SOCIEDAD
Tapaditos y gusanos rojos (II)
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- El gusano rojo es un individuo bien contradictorio
porque se pasa la vida ayudando a construir lo
que, según dice, quisiera ver desaparecer.
A simple vista podría parecer que el gusano
rojo es uno más entre la abrumadora mayoría
de los cubanos que viven fingiendo y haciendo
lo que no desean. No es así realmente.
Nuestro personaje disfruta, se complace en lo
que hace y lo realiza muy a gusto.
En él no hay coherencia entre las palabras
y los hechos, entre lo que dice y lo que hace.
Su conducta lo ubica como un tipo con inclinaciones
masoquistas o propensas al masoquismo. Algo así
como un hijo del maltrato. Su incoherencia también
lo hace aparecer como la gatica de María
Ramos, que tira la piedra y esconde la mano.
El gusano rojo no soporta el anonimato. A él
le gusta aparecer en primera plana; ser importante,
codiciado, discutido; siempre pendiente de la
solicitud.
Por tal razón ama la sombra del poder.
Se complace en estar a su abrigo. Le complace
sobremanera que los jefes lo busquen para resolver
un problema. Siente un placer inefable cuando
el alto dirigente llega a él, desesperado,
con un problema difícil, solicitando su
experiencia y sabiduría.
Puede ser el diestro mecánico de una industria,
de cuya habilidad para reparar la caldera esperan
el administrador y el director de la empresa para
dar cumplimiento al plan de producción.
Él, con su ingenio y habilidad, permite
que el administrador y el director conserven sus
puestos. Después de esto, ambos tratarán
de que al mecánico no le falte nada de
lo que posea y produzca la fábrica.
Puede ser el talentoso y experimentado ingeniero
eléctrico capaz de poner en funcionamiento
la pizarra eléctrica, por cuya razón
una línea tecnológica entró
en funcionamiento, y en los próximos días
se reactivará la producción de libretas
para Venezuela.
Por tales razones el mecánico y el ingeniero
fueron condecorados con todos los diplomas y medallas
que otorgan el Partido y el sindicato. Fueron
estimulados con 15 días en la playa con
toda la familia, en las villas destinadas a los
vanguardias nacionales de los Comités de
Defensa de la Revolución, de los sindicatos
y del Partido.
Se les sacó una foto a toda plana en el
periódico "Trabajadores", órgano
oficial de la Central de Trabajadores de Cuba,
bajo un título a grandes letras que reza:
ESTOS SON LOS HÉROES QUE GARANTIZAN EL
SOCIALISMO.
Resultaron, además, felicitados por el
primer secretario del Partido Comunista en la
provincia, y por último tuvieron el supremo
honor de compartir la tribuna de la Plaza con
el Comandante en Jefe.
Pero aún y con todo, declaran casi públicamente
que no les gusta el comunismo y que el país
necesita de la libertad y la democracia como únicas
vías para llegar a progreso y la felicidad.
No hay mejor combinación que la obtenida
por la unión de un tapadito con un gusano
rojo. El sentido práctico que tiene de
la vida el tapadito sirve de complemento al gusano
rojo, mientras que éste, con su apego a
la demagogia y su incansable deseo de popularidad
sirve para atenuar la inevitable antipatía
que suscita el tapadito. Ambos se atraen porque
ambos se necesitan. Por ello es tan frecuente
ver al mecánico experimentado junto al
director cejijunto; al sesudo ingeniero-innovador
al lado del ministro en la reunión productiva.
Ambos se conocen como si hubieran salido juntos
del mismo vientre; cada uno sabe de la pata que
cojea el otro. No necesitan siquiera mirarse para
el uno saber lo que piensa el otro.
Son como matrimonios surgidos de un amor a primera
vista. Uno se codea solamente con la gente de
alcurnia; el otro sabe alternar con el desposeído.
El primero sólo come en los grandes banquetes;
el otro sabe, además, compartir el mendrugo.
Pero son personajes reales que nada tienen de
imaginarios ni ficticios. Existen a lo largo y
ancho de este archipiélago; achicharrados
bajo el mismo fuego de un mismo sol, con algo
en común: son productos de un mismo mal,
de idéntica causa. De eso que se llama
doble moral. cnet/03
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