SOCIEDAD
Coger lucha
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Al principio casi todos cogíamos lucha;
después fueron siendo menos. Hoy, ya nadie
coge lucha.
En los primeros años del castrismo, todos
hacían suyas las consignas y las tareas
orientadas por aquellos barbudos recién
bajados de las lomas, algunos de cuyos jefes lucían
crucifijos en sus pechos.
Aquella vigorosa legión verdeolivo, ávida
de poder y decidida a convertir a la Isla en un
feudo a perpetuidad, no escatimaba en promesas
y ofrecimientos. Se prometían muchas cosas.
Sobre todo lo concerniente a libertades democráticas
y derechos civiles.
Los recién llegados, incomparables mercaderes
en el arte de vender gato por liebre, e insuperables
en el oficio de pintar las cosas color de rosa,
sembraban la esperanza en las mentes y llenaban
de entusiasmo los corazones. Una refinada labor
de proselitismo garantizaba la inclusión
de nuevos adeptos en una avalancha de fanático
entusiasmo, en cuyo sustrato se agazapaban intenciones
de proxenetismo político.
Todos, pues, cogimos lucha, que equivale a decir
que asumimos con interés, preocupación
y fervor las tareas enunciadas por la naciente
revolución, tendientes a fomentar la obra
del "paraíso" revolucionario
del futuro.
Dicen que primero se coge a un mentiroso que
a un cojo. Así fue como desde bien temprano
empezaron las deserciones. Es decir, las primeras
bajas de las huestes revolucionarias; de las filas
de los que cogían lucha. Ello fue realidad
cuando aquel movimiento político que juraba
ser más verde que las palmas resultó
ser un quebradizo melón con mucho verdor
por fuera, pero bien rojo por dentro.
Después se producirían nuevas deserciones,
motivadas por nuevos desengaños, con lo
cual las filas de los indiferentes se iban haciendo
mayores, hasta llegar a nuestros días,
en los cuales aquellos que cogen lucha van convirtiéndose
en bichos raros.
Definitivamente la indiferencia, la indolencia
y la dejadez se han puesto de moda.
Cuando en la interminable cola de la guagua
alguien se irrita y desespera, siempre surge una
voz de consuelo que llama a la quietud:
- No cojas lucha, chico. Ya vendrá.
Cuando el cliente verifica el peso del producto
que ha comprado en la balanza de comprobación,
y se percata de que le han robado en el pesaje,
por cuya razón arma un berrinche, nunca
faltará una voz entre la multitud que colma
el agromercado:
- Señor, deje eso. Mire que los infartos
están a tres por quilo. No coja lucha.
Cuando la jinetera Misleidys se deshacía
en llanto por la infidelidad del turista italiano,
que habiéndole prometido sacarla del país
se fue sin decirle nada, su compañera de
cabalgadura, la simpática Yoaneidy le susurraba
al oído:
- No cojas lucha mi amiga. Sigue en tu cosa que
eso no está pa´ti.
Como tal sentimiento de desgano, impotencia e
indiferencia permea a la sociedad en su conjunto,
la cuestión política no podía
quedar exenta. Es así como el opositor
pacífico suele escuchar de algún
que otro familiar o amigo, frases con intenciones
persuasivas:
- Oye, no te metas en esa candela. No cojas lucha
que esto no lo cura ni el médico chino.
No en balde las autoridades se muestran tolerantes
antes esta frase, a pesar de su pernicioso y dañino
contenido. Eso explica el por qué no se
han efectuado algunas mesas redondas para luchar
contra ella. cnet/03
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