SOCIEDAD
La cultura de la supervivencia
SANTA CLARA, octubre (www.cubanet.org)
- En Cuba hay muchos profesionales universitarios,
pero también es verdad que la mayoría
de ellos sobrevive trabajando en ocupaciones disímiles
y hasta antagónicas al nivel social y cultural
que ostentan. Además, están aquellos
que siempre han visto en las misiones internacionalistas
un escape más amplio a sus vicisitudes
económicas.
Hay abogados que después de su horario
laboral con el Estado cosen zapatos y hornean
dulces caseros para subsistir y mantener decorosamente
a su familia. Asimismo, médicos que ingresan
en el mundo subterráneo del comercio ilícito
vendiendo paqueticos de maizena, canela, comino
o bijol. Otros que laboran al pie de un torno
luego de concluida su guardia médica, y
muchos que alquilan un dormitorio de su vivienda
por un puñado de dólares a un pariente
o amigo venido de Miami para que pernocte con
cualquier jovencita prostituta.
Maestros que venden de contrabando ropas recicladas
a los padres de sus propios alumnos; bibliotecarios
que ofertan café y cigarros al menudeo;
ingenieros convertidos en choferes de alquiler.
La cultura de la supervivencia en la Isla ha
llegado allende los mares, pues en la actualidad
los proxenetas cubanos manejan un negocio más
lucrativo: la oleada de trabajadoras internacionalistas
desatada hacia Venezuela.
Es cierto que en Cuba hay un por ciento mayor
de profesionales universitarios, técnicos
e intelectuales con relación a los demás
países latinoamericanos, pero también
es cierto que debido al desastre económico
y sociopolítico, producido por el régimen
de Castro, estos médicos, abogados, maestros,
ingenieros, periodistas, escritores, han tenido
que prostituir de una manera u otra su condición
de profesionales en aras de la supervivencia.
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