PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 27, 2003

ECONOMIA
El dólar: ese enemigo (II)

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - En los años 90 el gobierno alentó a malnutridos y harapientos cortadores de caña prometiéndoles que cobrarían una parte de sus esmirriados sueldos en dólares, y con ese fin se abrieron en todos los bateyes de los centrales azucareros tiendas especiales. Sólo que en lugar de dólares se entregaban cupones que no tenían respaldo mercantil.

Mientras los obreros se esforzaban por cumplir las metas impuestas por los burócratas, las tiendas especiales estaban desabastecidas o no vendían suficientes productos de primera necesidad, acumulando bonos incambiables de una zafra a otra. En tanto, en La Habana funcionarios del Ministerio del Azúcar en la céntrica Rampa disponían de avanzadas tarjetas electrónicas y a ésas sí no les faltaban opciones de compra.

Ahora que la industria azucarera es un recuerdo amargo del pasado y se acabó el subsidio del gobierno, calculado en 400 millones de dólares, los 100 mil trabajadores del sector en paro deben retomar el azadón y aprender a manejar yuntas de bueyes para sembrar viandas y hortalizas; no importa que sean punteros, mecánicos, laboratoristas o ingenieros industriales.

La escasez de dólares en manos del gobierno afectó también al resto de los sectores que reciben pago en divisa. El régimen declaró obligatorio que las empresas hagan sus pagos en pesos convertibles, los escurridizos "chavitos" que en ocasiones son falsos.

El fetiche que el gobierno comunista de Cuba tiene con el dólar merecería un psicoanálisis, aunque quizás las tesis freudianas no alcancen a explicar tanta confusión.

La doble conversión del dólar viola las principales leyes internacionales que protegen a la clase trabajadora, lo cual es ignorado por las autoridades de la Isla y ocultado en la prensa oficial.

Por ley, las empresas en Cuba deben llevar doble contabilidad, en divisas y moneda nacional, un mecanismo que, además de esconder la corrupción de directivos y empleados, encubre además las falsas cifras estadísticas, y convierte en una falacia cualquier análisis serio de la economía nacional: las cuentas se revelan con retraso y la información sugiere que están amañadas, pues simplemente no coinciden entre sí.

Con la moneda fuerte, las empresas deben calcular sus pagos de insumos y servicios como la electricidad, el combustible para el transporte y las comunicaciones telefónicas, mientras el régimen sólo paga en moneda nacional los exiguos salarios, aunque se calculan con igual equivalencia con el dólar, embolsillándose el resultado del esfuerzo de los trabajadores, pues tanto las mercancías como los servicios entre empresas se pagan en divisas.

Esta medida abarca a los trabajadores del turismo, forzados hace más de una década a entregar parte de su propina al gobierno, con el pretexto de financiar la salud, y ahora están obligados a cambiar los pocos dólares que reciben por los espurios "chavitos", igual que sus colegas de la industria del níquel o los pocos marinos mercantes, a quienes el régimen les adeuda años de pago en divisas que ya ganaron en difíciles condiciones de trabajo. La lógica oficial es simple: con los "chativos" hay que chavarse. cnet/05



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