SOCIEDAD
Vigilancia
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Desde que el ser humano devino tal ha tenido
que ejercer la vigilancia como parte esencial
de sus esfuerzos por la supervivencia y avance
de la especie.
Como todas las otras actividades humanas también
ésta ha sido incluida en la división
del trabajo, y su desarrollo ha seguido los caminos
de la extensión y la intensificación,
acompañando a los avances tecnológicos
y sociales.
Hoy día se comprometen en ella los más
sofisticados medios: equipos de video, computadoras,
rayos láser y otros, sin que se logre eliminar
a los trasnochados vigilantes.
El "exitoso socialismo cubano", lejos
de ver disminuida la actividad con el avance de
la conciencia social del hombre nuevo, la ha tenido
que incrementar hasta límites inimaginables,
sin que con ello sus resultados arrojen la eficiencia
esperada.
Uno de los primeros pasos de la socialización,
que respondería a los intereses de la cúpula
gubernamental, fue dado con la creación
de los Comités de Defensa de la Revolución
(CDR), que como tarea fundamental se propuso la
"vigilancia revolucionaria".
A lo largo de estos años los cederistas
han vigilado a los extraños en el barrio,
vecinos, padres, madres, hijos y hasta espíritus,
santos o no santos, que no compartan las ideas,
o que se comporten en desacuerdo con las normas
impuestas a los "dignos ciudadanos de la
patria socialista", léase incondicionalmente
fieles al líder, al partido lidereado por
el mismo líder, al gobierno que dirige
ese único líder, al gobierno que
maneja tal líder y al ejército comandado
por el indiscutible líder..
En Cuba es posible ver por todas partes y a todas
horas custodios de todos los colores: carmelitas,
azules, verdes, grises. Pululan igualmente los
policías encargados de velar por la "tranquilidad
ciudadana con sus trajes azules y, en ocasiones,
verde olivo. Pero a pesar del notable número
de ciudadanos con la función esencial de
vigilar, los vigilados hacen de las suyas como
si los primeros no existieran.
Prosigue la "desviación de recursos"
(especie de robo de guante blanco) por acuerdo
de dirigentes y dirigidos, y la de cada uno de
los bandos independientemente. Continúan
los robos con fuerza sobre las cosas y las personas,
los hurtos al descuido, los de ganado mayor, menor
y hasta regular.
Reafirma la inutilidad de tanta vigilancia oficial,
de su ineficiencia, la fortificación de
las propiedades por parte de la población.
Rejas en casas y apartamentos. Fortificaciones
en el sentido literal de la palabra para los animales
de crianza. Hasta vagones de ferrocarril que dejaron
de ser utilizados para el traslado de caña
han sido convertidos en corrales. Cadenas, candados,
perros y hasta custodios particulares son demandados
como nunca antes. Los horrores andan de plácemenes
en la Isla.
Ya no son, como antes, las columnas, ni las sábanas
blancas colgadas de los balcones, o los vitrales
y numerosos portales los que caracterizan a la
ciudad de La Habana y el resto del país.
Ahora es la sobreabundancia de rejas y cercas
de protección que muchas, demasiadas veces,
resultan inútiles. Simples y silenciosos
testigos de la referida ineficiencia de la vigilancia,
que nunca podrá sustituir a normales condiciones
sociales, políticas y económicas.
cnet/38
|