DISIDENCIA
La oposición pacífica después de la ola represiva
SANTIAGO DE CUBA, octubre (www.cubanet.org)
- La nación cubana siempre ha tenido la
lucha armada como único modo de promover
cambios sociales. Sin embargo, en los últimos
tiempos el movimiento opositor en la isla ha adoptado
la lucha cívica no violenta como estrategia
general instintiva para tratar de remover al régimen
y finalmente producir una transición hacia
una verdadera democracia en la isla.
Después de años de trabajo en esa
dirección el panorama opositor parece haber
regresado al principio, después de los
encarcelamientos del 18 de marzo pasado. La aparente
tolerancia del régimen quedó atrás
luego de esta fecha y las condiciones para la
lucha empeoraron.
Pero a pesar de todo, la lucha cívica
no violenta sigue siendo el modo de enfrentamiento
más conveniente.
Debemos reconocer que el régimen reprime
cuando más débil se siente. Partiendo
de esta afirmación es deducible que su
control es cada vez menor, y que nos acercamos
al fin de esta dilatada y angustiosa dictadura.
Se podrían establecer cuatro etapas de
la lucha pacífica contra la dictadura:
1. Supervivencia
2. Organización
3. Protesta y Persuasión
4. Movilización
Cuando se produjo la ola represiva contra la
oposición, en marzo de 2003, una gran cantidad
de organizaciones y personas componían
el movimiento opositor en toda la isla, integradas
en dos bloques políticos principales: Todos
Unidos y la Asamblea para Promover la Sociedad
Civil. Asimismo, habían proliferado en
toda la isla agencias e instituciones de prensa
independiente, bibliotecas, concursos y talleres
literarios. Se llevaban a cabo conferencias y
debates públicos. Teniendo en cuenta también
el alcance popular del Proyecto Varela como primera
protesta pública en el campo legislativo,
se pudiera decir que el movimiento opositor cubano
se encontraba antes de la ola represiva en una
etapa de protesta y persuasión, muy cercana
a la siguiente, la movilización.
El reclamo constante por la situación
de los derechos humanos en Cuba por parte de la
comunidad internacional, unido al desarrollo alcanzado
por el movimiento, no dejó opción
al gobierno que no fuera la de reprimir fuertemente
antes de enfrentar a una oposición vigorosa,
en una etapa final de lucha.
El Proyecto Varela, sumado a la incapacidad del
estado para satisfacer las necesidades de la población
por su naturaleza inoperante, fue sin duda un
elementos catalizador en el ataque de nervios
que sufrió el más alto círculo
de poder del gobierno cubano. La resistencia cívica
no violenta al régimen de La Habana ganaba
adeptos por días y sólo era cuestión
de tiempo para que se produjera una gran manifestación
popular. De hecho, sucedieron algunas, aisladas
y a escala modesta pero no menos importantes.
Pasados siete meses de la ola represiva, la oposición
cubana se encuentra en la etapa de organización.
El retroceso se debe al encarcelamiento de muchos
de los lideres de la oposición y el periodismo
libre, así como de un número no
menos importante de activistas, quienes a fuerza
de estudios y años de militancia en las
filas opositoras habían desarrollado ya
un agudo sentido para la lucha y enormes valores
cívicos y por ende un dominio mayor de
los puntos claves donde enfocar la lucha.
Sin embargo, esta nueva etapa de organización
es menos embarazosa que la anterior. Se podría
decir que estamos a tres cuartos de máquina
en esta etapa de lucha. Las estructuras están
creadas, y los miembros de las diferentes organizaciones
cuyos líderes fueron a parar a la cárcel
deberán asumir por gravedad el liderazgo
de sus grupos. Los líderes que no fueron
a prisión y continúan con su labor
son, en sentido estratégico, piedra angular
en esta visión.
Es en este punto donde el apoyo moral y logístico
del exilio ayudará de forma decisiva en
la recuperación. En la mayoría de
los casos se tendrá que proveer nuevamente
de materiales instructivos de todo tipo relacionados
con la lucha cívica no violenta y la defensa
de los derechos humanos, sin olvidar la importancia
que tienen los medios de comunicación,
como computadoras, cámaras de fotos y de
video para el desarrollo del trabajo de mesa dentro
de la misma lucha cívica no violenta.
En algunas bibliotecas independientes quizás
se puedan hallar todavía algunos materiales
interesantes que quedaron después que policía
política arrasó en los registros
efectuados en marzo.
Por otra parte, la atención a los prisioneros
políticos se ha convertido en tarea de
primer orden. En este campo se desarrolla casi
en su totalidad el activismo oposicionista y si
se ha podido realizar de forma exitosa es por
el nivel de organización que había
alcanzado y mantiene el movimiento opositor.
Una de las causas de que los setenta y cinco
opositores y periodistas independientes fueran
enviados a centenares de kilómetros de
sus provincias fue evitar la solidaridad de las
personas más próximas a ellos. Manifestaciones
en desacuerdo con las condenas aplicadas a los
opositores, se palpan en la población cubana
en general. Éstas son ampliamente conocidas
por el régimen y de ahí su temor
a que evolucionen en poco tiempo hacia un movimiento
de protesta de mayor talla.
La estrategia de la oposición cívica
es en definitiva la lucha cívica no violenta
y en torno al tema de los setenta y cinco prisioneros
la gente podría cerrar filas junto a los
opositores, movilizándose hasta las prisiones
donde se encuentran los presos políticos
y allí hacer patente protestas significativas.
La proximidad es un elemento vital en la movilización
de conciencias. cnet/48
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