ECONOMIA
¿Huevos en mal estado? Americanos son
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- El hombre se dirige con un cartón de
huevos hacia el mostrador del establecimiento.
En un recipiente trae tres posturas acabadas de
abrir y que exhalan un olor desagradable. El dependiente
se disculpa y tranquilamente vuelve a colocar
el resto de los huevos en el mostrador mientras
devuelve el importe anteriormente pagado por el
consumidor.
El comentario no se hace esperar. No se explica
cómo el producto, aparentemente fresco
y acabado de llegar, presente este pésimo
estado de conservación y además
se aprecien manchas sobre la cáscara exterior,
lo cual siembra dudas sobre su calidad.
No me atrevo a hacer la compra que llevaba prevista
y busco otro establecimiento. Ahora que este alimento
se puede adquirir de manera liberada en varios
lugares de la ciudad, a dos pesos la unidad, es
válido hacer el intento.
En un mercado cercano se aprecia sobre el mostrador
la presencia de este alimento, vital para la dieta
alimenticia del cubano. Manifiesto mis temores
a la dependiente, por lo que acabo de presenciar
cerca del lugar, y ella muy segura me dice que
con éstos que ella vende no va a ocurrir
lo mismo. Aquéllos, los malos, son norteamericanos
y éstos son de producción nacional.
No puedo evitar la sonrisa. ¿Como explicar
que la supuesta calidad de la producción
venida del norte quede tan mal parada? El dependiente
del otro establecimiento había dado la
excusa del largo viaje que tiene que hacerse a
través del mar para traer los huevos provenientes
del Norte. ¿Largo viaje? En barcos adecuados
para estos cargamentos con apenas 24 horas de
navegación no puede afectarse de esa manera
la calidad de este producto.
La razón más plausible puede estar
en la manipulación de los cargamentos cuando
arriban a nuestros puertos. Cuando el mecanismo
burocrático hace presa de los huevos norteamericanos,
no hay calidad que aguante. Traslados, almacenamientos,
decisiones de mantener un determinado lote para
la reserva en caso de una hipotética guerra,
y todas las eventualidades propias del terruño.
Al final, al comprender que se corre el riesgo
de perder el cargamento atesorado, entonces viene
la decisión de llevarlo a los establecimientos
públicos para su venta a la población.
Algunos tienen suerte y adquieren huevos que
pueden consumir. Otros pierden su dinero y lo
que es peor, ese día tiene que resolver
con otra cosa de rápida improvisación.
Por lo general no hay reclamos. Lo presenciado
hoy por mí es un raro caso de comprensión
y buen talante por parte del vendedor. Pierde
la economía del país, pero mucho
más pierde la depauperada economía
de los ciudadanos. Menos mal que aún tenemos
huevos que compiten con los de allá. cnet/43
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