SOCIEDAD
No hay más ná
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org)
- Marcos, el albañil, es padre de una familia
compuesta por él, su esposa y dos hijos
pequeños. Aunque gana una miseria por su
esforzada labor, Marcos consigue a duras penas
sostener a los suyos. Esto lo hace con trabajos
por su cuenta y "desviando recursos",
o dicho de otra manera, sustrayendo materiales
en su centro de trabajo para luego usarlos en
trabajos particulares o revenderlos a precios
de mercado negro.
Marcos vive en una amargura corrosiva signada
por la frustración. Esta condición
ha provocado no pocos episodios de violencia en
el seno de su familia, e incluso en el universo
social en que se mueve. Marcos sabe que está
subalimentado y que el resto de su familia sufre
también esta condición. Pero no
puede hacer nada para remediarlo o no sabe qué
hacer.
Marcos bebe cada día media botella de
ron. Comienza desde que se inicia la jornada laboral
hasta que la concluye. Luego que vence diez horas
de duro trabajo de albañilería,
se ha hecho costumbre beber unas copas adicionales
con sus camaradas de labor para llegar al hogar
achispado, desconectado y "contento".
Pero no se trata de una situación privativa
de los peones y personas con un nivel educacional
más bien bajo. El alcoholismo se expande
con mayor fuerza aún entre los sectores
intelectuales, artísticos, empresariales
y hasta militares. Para tomar conciencia de esto,
basta echar una ojeada por las esquinas habaneras
y ver los grupos pequeños pero abundantes
de hombres bebiendo, o entrar a los bares establecidos
por organizaciones sindicales, sociales, políticas,
profesionales, militares.
A cualquier hora que presten servicio estos bares,
tendrán amplia clientela. Como también
es de todos conocidos que el destino final de
muchos ilustres guerreros en retiro o "dulces
guerreros", como alguien les llaman compasivamente,
está en el fondo de las botellas de ron
barato que produce, embotella, comercializa y
distribuye el estado.
Pero la situación de alto consumo alcohólico
no se limita a los casos que aquí se exponen.
Una cantidad alarmante de jóvenes y adolescentes
consumen alcohol con regularidad. Algunos comienzan
desde la infancia tardía y las mujeres
se cuentan en las filas de los bebedores fieles
y regulares.
Desde un andamio, dando tumbos y en precario
equilibrio, Marcos repella una pared. Sobre el
andamio, un vaso plástico azul manchado
por fuera de mezcla y con algo de ron en su interior.
Bajo el calcinante sol, tararea una tonada de
moda, se da unos "buches" y sonríe.
- No hay más ná -me dice cuando
me extiende el vaso.
Yo le respondo con otra frase clave y emblemática
en nuestra Habana:
- Lo que te den , cógelo. cnet/47
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