PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 13, 2003

CULTURA
La bandada infinita

LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - La entereza ante las adversidades de un contexto social urgido de transformaciones profundas que devuelvan, si no la solidaridad, al menos el respeto por el prójimo, marca el cuento La bandada infinita, de Jorge Luis Arzola, premiado en el concurso de narrativa Alejo Carpentier.

Con un lenguaje despojado de todo flirteo literario, y trazado de una forma lineal que va directo al objetivo y lo pone al desnudo, Arzola nos devuelve la lucha sin cuartel entre las convicciones morales y el apego al derecho del protagonista, contra una horda mezquina y atribulada de buitres y personas que se disputan los restos del producto de una vida laboriosa.

Cuba y la década de los 90, la Isla y cualquier período de la revolución, inicio del desplome económico y de valores éticos que trascienden lo meramente local para insertarse en el centro de una sociedad en crisis, sirven de hilo argumental a un relato con puntos de contacto -por los avatares y la actitud del protagonista- con obras como Hierro Viejo, de Onelio Jorge Cardoso; El Viejo y el Mar, de Ernest Hemingway y El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez.

Si bien geografías y épocas difieren, el enfrentamiento hasta el fin con hechos que retan la dignidad del hombre, su decisión de vencer más allá de la derrota física y espiritual, teje una secuencia conceptual entre los protagonistas de distintas historias.

En la que nos ocupa, La bandada infinita, la sociedad en su totalidad se encuentra sola frente al caos, aunque resumida en un viejo que la enfrenta a partir de presupuestos éticos universales, como la dignidad y el desafío.

"Era la décima vaca que le mataban en menos de dos años, y ya nada le importaba. Que se las coman todas, carajo, le dijo a los policías con la voz temblorosa de coraje, y miró casi con indiferencia, por sobre el tomatal, hacia los oscuros matorrales de marabú, donde ahora la gente debía estarse disputando con los buitres la poca carne que los matarifes debían haber dejado pegada a los huesos aquella madrugada, tal vez cuando ya la amanecida se les veía encima".

Este párrafo iniciático, con un final que anuncia un posible amanecer con más de lo mismo, resume una conducta que se aferra, no obstante el aparente pesimismo, al terruño natal y a una vida levantada con uñas y pies junto al rebaño, la siembra y todo un mundo que ve desmoronarse con cierta impotencia.

Vencido pero no derrotado, como el héroe hemingwayano, el viejo vuelca todas sus fuerzas al cuidado de la única vaca sobreviviente, como semilla natural para un futuro posible, si los hombres dejaran de ser buitres.

El abandono estatal ante la crisis alimentaria, la cantinela de la vieja que susurra alientos y moldea ternuras ya deshechas con sus gastadas manos, sirven de contraparte a un fin que se dibuja constantemente en la bandada infinita de buitres que revolotean la casa como un mal augurio, y los pasos sigilosos de vecinos hasta ayer compartidores y hoy convertidos, por la necesidad, en enemigos fatales.

Por otra parte, los matarifes, con la insensibilidad de los maleantes, si bien representan en el relato la parte negra de la historia, con sus bromas macabras y hechos delictivos sirven de reto al viejo, y posibilitan la carroña alimentaria a los habitantes del vecindario.

"Parado por falta de gomas" rezaba un cartelito dejado por el matarife ante la imposibilidad, por la llegada de alguien, de completar el descuartizamiento de una res a la que sólo había podido picarle una pata trasera. "Aquí le dejo el contenido; yo tuve que llevarme el recipiente" y "Que siempre brille el oro", decían, respectivamente, un cartel dejado sobre los huesos de la Pinta y en nylon repleto de excrementos de vaca.

Estos macabros avisos lograban sacarle una sonrisa al viejo que, desprovisto de toda alegría, encontraba originalidad y humor en quienes le acaban cn el rebaño y con la vida.

El relato, alegórico en la dimensión de un realismo que no impide con su crudeza la sublimación de la fuerza y el amor a la lucha, nace de las penumbras de un contexto que se desborda en sinsabores, pero habitado por hombres que alcanzarán el día poniendo las cosas en su lugar, a través del tesón y el optimismo en un cambio donde la bandada infinita de la maldad y el desamparo pase a ser un lejano recuerdo cuando la libertad se pose sobre la Isla. cnet/09


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