ECONOMIA
INFORMAL
La
ducha merolica
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - Las
tiendas que venden en dólares han comercializado
unas duchas eléctricas que cuestan treinta
y tantos dólares -más de 700 pesos-
y que consiguen tibiar el agua a una temperatura
agradable. El producto, fabricado en Brasil, era
la única opción de su tipo, pero
por su precio queda fuera del alcance de la mayoría
que no dispone de ingresos para costearse este
lujo.
Además, sus resistencias deben ser sustituidas
cada dos meses aproximadamente, debido a que suelen
calcificarse. El precio de cada resistencia es
3.50 dólares.
Pero poco después de comercializarse las
duchas de Brasil, unos habaneros emprendedores
comenzaron a vender de puerta en puerta una ducha
hecha por ellos, de acero inoxidable, cuyo consumo
energético resultó inferior al de
su homóloga brasileña, y además,
no era necesario cambiarle las resistencias. El
modelo "merolico" sólo requería
limpiar cada cierto tiempo la resistencia bajo
la pila para eliminar sarro y acumulaciones de
sales, cloro y suciedad.
La ducha fabricada por estas personas se cotiza
a 80 pesos. Este precio, aunque mucho más
bajo que el de las tiendas dolarizadas, tampoco
está al alcance de todos los bolsillos,
pero incuestionablemente es más popular
que su inaccesible hermana brasileña. Luego
de un tiempo sumida en los azares de la semi clandestina
venta ambulante, la "ducha merolica"
sentó sus reales en el llamado mercado
artesanal industrial, en donde conserva su precio
original de 80 pesos.
Cualquiera, fuera de nuestro medio, podría
pensar que ganar la legalidad de un mercado oficial
representó el fin de los azares de la "ducha
merolica", pero no fue así. Alcanzar
la legalidad presupone hacer frente a una legión
de inspectores dispuestos a "defender"
los intereses del estado, supuestamente afectado
en sus ganancias por la "ducha merolica".
Así, sus fabricantes y los que la comercializan
deberán justificar los materiales y hasta
el último tornillo empleado en su manufactura.
Si consiguen salir airosos de esta prueba, quedará
lo más difícil: tendrán que
demostrar que su calidad de vida no ha mejorado
de forma ostensible. Esto quiere decir que tendrán
que conseguir no ser calificados de "macetas",
o sea, personas que ostentan un estándar
de vida un poco por debajo del que disfrutan los
escogidos miembros de la nomenclatura político-militar
que detentan el poder en Cuba, o el de sus protegidos,
al frente de las empresas y negocios corporativos
mixtos, establecidos en la Isla para el trasiego
del dólar.
Aún y cuando consigan salir airosos en
cada uno de los obstáculos que pondrán
en su camino policías, delatores y envidiosos,
corren el riesgo de que caiga sobre ellos la decisión
inapelable del más alto nivel de dirección
política del país, que los sacará
del negocio sin mediar explicación alguna.
En Cuba ser productivo, creativo o próspero
no constituyen garantías para una vida
segura y mejor. Los creadores de la "ducha
merolica" pueden correr la suerte de aquellas
Cooperativas de Producción Agropecuaria
cerradas hace algunos años por ser demasiado
rentables, y porque una de ellas alcanzó
una ganancia neta de 14 millones de pesos en un
año, con sólo una decena de cooperativistas.
Cuando algo así sucede, la explicación,
si es que la hay, señala una decisión
del antes mencionado "más alto nivel....",
que suele tener carácter inapelable. Este
"más alto..." si bien no ha sido
muy atinado para darle una vida mejor al pueblo
de Cuba, reprime, encarcela y mata con singular
eficacia. Como bajo el sol siempre aparece algo
positivo, o cuando menos compensatorio, el consejo
es: apúrese y hágase de su "ducha
merolica". Son mejores y más económicas.
Parafraseando aquel spot publicitario televisivo
de antaño, hoy puede decirse sin riesgo
de error que consumir lo que el trabajador por
cuenta propia produce ayuda a la patria, fortalece
la libertad y hace crecer la sociedad civil. cnet/47
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