CULTURA
La cultura enrejada
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- La ciudad, como hecho cultural dentro de las
diversas corrientes arquitectónicas que
la delinean, definen y espiritualizan en un concierto
de columnas, arcos, capiteles y puntales, debe
ser la primera razón de la obra constructiva
que se realiza en el casco histórico de
la Habana Vieja, sin priorizar edificaciones alejadas
del disfrute social para todos.
A 484 años de su fundación, el
16 de noviembre de 1519, La Habana restaurada
se levanta como una realidad virtual por lo inaccesible
que se hace para la mayoría de los cubanos
que la viven o la visitan.
El marcado propósito de encauzar su recuperación
constructiva en el contexto de lo nacional, de
reordenar las modas impuestas por inversionistas
foráneos con una imagen corporativa que
derrumba lo autóctono, y de acabar con
la cacharrería espantosa, agresiva, de
la cultura de la barbacoa con acceso al dólar,
constituye la única fórmula para
cubanizar las influencias de una rara facilidad
para copiar lo malo.
De la misma manera, se precisa romper el enjaulamiento
y las barreras físicas que ocultan y uniforman
las construcciones, como presencia socializadora
embargada entre la prohibición y el miedo.
De príncipes y mendigos califica la población
capitalina las múltiples edificaciones
que se alzan en la Habana Vieja en señal
de triunfo o como un dedo acusador contra la marginación
y el olvido.
Esta realidad, aplastada en la imagen trazada
por la propaganda oficial, las promociones corporativas,
las postales, los spots publicitarios televisivos
y radiales, en un fallido intento por crear las
apariencias de un desarrollo parejo entre las
construcciones para el turismo extranjero y las
reparaciones para la población, es fácil
de descubrir si se camina por las ruinas del cinturón
de pobreza que circunda el casco histórico
de la ciudad.
La Habana Vieja, aquejada de un pragmatismo constructivo
que se aleja del diseño ambiental, es un
llamado de alerta para que en nuestro entorno,
ennegrecido y semiarruinado por la labor depredadora
del hombre y la indiferencia del gobierno, teja
entre cornisas, caidizos y soportales, una historia
de amor y respetabilidad, donde la cultura no
se encuentre enrejada. cnet/09
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