PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 20, 2003

POLITICA
Los disidentes en la cumbre

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org).- El máximo líder no estuvo en la XIII Cumbre Ibero Americana, pero los disidentes a su gobierno sí, aunque con una imagen vilmente distorsionada por los argumentos de un grupo de confidentes.

La delegación cubana viajó a Santa Cruz de la Sierra, en el oriente boliviano sin Fidel Castro, pero llevando varias decenas de ejemplares del libro "Los disidentes", que pretende ser un antídoto ante las críticas y preguntas embarazosas en torno a la falta de libertades y la situación de los derechos humanos en el país caribeño.

El libro, apresuradamente encargado a dos destacados periodistas oficialistas, trata de demostrar, a través de las declaraciones de algunos agentes del Departamento de Seguridad del Estado "infiltrados" en la oposición, que los disidentes cubanos no son más que "mercenarios del gobierno norteamericano", con lo que quieren justificar que fueran condenados en juicios sumarios, sin las mínimas garantías, a largas penas de cárcel en condiciones infrahumanas.

Difícil es que logren convencer a muchos los argumentos esgrimidos por los agentes destapados que, por lo demás, no revelaron crípticos secretos ni penetraron en ninguna célula terrorista, sino entre poetas, periodistas, economistas, activistas de derechos humanos, bibliotecarios independientes y otros miembros de una incipiente sociedad civil que no ocultaban su labor, sino que se esforzaban por darlas a conocer a su país y al mundo.

Más difícil aún que acallar las protestas del mundo democrático es lograr que se cumplan las predicciones autoejecutorias del gobierno cubano de que la disidencia ha sido liquidada.

Tras la ola represiva de marzo que encarceló a 75 disidentes, el destape de 12 agentes infiltrados entre los opositores, la campaña contra Elizardo Sánchez Santa Cruz y el enigmático regreso del inefable Eloy Gutiérrez Menoyo, la policía política intentó paralizar a la oposición interna sembrando el miedo, la paranoía y el desconcierto en sus filas.

Los jerarcas de la represión parecen haber decidido que las campañas de difamación contra los líderes opositores son menos costosas que encarcelarlos y buscarse un nuevo escándalo internacional. Oswaldo Payá y Vladimiro Roca podrían ser las próximas víctimas de la ponzoña gubernamental.

Graham Greene se lo perdió. Con las tenebrosas tramas que urde el Ministerio del Miedo verde-olivo, locaciones habaneras y hasta tal vez la ayuda de su amigo Fidel Castro, el escritor británico hubiera logrado un best-seller superior a "Nuestro hombre en La Habana".

Los métodos policiales de penetrar y desacreditar a los grupos opositores no son nada nuevos. En el siglo XIX, en Rusia, la policía zarista, antecesora de la KGB (mentora de la Seguridad criolla) se destacó en su labor de zapa contre el movimiento revolucionario, y hasta llegó a crear un clásico de la provocación antisemita, los Protocolos de los Sabios de Sión. Tan intricados y tortuosos resultaron estos manejos que un zar fue asesinado por un desquiciado doble agente.

Sin embargo, el mejor mentís a los augurios hojalateros de la propaganda oficial de que los disidentes se verán como peces en una piscina sin agua, es la presencia de las calumnias contra ellos por parte del régimen cubano en la más importante reunión de Iberoamérica. Aunque el vicepresidente Lage no refiere que ya con 25 mil firmas, o sea, 15 mil más de las 10 mil requeridas por la propia Constitución Socialista para validar una petición ciudadana, el Proyecto Varela sigue en espera de una respuesta del parlamento cubano.

Probablemente la mayoría de los ejemplares del libro de los dos periodistas oficialistas vayan a parar a manos de los simpatizantes incondicionales del régimen cubano que aún pululan en la izquierda del continente. Ellos no necesitan razones, sino consignas para repetir.

En estas cumbres, los mandatarios suelen tener las agendas cargadas de temas acuciantes para la región y están muy ocupados en redactar comunicados conjuntos (que el gobierno cubano incumple con entusiasmo) y en tomarse fotos con sus colegas y sus elegantes esposas. No obstante, sería saludable que los reunidos en Santa Cruz tuvieran una información amplia, objetiva y multilateral sobre la disidencia cubana.

Para ellos, el gobierno cubano, que tanto dice valorar la importancia de los libros en su rara batalla de ideas, pudiera haber distribuido entre los participantes del magno evento, además de su panfleto, ejemplares del Proyecto Varela, del diario de prisión de Manuel Vázquez Portal o de cualquier poemario de Raúl Rivero. Pero sería mucho pedir que el gobierno cubano respete la inteligencia y el raciocinio de las personas. cnet/50



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