POLITICA
Yalién
SANTA CLARA, noviembre (www.cubanet.org)
- Yailén no es una joven como otras que
pueden disfrutar de los paseos por el campo o
por la ciudad. Su niñez ha sido restringida
a las cuatro paredes de un cuarto, donde vive
encerrada entre barrotes de hierro. Su estigma:
retraso mental severo.
Nacida en Santa Clara un día del mes de
marzo, ahora tiene 16 años. Su padre, Enrique
Hernández Martínez, de 41 años,
desde principios de la década del 90 es
opositor al régimen y ahora es el delegado
en Villa Clara del Movimiento Maceístas
por la Dignidad. Su madre, Mireisis Cáseres
Alemán, acumula 34 años en el calendario,
es ama de casa y la máxima responsable
del cuidado de "su niña".
Yailén comenzó a tener alteraciones
psíquicas con ataques de llanto a los cuatro
años. A esa edad estuvo ingresada por primera
vez. En l996 fue ingresada en el hogar de impedidos
físicos y mentales de Santa Clara, pero
a principios del 2003 una comisión de peritaje
médico, dictaminó que debido a sus
cambios de conducta, debía sufrir baja
de ese tipo de hospital, para pasar a "la
custodia familiar".
El documento que resume la historia clínica
322 de la paciente Yailén Hernández
Cáseres dice textualmente:
"Santa Clara 3 de octubre del 2003
"Año de los gloriosos aniversarios
de Martí y del Moncada
"Paciente femenina de l6 años de
edad, con antecedentes pre-peri y postnatales
negativos, tiene diagnóstico de retraso
mental severo con psicosis desintegrativa. Ingresó
en la institución en régimen seminterno
en septiembre de 1996. Comenzó con graves
trastornos de conducta años posteriores
al ingreso, se portó muy agresiva con otros
pacientes, por lo que se hacía cada vez
más difícil el control del paciente
en el centro, fue valorada por psiquiatría
infantojuvenil y se revaluó en comisión
por el equipo multidisciplinario, decidiéndose
que no era tributaria del hogar de impedidos físicos
y mentales por sus cambios de conducta y por la
evolución de sus trastornos psiquiátricos,
por lo que hace aproximadamente 1 año y
medio, está en su casa bajo custodia familiar".
El documento, firmado por la doctora Magalys
Rovina González (número 60117 en
su cuño personal) y la vicedirectora técnica
María Casanova Suárez, indica además
el tratamiento médico permanente de la
paciente: Lenomepromacina, 25mg; Halopenizol,
1.5mg; Benadrilina 25 mg, así como las
dosis que debe llevar diariamente.
La joven fue operada de triclosoma en el estómago
en junio de este año, en el hospital infantil
José Luis Miranda, debido a que almacenaba
alimentos no digeribles en su estómago:
pelos, guatas, maderas, guantes de goma, etc,
la mayoría, ingeridos en el hogar donde
se encontraba, en evidente negligencia del personal
médico y paramédico de la institución.
A los cinco días hubo que reabrir la herida,
producto de una infección adquirida en
la sala de cirugía del mencionado hospital,
Su egreso se produjo después de un mes
de la primera operación.
En su casa del reparto Nuevo Condado de Santa
Clara comenzó a comerse la madera de las
persianas de su cuarto, motivo por lo que el padre
tuvo que cubrirlas con planchas de aluminio. Al
no tener fondos para compararlas en el mercado
particular, recurrió entonces al delegado
del Poder Popular, para resolver una persiana
por la vía estatal. Con un papel firmado
por el funcionario se presentó en la oficinas
de la microbrigada de la subplanta, pero allí
fue informado que las que ellos tenían
eran sólo para casos de viviendas priorizadas.
La comisión de Bienestar Social visitó
la casa de Enrique y de Mireisis en julio para
tomar los datos, observando "in situ"
las necesidades, para afirmar que éste
era uno de los casos más graves que ellos
habían visitado. "Todo quedó
en promesas", dijo el padre de Yailén.
"Ya la niña tiene 16 años y
desde que nació no le han dado ni un par
de medias de ayuda".
Los medicamentos los compran a través
de un tarjetón racionadamente, pero algunos
son caros y a veces no tienen fondos para adquirirlos.
Ambos padres, aunque quisieran, no pueden trabajar
porque tienen que dedicarse por entero a la indicación
del galeno en la custodia permanente de la menor,
más la agravante de tener en la casa a
una anciana ciega con varios padecimientos, a
la que también tienen que cuidar y mantener.
Bienestar Social no les retribuye ni un céntimo,
motivo por lo que Enrique, entre la asfixia y
la desesperación, buscando espacios en
el reloj, se dedica a practicar la cultura de
la subsistencia vendiendo por las calles cuanto
aparezca, a pesar de las 12 multas que le han
impuesto los inspectores populares y la policía
en lo que va de año. cnet/46
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