SALUD
PUBLICA
Crónica
de un dolor de muelas (I)
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Llevo
tres días con un dolor de muelas que no
me deja pegar un ojo. A todas las clínicas
que he ido me dicen lo mismo: no hay anestesia.
Una punzada me taladra el lado derecho de la
cara. Para colmo, todas las muelas parecen que
se sumaron al coro de la rebelde. Ya no sé
si lo que tengo es otitis, migraña o sinusitis.
Todo se mezcla e una extraña sinfonía
que me agota los sentidos.
Entre el no dormir y el malestar parezco una
caricatura. Unas ojeras cenizas describen un óvalo
alrededor de mis ojos Mi color parece el de cartón
cuando ya está viejo. La comida no la puedo
masticar, apenas si puedo hablar.
No es culpa mía el que esté así.
Hace días que ya veía venir esta
crisis. Si me hubiera sacado a tiempo la muela
no habría llegado a esto, pero en las clínicas
dentales de La Habana parece que la anestesia
se ha exiliado. Aparte de esto, el servicio estomatológico
estatal es pésimo. Es común ver
en los departamentos de estomatología,
como la escuela de Carlos III y otras clínicas
municipales, largas filas de personas que no pueden
ser tratadas por diferentes razones.
Cuando no falta la amalgama, es que se rompió
el compresor y la temida maquinita no funciona.
También un apagón puede sorprenderlo
en medio de una extracción, como me ha
sucedido a mí. En ese instante, si está
anestesiado para sacarle la muela, hay que esperar
a que venga la luz y volverlo a anestesiar, pues
muchas veces pasa tanto tiempo que la anestesia
ya es vieja y no rinde como debiera. Si tarda
más de cuatro horas en llegar la luz -los
apagones son de 5 y 6 horas sin contar que las
policlínicas no tienen plantas- debe regresar
al otro día temprano para ver si alcanza
alguno de los 20 turnos que se reparten diariamente.
Una opción que tenemos es la de acudir
a los particulares. Muchos pagan gustosos los
50 pesos porque les saquen de la boca al incómodo
huésped.
Pero, ¿qué hacer si no hay dinero?
Esperar, esperar entre rabiosos dolores.
Pero, fatalidad. Ni los particulares tienen medicamentos
en estos momentos. Parece que el corte es total.
Lo que indica que el cubano con una dieta que
hace más de 15 años es insuficiente
en calcio, pasará las de Caín. Sin
calmantes, amalgama para empastes, ni anestesia,
apagones y falta de calcio, lo que viene no es
de amigos.
Ya estoy que no aguanto más. Parezco un
perro con sarna. Ya he tomado duralgina, meprobamato,
diazepán y unas caritativas pastillas de
ibuprofén que un amigo me regaló.
Pero nada me calma, el dolor persiste. Aunque
no quiera las lágrimas me salen involuntariamente.
La desesperación y la impotencia me invaden
al ver las cínicas declaraciones de la
jerarquía sobre la carencia de médicos
en el mundo, y aquí no se calma ni un dolor
de muelas.
Es en estos momentos cuando más se experimenta
la rabia contra un sistema que se dice todoprovidente.
En todo caso, todoprovidente de desgracias. Sigo
sin entender el sin sentido de un sistema de salud
capaz de diagnosticar, pero no de curar.
Es como si a un condenado a la horca el verdugo
le explicara el hermoso mecanismo por el cual
la soga obrará el milagro de su muerte.
¿Qué harán los personeros
del régimen cuando tienen males de salud?
¿Se levantarán a las 4 de la mañana
para marcar en algún laboratorio o consulta?
¿Se les podrá decir después
de haber dormido en una escalera la noche entera
para alcanzar turno, que la esterilizadora no
funciona, que el médico no vino o que no
hay instrumentos?
¿Después de esto tendrá
valor para decir que el régimen sigue siendo
sabio? Creo que las respuestas a estas preguntas
son conocidas. No hay necesidad de contestarlas.
Pero no más lamentos. Yo mismo me he decidido
a resolver este problema. El oxidado alicate con
el que bajo las calderas del fogón me servirá
para extraerme la muela yo mismo, porque de seguir
así, terminaré suicidándome.
Así que manos a la obra. cnet/32
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