SOCIEDAD
Tapaditos y gusanos rojos (I)
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- Entre tantas desgracias y sufrimientos infringidos
a los pueblos por el sistema totalitario de corte
stalinista, ninguno es superior a esa enfermedad
del espíritu, visible por el envilecimiento
ciudadano que denominamos "doble moral".
El término siempre me ha parecido no sólo
inadecuado sino contraproducente. La doble moral
sugeriría una multiplicación, a
un ensanchamiento del decoro, pero en realidad
se refiere a una actitud cuyo ejercicio y sostenimiento
implica ausencia de moral. Hecha esta salvedad
utilizaré el término por ser de
uso generalizado entre la población cubana.
Esta mal llamada doble moral da lugar a múltiples
aberraciones, cuya llaga más visible es
la desconfianza y el recelo entre los seres más
necesitados de identificación, como pueden
ser los vecinos y los familiares. La fe y seguridad
entre los familiares son indispensables para una
convivencia sana y armoniosa. La ausencia de tales
requisitos enferma a la familia, y por tanto a
la sociedad en su conjunto.
Yo quiero referirme a dos personajes, que son
resultados directos de esta doble moral: el tapadito
y el gusano rojo.
El tapadito es un consumado oportunista. Un tipo
hecho de goma que sabe estirarse y encogerse según
las circunstancias. Un verdadero maestro de la
simulación, que a semejanza del chipojo
cambia de color tantas veces como lo requiera
el medio. Siempre para su defensa personal.
Dotado de facultades histriónicas llora,
ríe o canta según lo aconseje el
momento. Por tanto, es muy difícil de conocer,
y mucho más de predecir. Por ser tan escurridizo
y variable es lo que simula ser en cada momento,
y por ser el tiempo y las circunstancias tan cambiantes,
el tapadito nunca es nada definitivo. No hay cómo
ubicarlo. No es posible definirlo o encasillarlo.
De él sólo se pueden dar algunos
rasgos.
Está seguro de haber nacido para ser jefe.
Por tal razón se le puede encontrar a todos
los niveles, pero siempre en una posición
directiva: jefe de brigada, administrador, director
o ministro; tratándose de un objetivo económico
o de interés social
En la comunidad puede estar representado por
el presidente del Comité de Defensa, delegado
de zona del Poder Popular y jefe del sector policial,
entre otros.
Se sienten necesitados de poder, porque tal posesión
les da acceso a la satisfacción de otras
necesidades de mayor prioridad, por lo que el
poder que ostentan es un medio y no un fin en
sí mismo.
En la práctica es el tipo que lo mismo
nos da una charla política que arremete
contra cualquier "debilidad ideológica"
que vea en nosotros y a su juicio atente contra
la pureza revolucionaria. Es el primero en dar
el paso al frente y el último en retirarse
(siempre que la candela no sea demasiado intensa).
Sabe que lo que dice es mentira pero lo repite,
tanto más fuerte como más convencido
pueda estar de la falsedad de lo que dice.
Suele ser un tipo impermeable; impenetrable hasta
para sus seres más queridos y allegados;
todo ello debido a una enorme desconfianza que
raya en la paranoia. No confían ni en su
sombra y no creen ni en la madre de los tomates.
Duermen con el revólver cargado y la cartuchera
debajo de la almohada.
El nombre de tapaditos se los dio el propio régimen
durante los sucesos de la embajada de Perú.
Durante aquella estampida, en la cual muchos de
ellos vieron la forma de escapar del infierno
que hasta el momento venían proclamando
y defendiendo como el paraíso proletario.
Entonces muchos cubanos se asombraban de presidentes
de Comités de Defensa, policías,
militares y dirigentes sindicales que invadían
la sede diplomática peruana junto a miles
de cubanos contagiados todos con el único
deseo de escapar del infierno marxista. cnet/03
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