POLITICA
Sin
perder la perspectiva
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Los
bombardeos selectivos contra la figura de Elizardo
Sánchez se han intensificado, después
de haberse publicado el libro que hace referencia
al destacado opositor cubano. O bien no se lograron
los efectos que se querían con la publicación
del texto, o no fue suficiente para socavar el
prestigio del luchador pro derechos humanos.
Algunos se han impactado con las imágenes
presentadas en televisión, y se cuestionan
si Elizardo es en verdad un agente al servicio
del gobierno cubano. Otros prefieren dejar espacio
a las dudas, por aquello de que desde que Nat
King Coll cantó con su hija, veinte años
después de muerto, todo es posible en el
mundo de las imágenes.
Los cubanos de dentro -ni los que viven en el
exilio- no debemos seguir haciendo eco a estas
campañas. Todo este montaje solo busca
ahondar la desconfianza y el recelo para aislar
a los luchadores cívicos en Cuba, del pueblo
y del mundo. Su objetivo principal es desviar
la atención de la realidad que vive el
pueblo cubano, con sus libertades conculcadas.
No resultaría sorpresivo que Elizardo
Sánchez hubiera pensado en la posibilidad
de trabajar en la búsqueda de caminos de
diálogo, levantamiento del embargo de Estados
Unidos y comenzar una transición donde
él apareciera como la figura principal
o garante de los cambios pacíficos entre
el gobierno cubano y las incipientes fuerzas cívicas
en la Isla. Es una hipótesis posible, dado
que Elizardo nunca negó su disposición
para el diálogo. Tampoco negó sus
convicciones socialistas, por lo que fue señalado
como comunista y dialoguero, por opositores internos
y del exilio.
Eso no es secreto para nadie. Lo que hay que
cuestionarse es por qué el gobierno, a
través de estos periodistas que revelan
el material dado a ellos por la policía
política, ahora quiere destruir la imagen
de quien, según ellos, brindó tan
excelentes servicios a la fuerza de represión.
Lo que sí ha quedado en evidencia es lo
difícil de lograr un diálogo serio
con funcionarios gubernamentales, mucho menos
si son oficiales de la policía política
o del ejército. Ese diálogo sólo
es viable por los caminos de la consulta popular,
como propone el Proyecto Varela.
Ninguna personalidad o institución está
inmunizada contra el doble juego que realizan
las autoridades cubanas. Hay muchas figuras y
personalidades en Cuba, y fuera de Cuba, que creen
honestamente en la capacidad de diálogo
del gobierno. Recordemos aquel encuentro en Madrid,
entre Gutiérrez Menoyo y otros exiliados
con Roberto Robaina, entonces Canciller de Cuba.
Parecía posible el diálogo serio
y sereno sobre los asuntos de Cuba. Pero a los
pocos meses el jefe de la diplomacia cubana dejó
de serlo, y envueltos en la nebulosa de su destitución
se fueron los asuntos tratados entre él
y los exiliados. Lo que dijo o prometió
en Madrid quedó en el aire.
Si Elizardo Sánchez creyó seriamente
en la posibilidad de llegar a un acuerdo con personas
que por su rango parecían ser representativas,
se equivocó. No se puede llegar a tratos,
ni plantear diálogos con personas que no
tienen poder de decisión frente a un poder
totalitario que lo abarca todo.
Se impone una reflexión sobre el trabajo
realizado por Santa Cruz. Si era tan buena su
función como agente gubernamental por qué
fue tan efectiva su labor denunciando la situación
de los derechos humanos en Cuba, que logró
la condena casi consecutiva de Cuba en la Comisión
de Derechos Humanos de la O.N.U. con una sola
excepción, después de la visita
de Juan Pablo II a Cuba en 1998.
Es conocida la carta presentada por varios disidentes
cubanos, entre ellos el ahora "camaján",
que solicitó explícitamente la no
inclusión de Cuba en los acuerdos de Cotonou,
dado el clima de irrespeto a las libertades y
derechos de los ciudadanos existente en el país.
Con esta avalancha caída sobre el presidente
de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional se ha logrado congelar el clima de confianza
en la posibilidad de cambios en la Isla a través
de un diálogo franco entre las autoridades
y cualquier institución o personalidad.
Lo verdaderamente necesario es no perder de vista
la realidad que está viviendo el pueblo
de Cuba. Si Elizardo es culpable o no, y hasta
dónde lo es, sólo lo dirá
la historia y su trayectoria futura. Lo cierto
y evidente es que los cubanos no tenemos las libertades
y derechos proclamados por la carta universal
de la ONU.
Lo que es evidente es que la violación
de esos derechos llega a la misma Constitución
cubana, cuando el Proyecto Varela, presentado
según lo establecido por miles de firmas
de ciudadanos, ha sido ignorado por el gobierno.
Lo real es que en las cárceles cubanas
existen presos políticos sufriendo largas
condenas después de haber sido sometidos
a juicios sin garantías, lo que se ha hecho
más irrebatible con el encarcelamiento
de los más de setenta y cinco periodistas
independientes y activistas cívicos.
A Elizardo, estas palabras que dirigió
Jesús a su amigo Lázaro, aparentemente
vencido por la muerte: "¡Levántate
y anda!" cnet/43
|