CULTURA
Un delito mayor: ser coherente
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Gorki Aguila es el líder de una de las
bandas de rock más incómodas para
las autoridades cubanas. Basta con elegir ese
género musical históricamente satanizado
por el comunismo y que además el nombre
de su agrupación, Porno para Ricardo, aparezca
en la nómina de invitados a algún
festival metalero, para levantar sospechas en
la policía política del régimen.
Y es que la música de los
Porno es la irreverencia elevada a la máxima
expresión. Sus conciertos son provocativos
y las letras de sus canciones agreden las "buenas"
costumbres del castrismo y apelan a la libertad
de expresión. Uno de los temas de su primer
disco, que recién se editó en México
dice: "Hay un hombre sentado en el trono
/ que se perpetua como un verdugo / y promete
a todos un futuro / feliz feliz feliz".
A principios de abril pasado, los
integrantes de la banda recibieron el aviso de
los gendarmes (anti)culturales de la Isla: debían
entrar por el aro. Las cosas han cambiado, chicos,
les dijeron -¿alguna vez fueron diferentes?-,
deben cambiar el nombre del grupo y las letras
de las canciones, así como ese comportamiento
en los conciertos.
No era difícil imaginar que Gorki se negaría,
pero lanzaron el anzuelo y acto seguido prepararon
la trampa de moda en Cuba. Un buen rockero siempre
se droga. O simplemente gusta de prodigarse sus
pitillos de marihuana. Las nuevas regulaciones
contra la expansión del mercado de estupefacientes
en la Isla permiten sacar de circulación
a cualquier ser demasiado incómodo o rebelde,
incluso bajo mera sospecha de consumo y sin muchas
pruebas. Una ganga.
Pocos días después de la advertencia
policial, luego de encender la noche pinareña
con un concierto memorable en el festival de rock
de esa occidental ciudad cubana, Gorki era arrestado.
Una de aquellas chicas que movían frenéticamente
la cabeza mientras tronaban las guitarras lo acusó
de venderle "una pastilla".
Fue inmediatamente confinado a la Prisión
Provincial de Pinar del Río en régimen
de alta seguridad, sin fianza y en condiciones
infrahumanas. El juicio fue casi cuatro meses
después, el 6 de agosto, y en la vista
no pudieron presentarse pruebas. No hacen falta,
claro. Hace mucho tiempo que la (in)justicia castrista
prescinde de pruebas. Un diminuto radio de onda
corta, una grabadora de periodista, un libro,
una revista, un periódico, un graffitti
pueden costar 25 años de encierro y exilio
en tu propia tierra.
Basta con que a alguien le guste un ritmo determinado
y será por ello juzgado. Los amantes del
rock lo saben mejor que todos. A Gorki no se le
pudo probar el tráfico, pero igual, fue
hallado culpable y ahora tendrá que esperar
cuatro años para volver a los escenarios
con la misma devoción por un estilo que
no dejará de crearle problemas mientras
dure la pesadilla del castrismo.
Hace ya seis meses que sufre su encierro en
una mínima celda de 2,5 por 1,5 metros,
donde le acompaña otro recluso. La alimentación
es pésima y la atención médica
insuficiente. No tiene acceso a agua corriente
ni a teléfono ni a la prensa. Sus familiares,
los más cercanos, pueden verle cada tres
meses. Sólo puede salir del calabozo a
tomar el sol dos horas por semana.
Los Porno no son desconocidos para el público
cubano. Fundada en 2001, es hoy una de las bandas
punk más reconocidas del país, a
pesar de que sus maneras irreverentes no les granjean
muchos espacios de promoción ni "padrinos"
institucionales. Su primer disco demoró
casi un año en encontrar quién lo
editara. No obstante, han sido entrevistados en
programas musicales y juveniles de la televisión
y la radio, y es casi extraño el festival
dentro de la Isla al cual no asistan en calidad
de invitados.
Ahora es incierto el futuro de la agrupación.
Gorki es el alma de ella. Él compone los
temas, es el arreglista y el cerebro. Mas su vida
ha sido un solo acto en el cual prevalece la coherencia
con lo que cree y lo que ama. No se prostituye,
no flaquea. Defiende sus elecciones, por arduo
que resulte. Y esas actitudes, en la Cuba de Castro,
son delitos mayores, los más punibles.
Pero no desesperemos. En vida tan audaz no ha
comenzado, ni por asomo, a caer el telón.
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