PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 20, 2003

SOCIEDAD
La cola de la guagua

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - A la cola de la guagua hay que llegar calmado y abundante de tiempo, pues nunca se sabe cuánto estaremos esperando.

Con la guagua no se puede coger lucha. Hay que dejar que venga cuando le dé la gana, y mientras tanto "entretenerse" en algo.

Como cualquier otra cola, lo primero que se hace al llegar a ella es preguntar por el último. En nuestro caso, el cubano pregunta además por el penúltimo, antepenúltimo y aún más allá. Se trata de asegurarse bien. A veces el que va delante de uno se marcha sin decir nada y lo deja a un "botado".

En esto de las colas no hay quien le ponga un pie delante al cubano. Téngase en cuenta que somos el único pueblo en toda la historia de la humanidad con una experiencia de medio siglo en el asunto.

Aunque no los únicos, hay dos personajes que nunca faltan en una cola: el acomplejado y el entretenido o soñoliento.

La presencia del acomplejado se hace sentir cuando, siendo el último, llega uno nuevo y le pregunta a quién tiene delante. Entonces señala con el índice para un grupo de personas o nos dice que detrás del de la camisa, al tiempo que indica para un grupo donde hay cinco personas con camisas. Si inquirimos o recabamos mayor información suele disgustarse y contestar de muy mala gana.

La actitud huraña, evasiva y falta de cortesía de este sujeto se debe a un complejo que le hace ver en las preguntas una intención de burla; algo así como querer "cogerlo p'al trajín", o "querer ponerle el pie".

El soñoliento o entretenido casi siempre es lo segundo. Se refiere al que, inmerso en su mundo de preocupaciones o navegando por los mares de las cavilaciones, del invento por la subsistencia, no responde porque está sordo al recién llegado que pregunta por el último.

Este fenómeno es frecuente en la cola de la guagua y ha dado lugar a discusiones a veces fuertes y bien pasadas de tono.

Pero ya, cuando después de preguntar y conocer al último nos insertamos en la cola de la guagua, se oculta nuestra individualidad y pasamos a formar parte de esa multitud, de esa típica sociedad, de ese grupo de composición mixta que es la cola de la guagua. En ella hay de todo y para todos los gustos: gente seria y gente menos seria, jamoneros, religiosos, carteristas y masones.

En la cola de la guagua se suelen formar discusiones, ofuscamientos y hasta reyertas. Muchas veces no pasa de la agresión verbal. Eso sí, se escuchan tales palabras que más que de labios humanos parecen haber salido de una cloaca pestilente. Lo más doloroso es que son las mujeres las que llevan la delantera en esto de la agresión verbal, a pesar de que, tradicionalmente eran muy superiores al hombre en cuanto a pudor y delicadeza se refiere. Claro, no son todas las mujeres; pero sí una parte considerable de ellas.

En la cola de la guagua se habla de muchas cosas porque, después de una hora bajo un sol que quema la coronilla, hay que entretenerse en algo, y nada mejor para el cubano que el ejercicio de la sin hueso.

Es frecuente el intercambio de recetas culinarias entre los que hacen la cola, así como la formación de un coro en torno a la avispada mujer que enseña cómo sacar aceite de la berenjena, o cómo preparar el picadillo de soya sin que le quede ese olor característico a difunto pasado de tiempo.

Otras comadres de la tercera edad murmuran de la pareja recién llegada. Medio en cueros los dos y en un desenfrenado coqueteo y besuqueo, como si aquello fuera el patio de una posada y no la cola de la guagua.

Algunas arremeten contra la pepilla que acaba de pasar con su pantalón a la altura de la vejiga mostrando algunos vellos en el nacimiento del pubis.

En fin, que después de una hora de espera no "hay más na" que conversar un poco y olvidar las penas.

Por eso en la cola de la guagua se murmura, se discute y se critica. Sobre todo lo último: se critica mucho. Sólo que la crítica no sube apenas. Suele quedarse en el director de la empresa. Ya en el ministro significa subir mucho y la caída podría ser terrible. Más allá ni pensarlo. Llegar a la cima ni soñarlo. Todos conocen la regla del juego. Saben que se puede jugar con la cadena pero no con el mono. cnet/03



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