SOCIEDAD
La cultura y la cazuela
LA HABANA, octubre (www.cubanet.org) - Tengo
el firme convencimiento de que la cultura y la
alimentación están muy relacionadas
entre sí.
No concibo a un cerebro enfrascado en el cálculo
matemático, resolviendo esas enrevesadas
ecuaciones que para quien no está familiarizado
parecen la expresión de un idioma extraterrestre,
amparado únicamente en desayunos de agua
con azúcar prieta y almuerzos de sopa de
espaguettis. Tampoco me imagino al estudioso de
la Historia del Arte desde la caverna hasta la
presente época computarizada, con un mendrugo
en el estómago en la jornada matutina,
y un caldo de habichuelas y quimbombó en
la tanda vespertina. Con todo el respeto que me
inspiran los vegetarianos, no creo que así
pueda llegar el estudiante ni a la época
faraónica.
Mi padre y los padres de mis amigos decían
que el estudio tiene que estar respaldado por
el huevo, la carne y el pescado. Que cuando así
no sucede la persona simplemente se funde. Explota
como un "siquitraque". Ellos, a su vez,
nuestros padres, habían escuchado esto
de sus ancestros.
Mi convicción, además, está
a tono con las enseñanzas del marxismo,
cuyos fundadores postularon que el hombre, antes
de pensar y filosofar, necesita tener resueltas
sus necesidades básicas de alimentación
y vestimenta.
Pero mucho antes de que lo dijeran los oráculos
del dogma comunista, ya lo habían dicho
otros. Las grandes verdades son evidentes al sentido
común y no necesitan de mayores subterfugios
mentales.
A pesar de ello, los gobernantes cubanos parecen
no aceptar estas verdades. Siendo de los pocos
que en el mundo actual proclaman fidelidad a la
ortodoxia marxista, actúan desconociendo
tales preceptos ideológicos, tenidos por
la ideología como verdades axiomáticas.
Así pues, los comunistas criollos no creen
necesario ablandar las entendederas con la olla
de presión ni refrescar la mollera con
el abanico de la libreta de racionamiento. Se
habla de la cultura a todas horas y en todos lo
espacios, mientras que ninguno de los mandamases
se acuerda del fogón y el reverbero.
Se dice y se repite hasta el cansancio que los
deseos y la voluntad del gobierno son convertir
al cubano en el hombre más culto del mundo,
pero al no habérsele consultado, es muy
probable que nuestros hombres y mujeres deseen
un poco menos de cultura y un poco más
de comida. Sobre todo las personas que viven de
un salario o los viejitos que viven del retiro,
con poco nivel de "invento", que son
la mayoría de la población. A ellos
no se les puede pedir apretar el cinturón
porque de tanto apretarlo agotaron los huecos.
Ahora andan en bermudas, con un elástico
o un imperdible por la cintura.
Pero mientras esto ocurre en el estómago,
el meollo se nutre cada vez más del bagaje
cultural castrista. En el país no se habla
de otra cosa que no sea de cultura.
El nuevo curso escolar se inauguró recientemente
con bombos y platillos bajo una aureola de triunfalismo
propia del ejército que ha vencido en la
más dura batalla. Se pretende que en el
presente curso las escuelas y universidades se
conviertan en polígonos para el ensayo
de nuevos armamentos revolucionarios de naturaleza
pedagógica y didáctica.
Habrá profesores emergentes, además
de los habituales, para suplir la merma de los
últimos años, cuando muchos de ellos
se fueron para el turismo y hacia otras ofertas
de trabajo mejor remuneradas.
La muchachada de la enseñanza secundaria
tendrá doble sesión para que no
ande desperdigada y "descontrolada".
Ya el Partido coordinó con el Poder Popular
para garantizarles un vaso de yogur de soya y
un pan con algo derivado de la soya y que usualmente
se conoce como "pan con ná".
Seremos cultos o no seremos, es la consigna. cnet/03
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