PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 21, 2003

HISTORIA
Los tres mosqueteros más uno (I)

SANTA CLARA, octubre (www.cubanet.org) - Corría el año 1959. Cuba, la pequeña isla caribeña se debate entre la incertidumbre y la traición. La anarquía revolucionaria ha paralizado el turismo; la economía y la vida sociopolítica se convierten en una vorágine de principio a fin. No hubo semana alguna que nuevos acontecimientos no estremecieran al país o que el comandante no lanzara una diatriba contra los enemigos de la Revolución.

Huber Matos, en su libro "Cómo llegó las noche", revela las paradojas de la alta dirección del país, que paralizó la sociedad civil republicana para fomentar una arquitectura social a la usanza estalinista. Sin ser historiador me atrevo hacer algunas reflexiones sobre los principales acontecimientos que estremecieron al país, en ese año, el primero de la Revolución Cubana.

En aquel enero victorioso, Fidel hizo que Huber viajara desde Santiago de Cuba a Varadero, para que éste junto a Camilo, lo escoltaran a la entrada de la capital del país. La población los aclamaba como héroes, pero con el decursar del año, ésos y otros personajes se convertirían en "traidores" de la causa.

El primero de los altos oficiales eliminados fue el imberbe jefe de la aviación rebelde Pedro Luis Díaz Lanz. Había aterrizado en el corazón de la Sierra Maestra cargado de armas y municiones, desde Costa Rica junto a Matos, para emprender la lucha contra Batista. Lanz gozaba del privilegio de haber sido el piloto personal de Fidel, pero en el mes de julio de 1959 la historia giró 180 grados. Cuando Lanz regresó a su despacho, tras una corta ausencia por enfermedad, se enteró que estaba destituido. Resueltamente escribe entonces una carta al presidente Manuel Urrutia donde le enfatiza: "Todas estas medidas contra mí, se deben (...) a que siempre me opuse a una situación que permite a los comunistas ocupar posiciones prominentes en el Ejército Rebelde". Horas después, Fidel emprendió una batida para apresar a Díaz Lanz, pero el "Mosquetero No 1" logró escapar del país.

El segundo mosquetero de ese año fue el propio presidente Manuel Urrutia al realizar algunos actos, entre ellos denunciar a los comunistas como "criminales". Ese intento moderado y tardío de actuar como presidente le costó el puesto. Fidel renunció a su cargo de Primer Ministro para luego por la televisión aplastar al hombre que él había utilizado como presidente. En la revista Life del 30 de noviembre de 1959, Fidel afirmó: "El que hable aquí del fantasma comunista aboga por la agresión extranjera. Nos está haciendo una extorsión con el comunismo." Moralmente desecho, el Dr. Urrutia, era relegado a un olvido ignominioso, y aunque con gran esfuerzo personal pudo abandonar el país posteriormente.

Pero el golpe más duro a la jefatura revolucionaria, lo produjo Huber Matos, el recio comandante de la Sierra, artífice de la toma de Santiago de Cuba y ahora jefe militar de la provincia de Camagüey. Después de protestar reiteradamente contra la "amenaza roja", Matos envió a Fidel el 19 de octubre, la segunda carta pidiendo su dimisión a Fidel, donde expresaba: "Nadie puede hablar a UD del problema comunista". Al recibir la carta al día siguiente, Fidel orienta a Camilo, comunicarse en horas de la madrugada del 21 con el "traidor", mientras por la radio desatan una campaña sin precedentes contra Matos. "Tu renuncia no podía ser en un momento más inoportuno", le enfatiza Camilo, que a las 6 de la mañana lo llama nuevamente para informarle que estaba en Camagüey con órdenes de arresto.

Al amanecer llega Fidel a tierra agramontina. Telefónicamente Camilo, con su honestidad característica, le anuncia que allí no había conspiración, ni sedición y que todo aquello era una metedura de pata. Fidel le colgó el teléfono. Días después el Che reconoció a María Luisa, la esposa de Huber que "la detención de Huber había sido un error de Raúl y Fidel". El jefe supremo tildó a Matos de felonía, lo acusó de complicidad con Díaz Lanz, cuando el piloto dejó caer sobre la capital una lluvia de volantes en un C-47, actividad subversiva que puso frenético a Castro. Acusado Huber de alta traición, lo enterró en las ergástulas cubanas durante 20 años.

La nomenclatura cubana convoca a una huelga general, de una hora de duración, para el día siguiente. Después Fidel pronunciaría un discurso frente al Palacio de la Revolución, donde participaron 250 000 personas, calificando el lanzamiento de volantes como "el Pearl Harbor Cubano" e incluso dijo que éste había sido el acto más infame ocurrido en Cuba desde el hundimiento del acorazado Maine. A Matos, Díaz Lanz, y Urrutia los calificó como "Los tres Mosqueteros" ahora caídos, mientras la multitud ruge frenéticamente "Pare-dón, paredón". Para el lunes siguiente, proclama una huelga nacional donde participarían un millón de partidarios. Promete restaurar los tribunales populares, como voluntad del pueblo, dando así un paso más hacia el terror totalitario.

Misteriosamente el 28 desaparece, sin dejar huellas, el Comandante Camilo Cienfuegos, ex jefe del Ejército Rebelde y el lugarteniente más cercano al primer ministro, después de Raúl. Un nuevo enigma, aún no descifrado. Lo cierto es que Camilo indicó algunas irregularidades del proceso contra Matos y dio muestras de amistad con éste, al mandarle mensajes a la prisión, buscando la aprobación del primer comandante "en desgracia", con el objetivo de organizar su evasión. Huber no acepta, por el deseo de exponer ante el tribunal lo arbitrario de la acusación. Para muchos, ese intento de Camilo, quizás sellara su propia muerte. cnet/46



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