Bienaventurados
Oswaldo José Payá
Sardiñas. El
Nuevo Herald, 26 de octubre de 2003.
Bienaventurados los prisioneros de la primavera
de Cuba porque tienen hambre y sed de justicia
La Habana -- Tony Díaz, del Movimiento
Cristiano Liberación, está preso
en la prisión provincial de Holguín,
a mil kilómetros de distancia de Marianao,
del barrio de Zamora. Entonces su esposa Gisela,
sus hijas Yeni, de 16 años, y Lázara
Massiel, de 4, y su hermano Carlos, tienen que
realizar un viaje largo y lleno de las dificultades
de la Cuba de los pobres para poder verle.
La visita es cada tres meses y el 14 de octubre
su familia cargó con ''la jaba'': un poco
de azúcar, otro de leche en polvo, un poco
de aceite, polvo de refresco sintético,
pero nada de proteínas, ya que no las dejan
pasar. Sólo permiten treinta libras de
alimentos para noventa días y se incluye
el peso de los envases.
Piensen que estos prisioneros viven en jaulas
en las que no pueden caminar tres pasos a lo largo,
ni estirar los brazos a lo ancho porque chocan
con la pared. Allí alguna vez al día
les dejan recoger agua en algún envase
y les pasan la comida, que es muy poca y muchas
veces en mal estado, descompuesta. Es la tortura
del hambre física. Es posible que algunos
de los que lean este artículo nunca hayan
tenido esa experiencia: la de tener hambre todo
el día, todos los días y no tener
nada que comer.
Muchos cubanos, muchos, cientos de miles, han
estado presos o confinados y saben de lo que hablamos.
Pero este caso es extremo. Es, como hemos dicho,
"tortura''.
Un recurso para reducir al prisionero al mínimo
de sus capacidades físicas y mentales.
Este cuasianiquilamiento se completa con la aproximación
al aislamiento perceptual, la nube de mosquitos
y en muchos casos ratas y ratones. Arbitrariamente
les confiscan la correspondencia, les niegan las
medicinas, inclusive cuando se las llevan sus
familiares, ya que en la prisión, según
los guardias "no les falta nada''.
Ahora llega el invierno, que en Cuba no es muy
intenso, pero suficiente para que en las noches
en esos campos de sufrimiento el frío no
deje dormir. La prisión no facilita nada
más que dolor, humillación y raciones
de comida del modus muriendi.
La familia de Tony Díaz Sánchez,
que es uno de los coordinadores del Proyecto Varela,
debe llevarle al preso lo que llaman ''el aseo'':
jabón, desodorantes, sábanas, un
abrigo y todo lo que se puede necesitar, ya que
los funcionarios de la prisión sólo
suministran la crueldad, pero no las cosas elementales
para la supervivencia sana.
No se asombre. Cuando la familia entregó
a los guardias, para que los pesaran y revisaran,
las treinta libras de comida, más los productos
de ''el aseo'', los guardias dijeron que los productos
de aseo pesaban veintiuna libras. Algo lógico,
si pensamos que sólo un abrigo puede pesar
varias libras. El oficial carcelero dijo que ese
peso había que restárselo a la comida,
lo que implica que sólo podían dejar
para el prisionero nueve libras de alimentos.
Pero esto tampoco es cierto, ya que se cuenta
el peso de los envases. En fin, que tendría
unas escasas ocho libras para tres meses. En un
cálculo generoso no llega a treinta y seis
gramos diarios. Pero este no es un artículo
estadístico, sino una denuncia a la tortura.
Antonio Díaz rechazó la jaba, es
decir, el paquete de alimentos, por considerar
indigno ese tratamiento y les dijo: "Yo estoy
prisionero aquí por defender los derechos
de todos los cubanos y no voy a aceptar esta violación''.
El heroico jefe de los guardias hizo salir a
los familiares de Tony por una puerta inusual
y ordenó a dos prisioneros comunes que
tiraran ''la jaba'', el bulto de comida, en la
carretera, y así lo hicieron. Tony les
dijo a sus hijitas, a su esposa y a su hermano
que no la tocaran. Allí quedó. Su
esposa me decía que sentía gran
tristeza mientras se alejaba en la carretera al
ver el paquete que había acopiado con tanto
sacrificio tirado en la carretera, pero sabía
que apenas la cuarta parte hubiera llegado a Tony.
Mientras tanto, tengo noticias de José
Daniel Ferrer, de la prisión de Pinar del
Río del Kilómetro 5 ½. Me
dice del sufrimiento y del hambre permanente de
los prisioneros. Y el otro hermano, Luis Enrique
Ferrer, el que invitó al tribunal a firmar
el Proyecto Varela y por eso le dieron la condena
más alta, veintiocho años de prisión,
ahora está en una celda de castigo. Pueden
imaginar, si las condiciones normales son de tortura,
¿cómo será la celda de castigo?
Lo admirable, lo que recogerá la historia
de la verdad, será el amor de los prisioneros
políticos cubanos por su pueblo y por la
libertad. El coraje sin límites, que desconcierta
a sus verdugos. Su fortaleza de espíritu
en medio de una desventaja total, su paz interior
frente a los que sólo tienen poder, y poder
tiránico, y necesitan compensarse frente
a la fortaleza de ''los sin poder'': infligiéndoles
sufrimiento.
A los prisioneros de la primavera de Cuba, a
todos los prisioneros políticos cubanos,
les sostiene su fe y la oración y la solidaridad
de los sensibles, dentro y fuera de nuestra isla.
Pero esto no debe ser un espectáculo para
los cubanos, cada gota de dolor de este torrente
que se produce en estos prisioneros y sus familias,
es derramada por cada cubano, por cada anciano
y niño pobre, por cada joven sin esperanza
que se lanza al mar, por todas las familias que
sufren día a día la angustia y la
opresión, por los que hablan y sólo
hablan, se lamentan o se especializan en el tema,
pero no son solidarios. Cada gota de ese sufrimiento
es derramada por ti. No sé lo que estás
esperando. De los prisioneros no te compadezcas,
porque si pasan hambre y sed, por falta de agua
y comida, son bienaventurados por tener hambre
y sed de justicia. Pero no hay bienaventuranzas
para los que no son solidarios para no buscarse
problemas.
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