PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 10, 2003

SOCIEDAD
Coger lucha

LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - Al principio casi todos cogíamos lucha; después fueron siendo menos. Hoy, ya nadie coge lucha.

En los primeros años del castrismo, todos hacían suyas las consignas y las tareas orientadas por aquellos barbudos recién bajados de las lomas, algunos de cuyos jefes lucían crucifijos en sus pechos.

Aquella vigorosa legión verdeolivo, ávida de poder y decidida a convertir a la Isla en un feudo a perpetuidad, no escatimaba en promesas y ofrecimientos. Se prometían muchas cosas. Sobre todo lo concerniente a libertades democráticas y derechos civiles.

Los recién llegados, incomparables mercaderes en el arte de vender gato por liebre, e insuperables en el oficio de pintar las cosas color de rosa, sembraban la esperanza en las mentes y llenaban de entusiasmo los corazones. Una refinada labor de proselitismo garantizaba la inclusión de nuevos adeptos en una avalancha de fanático entusiasmo, en cuyo sustrato se agazapaban intenciones de proxenetismo político.

Todos, pues, cogimos lucha, que equivale a decir que asumimos con interés, preocupación y fervor las tareas enunciadas por la naciente revolución, tendientes a fomentar la obra del "paraíso" revolucionario del futuro.

Dicen que primero se coge a un mentiroso que a un cojo. Así fue como desde bien temprano empezaron las deserciones. Es decir, las primeras bajas de las huestes revolucionarias; de las filas de los que cogían lucha. Ello fue realidad cuando aquel movimiento político que juraba ser más verde que las palmas resultó ser un quebradizo melón con mucho verdor por fuera, pero bien rojo por dentro.

Después se producirían nuevas deserciones, motivadas por nuevos desengaños, con lo cual las filas de los indiferentes se iban haciendo mayores, hasta llegar a nuestros días, en los cuales aquellos que cogen lucha van convirtiéndose en bichos raros.

Definitivamente la indiferencia, la indolencia y la dejadez se han puesto de moda.

Cuando en la interminable cola de la guagua alguien se irrita y desespera, siempre surge una voz de consuelo que llama a la quietud:

- No cojas lucha, chico. Ya vendrá.

Cuando el cliente verifica el peso del producto que ha comprado en la balanza de comprobación, y se percata de que le han robado en el pesaje, por cuya razón arma un berrinche, nunca faltará una voz entre la multitud que colma el agromercado:

- Señor, deje eso. Mire que los infartos están a tres por quilo. No coja lucha.

Cuando la jinetera Misleidys se deshacía en llanto por la infidelidad del turista italiano, que habiéndole prometido sacarla del país se fue sin decirle nada, su compañera de cabalgadura, la simpática Yoaneidy le susurraba al oído:

- No cojas lucha mi amiga. Sigue en tu cosa que eso no está pa´ti.

Como tal sentimiento de desgano, impotencia e indiferencia permea a la sociedad en su conjunto, la cuestión política no podía quedar exenta. Es así como el opositor pacífico suele escuchar de algún que otro familiar o amigo, frases con intenciones persuasivas:

- Oye, no te metas en esa candela. No cojas lucha que esto no lo cura ni el médico chino.

No en balde las autoridades se muestran tolerantes antes esta frase, a pesar de su pernicioso y dañino contenido. Eso explica el por qué no se han efectuado algunas mesas redondas para luchar contra ella. cnet/03


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