ECONOMIA
Athos, Porthos y Aramís
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- La Habana contaba con tres fábricas de
cerveza con una producción que cubría,
para deleite de la población, todo tipo
de fiestas familiares o comunitarias e incluso
para el consumo diario sin necesidad de que mediara
algún pretexto festivo. Pero eso es historia
de tiempos "mejores".
Las tres industrias cerveceras de la capital
eran conocidas no sólo por su producción.
"La Tropical" y "La Polar",
primeras fábricas en Cuba, contaban con
amplios y bellos jardines donde se realizaban
bailables populares amenizados con las mejores
orquestas de la época. Además eran
sitio de esparcimiento para una buena parte de
la población capitalina. Las dos primeras
y "La Hatuey" enclavada en el Cotorro,
elaboraban las respectivas marcas que identificaban
sus nombres y cubrían la demanda de la
parte occidental del país y además
se distribuían en el resto de la Isla,
a pesar de que fueron apareciendo otras industrias
dedicadas a esta producción en Santiago
de Cuba, Las Villas, Holguín y Camagüey.
Tomarse una cerveza en Cuba era algo tan normal
como tomarse un vaso de agua. Pero en esta vida
nada es eterno. Para confirmar este adagio vemos
que en el presente estas fábricas son un
monumento al abandono, quedando casi en el olvido
sus años de esplendor.
Tras cuarenta años de producción
desde que fueron nacionalizadas, pasando a formar
parte de la Industria de la Alimentación,
y ante una marcada falta de inversiones en sus
instalaciones, la producción de cerveza
fue mermando en calidad. Esta situación
se agudiza al terminar las relaciones económicas
en el marco socialista del CAME. Las consecuencias
no han podido ser peores. "La Polar"
ha quedado reducida a una fábrica de hielo;
"La Tropical" sólo produce una
pequeña cantidad de cerveza a granel de
mala calidad y "La Hatuey" intenta afanosamente
mantener un nivel de producción de producto
embotellado con serios problemas de producción.
También las cervezas producidas en otras
fábricas del país para venta en
dólares han confrontado problemas, como
ocurrió con la marca "Cristal".
Siempre que pienso en estas tres marcas recuerdo
a un viejo amigo, emigrante en Estados Unidos,
que había apodado a las tres fábricas
con el título de la universal obra literaria
de Dumas, dándole el nombre además
de cada personaje a su producto. Cuando pedía
una de las cervezas la llamaba con el nombre de
uno de los mosqueteros, según fuera la
marca. Si este ocurrente amigo estuviera hoy aquí,
quizás hubiera llamado a las tres industrias
"Waterloo" y solamente necesitaría
un nombre para pedir cualquiera de las marcas:
Napoleón, pues sólo queda el desastre
de lo que alguna vez fueron tres buenas fábricas
de cerveza. cnet/21
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