HISTORIA
Los tres mosqueteros más uno (I)
SANTA CLARA, octubre (www.cubanet.org)
- Corría el año 1959. Cuba, la pequeña
isla caribeña se debate entre la incertidumbre
y la traición. La anarquía revolucionaria
ha paralizado el turismo; la economía y
la vida sociopolítica se convierten en
una vorágine de principio a fin. No hubo
semana alguna que nuevos acontecimientos no estremecieran
al país o que el comandante no lanzara
una diatriba contra los enemigos de la Revolución.
Huber Matos, en su libro "Cómo llegó
las noche", revela las paradojas de la alta
dirección del país, que paralizó
la sociedad civil republicana para fomentar una
arquitectura social a la usanza estalinista. Sin
ser historiador me atrevo hacer algunas reflexiones
sobre los principales acontecimientos que estremecieron
al país, en ese año, el primero
de la Revolución Cubana.
En aquel enero victorioso, Fidel hizo que Huber
viajara desde Santiago de Cuba a Varadero, para
que éste junto a Camilo, lo escoltaran
a la entrada de la capital del país. La
población los aclamaba como héroes,
pero con el decursar del año, ésos
y otros personajes se convertirían en "traidores"
de la causa.
El primero de los altos oficiales eliminados
fue el imberbe jefe de la aviación rebelde
Pedro Luis Díaz Lanz. Había aterrizado
en el corazón de la Sierra Maestra cargado
de armas y municiones, desde Costa Rica junto
a Matos, para emprender la lucha contra Batista.
Lanz gozaba del privilegio de haber sido el piloto
personal de Fidel, pero en el mes de julio de
1959 la historia giró 180 grados. Cuando
Lanz regresó a su despacho, tras una corta
ausencia por enfermedad, se enteró que
estaba destituido. Resueltamente escribe entonces
una carta al presidente Manuel Urrutia donde le
enfatiza: "Todas estas medidas contra mí,
se deben (...) a que siempre me opuse a una situación
que permite a los comunistas ocupar posiciones
prominentes en el Ejército Rebelde".
Horas después, Fidel emprendió una
batida para apresar a Díaz Lanz, pero el
"Mosquetero No 1" logró escapar
del país.
El segundo mosquetero de ese año fue el
propio presidente Manuel Urrutia al realizar algunos
actos, entre ellos denunciar a los comunistas
como "criminales". Ese intento moderado
y tardío de actuar como presidente le costó
el puesto. Fidel renunció a su cargo de
Primer Ministro para luego por la televisión
aplastar al hombre que él había
utilizado como presidente. En la revista Life
del 30 de noviembre de 1959, Fidel afirmó:
"El que hable aquí del fantasma comunista
aboga por la agresión extranjera. Nos está
haciendo una extorsión con el comunismo."
Moralmente desecho, el Dr. Urrutia, era relegado
a un olvido ignominioso, y aunque con gran esfuerzo
personal pudo abandonar el país posteriormente.
Pero el golpe más duro a la jefatura revolucionaria,
lo produjo Huber Matos, el recio comandante de
la Sierra, artífice de la toma de Santiago
de Cuba y ahora jefe militar de la provincia de
Camagüey. Después de protestar reiteradamente
contra la "amenaza roja", Matos envió
a Fidel el 19 de octubre, la segunda carta pidiendo
su dimisión a Fidel, donde expresaba: "Nadie
puede hablar a UD del problema comunista".
Al recibir la carta al día siguiente, Fidel
orienta a Camilo, comunicarse en horas de la madrugada
del 21 con el "traidor", mientras por
la radio desatan una campaña sin precedentes
contra Matos. "Tu renuncia no podía
ser en un momento más inoportuno",
le enfatiza Camilo, que a las 6 de la mañana
lo llama nuevamente para informarle que estaba
en Camagüey con órdenes de arresto.
Al amanecer llega Fidel a tierra agramontina.
Telefónicamente Camilo, con su honestidad
característica, le anuncia que allí
no había conspiración, ni sedición
y que todo aquello era una metedura de pata. Fidel
le colgó el teléfono. Días
después el Che reconoció a María
Luisa, la esposa de Huber que "la detención
de Huber había sido un error de Raúl
y Fidel". El jefe supremo tildó a
Matos de felonía, lo acusó de complicidad
con Díaz Lanz, cuando el piloto dejó
caer sobre la capital una lluvia de volantes en
un C-47, actividad subversiva que puso frenético
a Castro. Acusado Huber de alta traición,
lo enterró en las ergástulas cubanas
durante 20 años.
La nomenclatura cubana convoca a una huelga general,
de una hora de duración, para el día
siguiente. Después Fidel pronunciaría
un discurso frente al Palacio de la Revolución,
donde participaron 250 000 personas, calificando
el lanzamiento de volantes como "el Pearl
Harbor Cubano" e incluso dijo que éste
había sido el acto más infame ocurrido
en Cuba desde el hundimiento del acorazado Maine.
A Matos, Díaz Lanz, y Urrutia los calificó
como "Los tres Mosqueteros" ahora caídos,
mientras la multitud ruge frenéticamente
"Pare-dón, paredón". Para
el lunes siguiente, proclama una huelga nacional
donde participarían un millón de
partidarios. Promete restaurar los tribunales
populares, como voluntad del pueblo, dando así
un paso más hacia el terror totalitario.
Misteriosamente el 28 desaparece, sin dejar huellas,
el Comandante Camilo Cienfuegos, ex jefe del Ejército
Rebelde y el lugarteniente más cercano
al primer ministro, después de Raúl.
Un nuevo enigma, aún no descifrado. Lo
cierto es que Camilo indicó algunas irregularidades
del proceso contra Matos y dio muestras de amistad
con éste, al mandarle mensajes a la prisión,
buscando la aprobación del primer comandante
"en desgracia", con el objetivo de organizar
su evasión. Huber no acepta, por el deseo
de exponer ante el tribunal lo arbitrario de la
acusación. Para muchos, ese intento de
Camilo, quizás sellara su propia muerte.
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