SOCIEDAD
La cola de la guagua
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- A la cola de la guagua hay que llegar calmado
y abundante de tiempo, pues nunca se sabe cuánto
estaremos esperando.
Con la guagua no se puede coger lucha. Hay que
dejar que venga cuando le dé la gana, y
mientras tanto "entretenerse" en algo.
Como cualquier otra cola, lo primero que se hace
al llegar a ella es preguntar por el último.
En nuestro caso, el cubano pregunta además
por el penúltimo, antepenúltimo
y aún más allá. Se trata
de asegurarse bien. A veces el que va delante
de uno se marcha sin decir nada y lo deja a un
"botado".
En esto de las colas no hay quien le ponga un
pie delante al cubano. Téngase en cuenta
que somos el único pueblo en toda la historia
de la humanidad con una experiencia de medio siglo
en el asunto.
Aunque no los únicos, hay dos personajes
que nunca faltan en una cola: el acomplejado y
el entretenido o soñoliento.
La presencia del acomplejado se hace sentir cuando,
siendo el último, llega uno nuevo y le
pregunta a quién tiene delante. Entonces
señala con el índice para un grupo
de personas o nos dice que detrás del de
la camisa, al tiempo que indica para un grupo
donde hay cinco personas con camisas. Si inquirimos
o recabamos mayor información suele disgustarse
y contestar de muy mala gana.
La actitud huraña, evasiva y falta de
cortesía de este sujeto se debe a un complejo
que le hace ver en las preguntas una intención
de burla; algo así como querer "cogerlo
p'al trajín", o "querer ponerle
el pie".
El soñoliento o entretenido casi siempre
es lo segundo. Se refiere al que, inmerso en su
mundo de preocupaciones o navegando por los mares
de las cavilaciones, del invento por la subsistencia,
no responde porque está sordo al recién
llegado que pregunta por el último.
Este fenómeno es frecuente en la cola
de la guagua y ha dado lugar a discusiones a veces
fuertes y bien pasadas de tono.
Pero ya, cuando después de preguntar y
conocer al último nos insertamos en la
cola de la guagua, se oculta nuestra individualidad
y pasamos a formar parte de esa multitud, de esa
típica sociedad, de ese grupo de composición
mixta que es la cola de la guagua. En ella hay
de todo y para todos los gustos: gente seria y
gente menos seria, jamoneros, religiosos, carteristas
y masones.
En la cola de la guagua se suelen formar discusiones,
ofuscamientos y hasta reyertas. Muchas veces no
pasa de la agresión verbal. Eso sí,
se escuchan tales palabras que más que
de labios humanos parecen haber salido de una
cloaca pestilente. Lo más doloroso es que
son las mujeres las que llevan la delantera en
esto de la agresión verbal, a pesar de
que, tradicionalmente eran muy superiores al hombre
en cuanto a pudor y delicadeza se refiere. Claro,
no son todas las mujeres; pero sí una parte
considerable de ellas.
En la cola de la guagua se habla de muchas cosas
porque, después de una hora bajo un sol
que quema la coronilla, hay que entretenerse en
algo, y nada mejor para el cubano que el ejercicio
de la sin hueso.
Es frecuente el intercambio de recetas culinarias
entre los que hacen la cola, así como la
formación de un coro en torno a la avispada
mujer que enseña cómo sacar aceite
de la berenjena, o cómo preparar el picadillo
de soya sin que le quede ese olor característico
a difunto pasado de tiempo.
Otras comadres de la tercera edad murmuran de
la pareja recién llegada. Medio en cueros
los dos y en un desenfrenado coqueteo y besuqueo,
como si aquello fuera el patio de una posada y
no la cola de la guagua.
Algunas arremeten contra la pepilla que acaba
de pasar con su pantalón a la altura de
la vejiga mostrando algunos vellos en el nacimiento
del pubis.
En fin, que después de una hora de espera
no "hay más na" que conversar
un poco y olvidar las penas.
Por eso en la cola de la guagua se murmura, se
discute y se critica. Sobre todo lo último:
se critica mucho. Sólo que la crítica
no sube apenas. Suele quedarse en el director
de la empresa. Ya en el ministro significa subir
mucho y la caída podría ser terrible.
Más allá ni pensarlo. Llegar a la
cima ni soñarlo. Todos conocen la regla
del juego. Saben que se puede jugar con la cadena
pero no con el mono. cnet/03
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