PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 13, 2003

OLA REPRESIVA
Libres entre barrotes

LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - "Aquí entre barrotes me siento libre", afirma Ricardo González Alfonso en una carta desde el penal camagüeyano Kilo 8, donde cumple una condena de 20 años por ejercer el periodismo al margen del control estatal.

"Este presente no es el fin de los tiempos, sino el preludio de otros nuevos donde no tendremos rejas, ni por dentro ni por fuera", dice en su misiva el presidente de la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling, y director de la revista De Cuba, aludiendo a un artículo suyo de inicios de 1999, a raíz de la promulgación de la fascistoide Ley 88, en el que concluía: "Si el destino me impone un futuro de rejas, prefiero usarlas por fuera, no por dentro".

De las cárceles cubanas salen aires de esperanza y optimismo en las cartas a familiares y amigos de las víctimas de la ola represiva del pasado marzo. Ni el empeño de los más sicópatas y sádicos de los carceleros ha logrado quebrantar la moral de los prisioneros de conciencia.

También en Kilo 8, Regis Iglesias, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación y uno de los gestores del Proyecto Varela, bromea acerca de las duras condiciones de confinamiento. Su única queja son las rancheras mexicanas que emiten los altoparlantes del penal para despertar a los reclusos a la simpática hora de las 5 A.M.

Regis, Ricardo y otros lamentan que las tertulias carcelarias político-poéticas El gato tuerto que, con las paredes de la celda por medio, y en la más absoluta oscuridad se prolongaban hasta la madrugada, ahora son interrumpidas con la orden de silencio a las 10 de la noche. ¡Ay de los bohemios!

Mientras, en la prisión de Canaleta, Ciego de Ávila, el poeta y periodista Raúl Rivero se deleita con textos de viejas canciones de Bob Dylan que le hizo llegar un amigo, lee incansablemente y escribe poemas de amor tan intensos como siempre. No es noticia que las rejas no han podido nunca atrapar la poesía.

"El optimismo es una llave y la realidad la cerradura. Cuando se combinan, todas las puertas se abren. Muchas veces la realidad nos la imponen pero el optimismo podemos llevarlo con nosotros", escribe Ricardo González en momentos en que la comida del penal empeora por día, y a los familiares en las visitas solamente les permiten pasar, cada cuatro meses, 30 libras que incluyen los alimentos, artículos de aseo y los libros.

Ricardo lleva consigo la llave del optimismo. Sólo falta su cerradura. Y llegará. Todo es cuestión de tiempo.

"Por favor, no pierdas la llave", me pide Ricardo. Sus cartas y las de los demás colegas encarcelados son una buena razón para no perderla jamás. cnet/50


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