ECONOMIA
El dólar: ese enemigo (II)
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- En los años 90 el gobierno alentó
a malnutridos y harapientos cortadores de caña
prometiéndoles que cobrarían una
parte de sus esmirriados sueldos en dólares,
y con ese fin se abrieron en todos los bateyes
de los centrales azucareros tiendas especiales.
Sólo que en lugar de dólares se
entregaban cupones que no tenían respaldo
mercantil.
Mientras los obreros se esforzaban por cumplir
las metas impuestas por los burócratas,
las tiendas especiales estaban desabastecidas
o no vendían suficientes productos de primera
necesidad, acumulando bonos incambiables de una
zafra a otra. En tanto, en La Habana funcionarios
del Ministerio del Azúcar en la céntrica
Rampa disponían de avanzadas tarjetas electrónicas
y a ésas sí no les faltaban opciones
de compra.
Ahora que la industria azucarera es un recuerdo
amargo del pasado y se acabó el subsidio
del gobierno, calculado en 400 millones de dólares,
los 100 mil trabajadores del sector en paro deben
retomar el azadón y aprender a manejar
yuntas de bueyes para sembrar viandas y hortalizas;
no importa que sean punteros, mecánicos,
laboratoristas o ingenieros industriales.
La escasez de dólares en manos del gobierno
afectó también al resto de los sectores
que reciben pago en divisa. El régimen
declaró obligatorio que las empresas hagan
sus pagos en pesos convertibles, los escurridizos
"chavitos" que en ocasiones son falsos.
El fetiche que el gobierno comunista de Cuba
tiene con el dólar merecería un
psicoanálisis, aunque quizás las
tesis freudianas no alcancen a explicar tanta
confusión.
La doble conversión del dólar viola
las principales leyes internacionales que protegen
a la clase trabajadora, lo cual es ignorado por
las autoridades de la Isla y ocultado en la prensa
oficial.
Por ley, las empresas en Cuba deben llevar doble
contabilidad, en divisas y moneda nacional, un
mecanismo que, además de esconder la corrupción
de directivos y empleados, encubre además
las falsas cifras estadísticas, y convierte
en una falacia cualquier análisis serio
de la economía nacional: las cuentas se
revelan con retraso y la información sugiere
que están amañadas, pues simplemente
no coinciden entre sí.
Con la moneda fuerte, las empresas deben calcular
sus pagos de insumos y servicios como la electricidad,
el combustible para el transporte y las comunicaciones
telefónicas, mientras el régimen
sólo paga en moneda nacional los exiguos
salarios, aunque se calculan con igual equivalencia
con el dólar, embolsillándose el
resultado del esfuerzo de los trabajadores, pues
tanto las mercancías como los servicios
entre empresas se pagan en divisas.
Esta medida abarca a los trabajadores del turismo,
forzados hace más de una década
a entregar parte de su propina al gobierno, con
el pretexto de financiar la salud, y ahora están
obligados a cambiar los pocos dólares que
reciben por los espurios "chavitos",
igual que sus colegas de la industria del níquel
o los pocos marinos mercantes, a quienes el régimen
les adeuda años de pago en divisas que
ya ganaron en difíciles condiciones de
trabajo. La lógica oficial es simple: con
los "chativos" hay que chavarse. cnet/05
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