DESDE
LA CARCEL
"Mi nieto Samuel disfrutará de la Cuba que soñamos":
Manuel Vázquez Portal
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- "El totalitarismo fracasó en su
cuna y fracasó en sus epígonos.
Afincarse hoy en él es una aptitud retrograda,
reaccionaria, criminal, nada hay de salvable en
él, salvemos al hombre y démosle
una patria planetaria. Que sea dueño de
todas las lenguas y todas las culturas, de todas
las tradiciones y todas las religiones, para que
elija aquélla que más se avenga
con él, y sea dichoso.", señala
el poeta y periodista Manuel Vázquez Portal,
condenado a 18 años de prisión,
en carta enviada desde la cárcel.
Cárcel de Aguadores, 22 de septiembre
2003
Señora. Yolanda Huerga Cedeño.
Pucha:
Hoy Tairelsita cumple 26 años. ¡Cuánta
juventud! ¡Cuánto entusiasmo ha de
asistirla! ¡Cuántos anhelos de ver
a su hijo -mi nieto- hecho un mocetón virtuoso
y fuerte!
¿Les dejaré de herencia una patria
envilecida, pobrísima, estancada? ¿Será
posible que Samuel también tenga que padecer
las ataduras físicas y morales del totalitarismo?
¿Será baldía esta cárcel
que sufro? No dudo al afirmarte que así
no será.
Cuba se ha desperezado. Quien no quiere admitirlo
es aquél que la cree dormida aún.
Mi nieto Samuel disfrutará de la Cuba que
soñamos, tendrá el privilegio de
verla crecer junto a él como a la niña
hermosa, alegre, mimada por todos, que será
la patria nueva. ¡Ah, patria nueva, sin
costas enrejadas, sin bocas temerosas, sin vidas
constreñidas! ¿Qué es la
patria sino la tierra que nos da pie para andar
todas las patrias, geográficas y espirituales,
añorarla y regresar cuando nos plazca,
para reencontrarnos, reafirmarnos en ella.
La patria no es pedestal para asentar en él
una doctrina inflexible, intolerante, tiránica,
es el cantero donde deben germinar todos los jugos
seminales de la espiritualidad humana, y nadie,
absolutamente nadie, puede arrogarse el derecho
de desarraigar, escardar, podar ningún
brote, ya aromático o espinoso, que nazca.
De todas las plantas debe componerse el bosque
de la patria; el árbol bueno dará
frutos, el árbol roñoso calor en
los hogares de las casas de los hombres. ¿Cómo
conocer el árbol benigno o maligno si lo
arrancamos en su edad temprana y no lo dejamos
crecer para compararlo, para valorarlo, para elegirlo?
En el nuevo siglo la patria amplía sus
fronteras, se dilata, alcanza toda la tierra,
el planeta entero como patria de una civilización,
la especie humana. No es esta era la de estrecho
chauvinismo, ni ridículo nacionalismo.
La nación del hombre es el orbe entero.
¿Qué diferencia esencial, como persona,
existe entre un francés y un chino, entre
un dominicano y un ruso? ¿El idioma, las
tradiciones locales, el color de la piel? ¿Es
eso esencial?
Aunque las danzas, en su forma, su ritmo, sean
diferentes en distintos sitios de la tierra, lo
esencial es la necesidad humana de danzar. Aunque
Dios tenga nombres y cultos diferentes en distintas
latitudes, lo esencial es la necesidad humana
de un Dios a quien temer y adorar. Aunque el misterio
del alma se conciba de disímiles maneras
en lugares distintos del planeta, lo esencial
es la necesidad del hombre de indagar sobre el
origen del alma.
El hombre, independientemente de lenguas, tradiciones,
religiones, rasgos físicos, es, en todas
partes, el mismo. En él se amalgama ese
cúmulo de virtudes y miserias, de anhelos
y negligencias, de santidades y malignidades,
de heroicidades y cobardías, de cordura
y delirio, de fidelidades y traiciones que lo
identifica como humano. ¿Qué es,
entonces, la españolidad, la haitianidad,
el espíritu ruso, la britanidad, lo cubano?
¿No se ha misturizado ya demasiado el mundo
como para andar con melindres localistas, tribales?
¿No ha padecido ya demasiado la humanidad
por hacer prevalecer esas singularidades estrechas?
¿No es hora ya de entender la multiplicidad
como rasgo esencial de la unicidad?
El hombre es único dentro de su pluralidad,
y eso es lo que hay que salvar. Seamos, al fin,
terrícolas, y unámonos en el afán
de salvar la tierra y sus habitantes. Es la hora
de que Cuba se incorpore a esa tarea grande, gloriosa,
necesaria, y no es su sistema fracasado y obsoleto
el llamado para regir ese destino. El totalitarismo
fracasó en su cuna y fracasó en
sus epígonos. Afincarse hoy en él
es una aptitud retrograda, reaccionaria, criminal,
nada hay de salvable en él, salvemos al
hombre y démosle una patria planetaria.
Que sea dueño de todas las lenguas y todas
las culturas, de todas las tradiciones y todas
las religiones, para que elija aquélla
que más se avenga con él, y sea
dichoso.
El adelantado que fue José Martí
no pudo expresarlo más claro, sintéticamente:
"Patria es Humanidad". Ha llegado la
hora de que la humanidad entera tenga por patria
al mundo entero. Atrincherarse hoy en la endeble
barricada de una nacionalidad bastante dudosa
es cerrarle el paso al desarrollo humano. ¿Queremos
acaso una sociedad que, en medio del desarrollo
actual, se estudie como la pirámide de
Keops, sólo para que permanezca en su trono
el faraón? No. El régimen cubano
pertenece ya al pasado, y como pasado hay que
aceptarlo y darle paso a una nueva formulación
política que permita legítimas,
beneficiosas, perdurables y respetuosas asociaciones
con el resto del mundo. Si Cuba se halla hoy aislada
no se debe a ninguna tendencia hegemonista foránea,
sino a la intransigencia testaruda de quien dice
representarnos cuando, en realidad, sólo
representa su afán desmedido de perpetuidad
en el poder. No es Cuba quien no desea ajustarse
a las nuevas exigencias de un orden social mundial
nuevo, es su gobierno. Y nunca ha de confundirse
el gobierno con la nación, con la identidad,
con la nacionalidad, con la Patria. Ningún
caudillo es síntesis de esas categorías.
Cuba está ansiosa de incorporarse al mundo,
de participar del desarrollo, sólo que
el gobierno encabezado por Fidel Castro se empeña
en que con su desaparición personal y del
aparato que él representa, se perderá
la patria, la independencia, la soberanía.
¿Qué concepto de soberanía
tiene este señor, estos señores?
¿Acaso el criterio medieval del soberano
rigiendo el destino de todos sus súbditos
y siervos? ¿Nuestra soberanía depende
de que él siga fungiendo como soberano
absoluto? ¿Es que acaso no hay otros cubanos
dignos, y quizás más aptos, para
representar nuestro interés de nación
independiente? El poder, ejercido de manera totalitaria,
lo ha enceguecido. Si Cuba corre hoy el riesgo
de una confrontación sangrienta se debe
únicamente al frenético, demencial,
vanidoso, egoísta empeño del gobierno
actual de perpetuarse en el poder, y a la negligencia
política del pueblo cubano que, apocado
y sumiso, ha dejado que tal empeño se enraíce.
Es la hora de extirpar esas raíces que
pueden secarnos el corazón. Mi nieto, todos
los nietos de los cubanos, merecen que les forjemos
una patria acorde con los requerimientos del mundo
actual.
Quiero que Samuel sepa elegir, y lo aprenda temprano.
Un hombre que no sabe elegir va por el mundo como
un mendigo que implora la limosna de la orientación
a una brújula ajena, y corre el riesgo
de que lo descarríen, que lo conduzcan
por un camino incierto. Es una tarea impostergable
enseñar al cubano, cuanto más temprano
mejor, a elegir el destino propio y el de la nación,
y para ello hay que cortar, de un tajo sabio y
decidido, todas las ataduras que por casi medio
siglo nos han impedido la libre circulación
de una sangre, por herencia patriótica,
rebelde y orgullosa. Sean estas cartas a ti Pucha
mía, mi derrotero intraicionable para el
futuro. Porque así pienso, así actuaré.
Sólo la muerte podrá impedir que
luche por estas ideas. Repetirte que te amo jamás
será suficiente porque no hay letanía,
por duradera que sea, que alcance para reiterarte
todas las veces que desearía decirte, "Pucha,
te amo".
Yo
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