LABORALES
¿Solidaridad?
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Una
nutrida delegación de sindicalistas franceses
hizo su entrada en La Habana a ritmo de Marsellesa.
Y como el papel aguanta todo lo que le ponen,
vinieron a estrechar los lazos de amistad e intercambios
con los trabajadores cubanos del sector alimentario,
establecidos desde hace una década.
Pero no fueron a las destartaladas, semiparalizadas
o ineficientes empresas del sector, ni se preocuparon
por indagar sobre la crítica realidad por
la que atraviesan sus homólogos en la Isla,
y mucho menos averiguaron la sistematicidad de
las violaciones de los derechos sociolaborales
de sus anfitriones.
No les dio tiempo, o no estaba contemplado en
la "carta de viaje" para el recorrido
virtual a través del paraíso del
obrerismo revolucionario. Los recibió Pedro
Ros Leal, secretario general de la Central de
Trabajadores de Cuba, en la sede de la institución.
Allí sólo se escucha de victorias,
emulaciones, enfrentamientos al imperialismo,
proezas laborales, mecanismos seguros para la
calidad del vida del obrero, hechos inexistentes
del otro lado de la puerta del recinto desde donde
se cuida la tumba de los derechos sindicales de
los cubanos.
Para los miembros de la Federación Nacional
Agroalimentaria (FNAF) de la Central General de
Trabajadores de Francia no hubo, o no quisieron
ofrecerla, la oportunidad de constatar in situ
la realidad oculta detrás de los mojitos,
¿Cuba libres? y otros elementos líquidos
y sólidos empleados por "los representantes"
de la clase trabajadora cubana para agasajar a
sus invitados.
Con un salario medio mensual de 265 pesos -diez
dólares al cambio oficial- los trabajadores
del sector alimentario en Cuba sólo pueden
adquirir un litro de aceite, un kilogramo de carne
de res y algunos cuadritos de caldo de gallina
para todo el mes.
Además, necesitan -y no tienen derecho
a reclamar- las condiciones mínimas de
trabajo, los implementos y equipos adecuados para
laborar, el calzado y el vestuario, ni el respeto
a los convenios colectivos entre los sindicatos
y los empleadores -el gobierno- pues de 58 mil
trabajadores sujetos a los diferentes sistemas
de una supuesta estimulación por los resultados
finales de la producción, los servicios
y la reducción del gasto material, sólo
la cobró el 57 por ciento del total en
el año 2000, e inferior cantidad en 2001
y 2002.
Esta realidad, a la que faltan situaciones humillantes
en cuanto a las obligaciones extralaborales bajo
condicionamientos ideológicos y políticos,
seguro no fue informada a los representantes de
la FNAF por los voceros de la CTC.
Mientras Christian Alliawne, secretario general
de la FNAF y jefe de la comitiva visitante, expresaba
la seguridad de que a partir de ahora crecerá
aún más este acercamiento, los sindicalistas
independientes Miguel Galván Gutiérrez,
Carmelo Díaz Fernández, Pedro Pablo
Alvarez Ramos, Nelson Molinet Espino, Héctor
Raúl Valle Hernández, Lázaro
Felipe Fuentes e Iván Hernández
Carrillo cumplen condenas de 12 a 26 años
en diferentes cárceles de la Isla, por
defender los derechos de una clase trabajadora
que la delegación francesa considera en
libertad, debido a su ceguera o a su confabulación
con los opresores.
Pero si conocen que en Cuba la libertad no existe;
la igualdad es una quimera y la fraternidad la
tiran por el suelo quienes obvian la realidad
opresiva imperante en la nación cubana,
¿por qué no se van con su Marsellesa
a otra parte, y dejan de hacerle el juego a los
que en vez de representar a los trabajadores y
sus intereses, los reprimen y ocultan con despidos,
cárceles, consignas, y en el mejor de los
casos, con manipuladas informaciones?
Si el encuentro sindical Cuba-Francia fuera en
realidad por el bien de los trabajadores, los
dirigentes franceses exigirían a su contraparte
cubana la puesta en práctica dentro de
la Isla de todos los convenios recogidos por la
Organización Internacional del Trabajo
(OIT), como un verdadero acto de solidaridad.
cnet/09
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