PRENSA INDEPENDIENTE
Octubre 2, 2003

SOCIEDAD
La era del hierro y el arte de vivir tras las rejas

LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - La herrería se desarrolló en Cuba paralelamente y muy vinculada a la arquitectura neoclásica del siglo XIX -en barandas de balcones y escaleras, guardavecinos, ventanas y rejas- en sustitución a la madera, entre finales del siglo XVIII y XIX.

Con un carácter funcional y decorativo, las rejas muestra un estilo romántico donde resaltan las liras y grecas.

De tal suerte, la república -antes del 59- heredó este arte que se empleó en viviendas, como barreras nada ofensivas ante el ojo humano.

Después de las primeras décadas revolucionarias decayó el uso la herrería en las viviendas. De hecho no hacía falta. Delitos como el robo eran tan ínfimos que apenas se tomaban en cuenta. En realidad se vivían tiempos tranquilos.

A raíz de los años 90, -el llamado Periodo Especial- cuando el país entra en una crisis económica, política y de valores, el desbarajuste y el desorden hacen su aparición. Familias enteras se las ven negra ante la inseguridad de sus hogares, propiedades e incluso en sus vidas.

La población se ve obligada a tomar por iniciativa propia medidas terminantes de seguridad. Los incumplimientos de las fuerzas de orden y la ley naufragan en el descontrol y falta de combatividad, mientras el delito comienza a operar a mayor escala.

Brota la delincuencia como un sarpullido hemorrágico: acechan viviendas, almacenes, áreas de acceso alimenticio y de valores. Parar protegerse de ello más de un millón de familias en el país enrejan ventanas y puertas. Mas no bastó. Fue necesario incluir al balón de gas y bombillos exteriores por su continuo saqueo. También se hizo con el motor del agua. Para más seguridad se incluyó la protección de garajes y autos y los alrededores de las viviendas.

Más allá de las zona urbana, en el campo, se encierran en jaulas hechas sin arte ni pulimento todo tipo de animal para evitar el hurto y sacrificio, vacas, puercos, caballos y aves de corral. Se vigilan día y noche porque lo más seguro puede ser lo menos seguro.

Municipios como San Miguel del Padrón, Cerro, Víbora y Mantilla cambiaron su fisonomía, semejando groseras fortalezas de hierro.

A esta década de los 90 pudiéramos identificarla como la era del hierro.

La improvisación pasó de los sublime a lo grotesco: verjas, jaulas, rejas… pasaron a formar parte de toscos monumentos fijados a la arquitectura doméstica.

La fuerte demanda del hierro se fue agotando y dio paso a la improvisación y a los ingeniosos inventos, quedando el tornillo de rosca como sustituto del candado y como un aporte a los tiempos de la nada.

Hierro en cabilla y esqueletos de viejos ómnibus desarticulados sustituyen al de barra. Puertas de autos Lada, barandas de camiones o raíles de línea sirven para tapar espacios peligrosos.

Así vivió, así vive el cubano de hoy. Atemorizado e inseguro por su vida. Enrejado para protegerse del vandalismo, huyéndole a esos males incurables que tienen mucha argucia para esconderse.

Esta es una faceta del delito en Cuba. Se sacude los pies en el dintel de las puertas y ventanas y entran a desvalijar la tranquilidad "como perros por su casa". cnet/20


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