales firmados la esperada y publicitada
concesión por parte de Brasil de una línea
de créditos a Cuba por importe de 400 millones
de dólares.
A mediodía, en el aeropuerto José
Martí de la capital cubana, un sonriente
Castro (77 años) recibió a Lula
da Silva (57) al pie del avión, sin protocolo,
con la calidez que se esperaba. Las dos concepciones
de la izquierda latinoamericana se hicieron visibles
en la vestimenta de los mandatarios. El cubano,
con su tradicional uniforme verde olivo; el brasileño,
de traje y corbata. Se fundían así
en un abrazo el defensor a ultranza del sistema
unipartidista y la economía centralizada,
y el progresista que compagina audaces programas
sociales con bendiciones hacia el modelo capitalista.
Ortodoxia y pragmatismo encarnados en dos viejos
amigos que han seguido rumbos diferentes desde
que se conocieron hace más de 20 años,
pero que ayer abordaron el mismo Mercedes-Benz
negro para abandonar la terminal aérea.
La visita de Lula supone, antes que nada, un
triunfo político para Castro.
La oposición de Brasil al embargo impuesto
a Cuba por Estados Unidos y el empeño del
país sudamericano en rescatar a la isla
de su aislamiento internacional son vitales para
el régimen cubano. "Es una foto feliz",
dijo el comandante mientras posaba junto a Lula
en la ceremonia de recibimiento oficial. El encuentro
entre ambos dirigentes fue "el de dos amigos
con gran disposición para cooperar",
según fuentes de la delegación brasileña.
Ayer por la tarde, en el Palacio de la Revolución
y en presencia de Castro y Lula, los ministros
de ambas delegaciones firmaron 12 convenios (de
los que se ofreció información muy
general) que afectan a sectores como el turismo,
la pesca, la educación, el medio ambiente
y la salud, entre otros, y a la renegociación
de la deuda de Cuba con Brasil (40 millones de
dólares). En cuanto a la línea de
crédito de 400 millones de dólares
que algunas fuentes daban por aprobada, Luis Henrique
Rosati, directivo del Banco Nacional de Desarrollo
Económico y Social de Brasil (BNDES), declaró
escuetamente que "habrá financiación
a las exportaciones brasileñas cuando se
definan las oportunidades de negocio". En
cualquier caso, la amplia presencia de empresarios
brasileños augura negocios futuros, en
un momento en que Cuba necesita socios comerciales
tras la grave crisis diplomática abierta
con la Unión Europea.
El clima de entendimiento entre Castro y Lula
contrasta con la nula atención que ha despertado
en el presidente brasileño el asunto de
los derechos humanos en la isla. Miembros de la
disidencia interna y esposas de los 75 opositores
detenidos en marzo solicitaron formalmente entrevistarse
con él.
Antes de aterrizar en La Habana, Lula descartó
en México esos encuentros. "No es
una buena política meterse en la política
interna de un país".
Vladimiro Roca, de la organización Todos
Unidos, declaró anoche a este periódico:
"Espero al menos que (Lula) hable con Castro
del tema de los derechos humanos, los presos y
la democracia".
Hoy, antes de regresar a Brasil, Lula visitará
a 40 de los 600 jóvenes brasileños
que estudian en Cuba, hablará en un foro
empresarial y mantendrá una nueva entrevista
con Castro.
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