POLITICA
Chávez:
el discípulo amado
LA HABANA, septiembre (www.cubanet.org) - El
presidente venezolano Hugo Chávez ha pasado
de imitar con su mímica al gobernante Fidel
Castro, a poner en práctica las lecciones
sobre "Cómo ser un buen dictador y
no morir en el intento".
Al igual que su maestro quiere presentarse ante
la comunidad internacional como el bienhechor
de Venezuela, que por la pérfida conspiración
de la oposición no puede cumplir sus promesas
de bienestar para el país.
Por esto se ha sacado de la manga un proyecto
legislativo llamado "ley de responsabilidad
social", un calco de la ley 88 o ley Mordaza
cubana.
Dicha ley, la cubana, sentencia a prisión
a todos aquellos que disienten del "proceso
revolucionario", invocando la soberanía
y la seguridad del país. Su homóloga
venezolana, al parecer, va por el mismo camino.
Sus puntos son tan imprecisos como ambiguos,
y abren el camino para cualquier atropello que
se quiera cometer contra el que adopta una postura
critica respecto al proceso bolivariano.
Atajando el desastre, el director ejecutivo de
Human Rights Watch, José Miguel Vivanco,
advirtió que habría sanciones fuertes
de la comunidad internacional de aprobarse la
ley.
Pero, obviamente, al igual que Cuba o el maestro,
que es lo mismo, Chávez ha empezado a ejercitar
la sordera con respecto a los reclamos democráticos
del mundo.
Haciendo caso omiso de las advertencias de Vivanco,
el Consejo Electoral prohibió las propagandas
por el "sí" del referéndun
revocatorio del mandatario que la oposición
estaba desarrollando.
Recientemente se ha anunciado una campaña
de alfabetización que cuenta con el respaldo
de Cuba con la donación de 100 mil cuadernos
escolares y un millón de televisores a
color marca Panda, de fabricación china,
y video-caseteras.
Aunque en la Isla escasean las libretas y los
televisores a colores son un lujo para quienes
reciben dinero del extranjero, tienen un buen
negocio en el mercado negro o poseen un buen historial
de "chivatiente" en el barrio, el gobierno
cubano anunció que el donativo hecho a
Venezuela era un sobrante de las arcas del reino.
En el afán de seguir las enseñanzas
de La Habana, la Revolución Bolivariana
se inventó un norteamericano que sería
la cabeza pensante de la oposición. A falta
de un James Cason estará Charles Chapiro,
embajador de Estados Unidos ante Venezuela, acusado
por el vicepresidente Rangel de intromisión
en los asuntos internos del país y de liderar
a la contrarrevolución interna.
Que Chávez está peleando duro por
ganarse el diploma de oro que le expedirá
La Habana, no cabe duda. Sólo está
por ver si el aplicado alumno durará en
la profesión. cnet/32
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