SOCIEDAD
Papel carbón
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Quizás usted no recuerde ese artículo.
Hace ya tanto que las impresoras láser
o de inyección de tinta sustituyeron a
otras tecnológicamente menos desarrolladas,
que hablar ahora de papel carbón puede
empujarlo a buscar en alguna enciclopedia a mano
la descripción del artículo.
Déjeme ayudarlo, estimado lector. El papel
carbón es una hoja de papel especial para
obtener un copia, para duplicar un documento.
Por el reverso está impregnado por una
finísima capa de carbón, o mejor,
un tinte negro o azul. Un artículo usado
por miles, millones de secretarias y secretarios,
por los escribidores de vales y cuenta, reproductores
de texto, certificados, vales.
Para no cansarlo, utilizado por mí para
pasar en limpio este trabajo que usted lee.
Aquí va el asunto. Poseo una máquina
de escribir eléctrica Smith Corona muy
respetable ella, prácticamente nueva, pero
sin cinta. Utiliza un casete con una cinta tipo
H que, creo ya ni se fabrica y mucho menos se
encuentra en venta en alguna parte del mundo,
mucho menos en la Isla del socialismo tropical,
relegadas por el uso de computadoras eficientísimas
e impresoras rapidísimas, al ostracismo,
Entonces, no me queda otro remedio que usar una
hoja de papel carbón entre dos hojas en
blanco (además hojas usadas por una cara)
y lo que es copia, ya ahora no es copia, sino
original, por eso de los trueques causantes de
muchos troques en este país, pero necesarios
y obligados aquí en Cuba para sobrevivir.
Por otra parte, el papel carbón no se
usa solamente para producir una copia, también
es un producto de belleza. ¡Pues sí,
a falta de tinte y de bastante deseo de teñirse
las canas, como único y último alarde
de femineidad coquetona de viejas señoritas,
señoras y señores también.
Muchos lavan sus cabellos y, luego de limpios,
aún humedecidos se dan su papelazo carbón
por pudorosa renuncia a unos añitos.
Así hizo Caridad, una amable solterona,
amiga mía, quien gustaba cubrir unas veces
con gris humo, otras azul un poco metálico,
su cabellera blanca. Un día, aterrada,
reclamó mi ayuda para que, convertido en
caballero andante, la auxiliara en la reconquista
de su cuarto asaltado por las cucarachas.
Animoso, localicé el bastión principal
en la gaveta inferior de su cómoda junto
al lecho virgen de varón, pero hollado
por los insectos, y descubrí que la causa
de la concentración del tamaño de
las tribunas abiertas, era el montón de
papeles carbón que almacenaba en la gaveta.
Un verdadero criadero de detestables cúcaras.
Me vi obligado a botar los papeles carbón
con fines cosméticos, a pesar de los lamentos
de la anciana señorita.
Ocurre también, cuando explico todo este
embrollo de papel carbón a un amigo del
más allá, como Dalmau (el más
allá no es estrictamente el plano sobrenatural,
sino más allá de 90 millas), el
hombre se asombra y yo sin sombra de papel carbón,
porque aquí una computadora con impresora
no es juguete ni nada de eso, porque aunque existan
computadoras en muchas oficinas, aulas, etc, siempre
hay un problema con las impresoras, por asunto
de falta de cartuchos, etc., es decir, falta de
impresión, además, de expresión.
Y ya me voy largando, porque la cuestión
es que hay que ahorrar papel carbón y luego
agarrar un transporte hacia la Víbora,
barrio asaz trajinado por el nombrecito, ¡imagine
usted! cnet/29
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