POLITICA
La disculpa (tácita) de Saramago
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Fidel Castro acaba de recibir la tácita
disculpa pública de José Saramago.
En una entrevista concedida al diario Juventud
Rebelde, órgano de la Juventud Comunista
cubana, y aparecida el pasado domingo, el Nobel
portugués declaró que no había
roto con Cuba, aunque se reservaba el derecho
de decir lo que piensa "y decirlo cuando
entienda que debo decirlo".
Menos de seis meses después de su breve
mensaje "Hasta aquí he llegado",
donde anunciaba su ruptura con el régimen
comunista imperante en la Isla y del cual se hicieron
eco los más importantes medios de prensa
del planeta, ahora Saramago recibe en su casa
de Lanzarote a una periodista enviada por La Habana
-en compañía de la embajadora en
Madrid, además- y le muestra el video de
su amistoso encuentro con el caudillo en 1999,
además de reiterarle que sigue siendo "amigo
de Cuba".
Pero lo más interesante de todo quizás
sea que por ningún lugar de sus palabras
emerge huella alguna de arrepentimiento por aquella
estocada a Castro. No. Saramago es muy inteligente,
pero su contrincante en esta suerte de esgrima
verbal lo supera. Otra vez la tortuga y el viejo
zorro, así, frente a frente. Bastaba con
arrancarle un par de parrafadas contra la democracia
y ya está, Castro se llevaría otra
de sus pequeñas victorias ante los intelectuales,
esos seres incómodos, esos canallas.
Ya sabemos que la izquierda suele admirar con
tozudez. Uno de sus iconos predilectos, década
tras década, ha sido la Revolución
cubana. Les cuesta zafarse de amor tan intenso
y a la vez -rara cosa- tan poco restaurador, tan
trágico. Podría decirse que tiene
algo de masoquismo si no fuera porque desafina
un tanto la imagen de un masoquista en un balneario
de las Canarias.
Mucho tardó el autor de Ensayo sobre la
ceguera para abrir los ojos sobre Cuba. Demasiado.
El propio escritor lo refiere en la entrevista:
"Todo en mi vida sucedió tarde".
Pero Saramago parecía haber despertado
y lo hizo con sinceridad. Había conmovido.
Por fin algún ilustre representante de
la izquierda autoritaria europea se decidía
a "marcar su raya", como dijo Carlos
Fuentes. "Cuba que siga su camino, yo me
quedo", había apuntado el portugués.
Y no hace falta que ahora quiera deslindar lo
que Castro ha tratado de unir para la eternidad:
Isla, Sociedad, Revolución, Partido, Historia.
Todo eso y aún más se engloba en
Cuba bajo su nombre de guerra.
El viejo zorro estaba esperando este momento.
Su desquite no era tanto con el escritor -ésos
no tienen remedio, dirá-, sino con quienes
en el mundo, y sobre todo aquí en la Isla
sintieron que alguien de veras importante pedía
democracia por ellos y se identificaba honestamente
con un pueblo que sufre. Algunos creyeron que
se trataba de la más notable ruptura pública
de un intelectual desde el caso Padilla.
Le envió a una periodista probada en argucias
de toda laya, buena para manipulaciones y mejor
para ocultamientos. Lectora suya además,
lo cita siempre en sus artículos. También
hermosa, porque el viejo rostro de arrugas del
castrismo tiene que ir borrándose de a
poco. Se trata de la feliz autora del libro Los
disidentes, que seguramente Saramago no leyó,
el primer escalón de lo que ya parece una
campaña para desprestigiar todo cuanto
huela a oposición, a diferencia; tal vez
la mejor muestra de lo que puede lograr el terror
policial en un país que se dice socialista.
Y en la trampa de ese desquite cayó Saramago,
quien de paso le hace un feo ademán a los
cubanos. Desde la democracia que disfruta, desde
la libertad que su ¿todavía admirado?
dictador le niega a su gente, dedica unos cuantos
párrafos a desbarrar de la democracia y
la libertad como si tal cosa, de manera que ya
al final de la entrevista, cuando elogia la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y dice: "Cúmplanlos",
qué carajo, el mal está hecho.
Si alguna crítica deslizó Saramago
en sus palabras, la censura la borró, claro
está. No olvidar que en Cuba jamás
se publicó aquel mensaje, pero sí
las numerosas diatribas -siempre ocupando toda
página del Granma- que varios cerebros
de la izquierda latinoamericana le endilgaron
en respuesta a tamaña insolencia.
Pero todavía la jugada de Castro podía
dar para más. Y dio. En sus respuestas
de demócrata arrepentido, Saramago dedica
duras palabras a la Iglesia Católica. ¡Bingo!,
habrá dicho el caudillo. No hace veinte
días, en otra entrevista realizada por
su reportera estrella allá en España
y publicada en esas mismas páginas, la
escritora Rosa Regás repite lo que el Comandante
se muere por escuchar: "La Iglesia Católica
siempre ha estado al lado de los fascistas".
¿Hacía falta desgastarse en respuestas
oficiales al último mensaje pastoral de
los obispos cubanos dado a conocer el pasado 8
de septiembre?
Voces que despotriquen contra la democracia y
la Iglesia Católica, y además contra
las libertades todas, el pluripartidismo, la sociedad
civil, la economía de mercado y el estado
de derecho es lo que nunca le ha faltado al cubano
en estos cuarenta años. Triste es comprobar
que a estas alturas algunos se sumen a maniobras
desacreditadoras de justamente todo lo que carecemos
en Cuba, pero más triste es aún
que la inteligencia deba disculparse por ser sincera.
cnet49
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