PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 17, 2003

SOCIEDAD
Quioscos y bodegas (II)

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Al lado o al frente de un quiosco abarrotado de productos, en el que apenas puede dar un paso el dependiente, suele estar el local de la bodega de siempre.

Con su mostrador de caoba sexagenario, ileso y vencedor en la contienda con el comején, sigue ahí, de pie, la bodega de siempre. Con sus estantes ociosos, algunos sacos a medio llenar en el piso, la trastienda totalmente vacía y el bodeguero sentado entre bostezos y pestañazos, se yergue la bodega; sobreviviendo al tiempo "revolucionario" con todos sus errores y horrores. Las paredes desconchadas, el piso ahuecado y con grietas en el techo. Ahí está ella o lo que queda de ella, que a su vez es una de las que ha quedado entre ellas.

Por lo general, los productos que se venden racionados una vez al mes son recogidos por la población en los primeros cinco días. No es mucho lo que "dan" por la libreta de "abastecimiento" (según el Gobierno); de "racionamiento" (según la realidad). Por lo general se reducen a tres renglones alimenticios: arroz, frijoles y azúcar. Los cigarrillos y el café van apareciendo a lo largo del mes. Quizás con algunas onzas de sal y algún artículo de impredecible arribo: jabón o pasta dentífrica.

En esos primeros cinco días del mes, justo es decirlo, el bodeguero trabaja arduamente. Los restantes 26 días bodega se convierte en un desierto, adonde sólo acuden los clientes de confianza, para ver si por la "trastienda" pueden "resolver" con el bodeguero un poco de leche en polvo de la "amarillita" (entera), que se disuelve mejor y es más sabrosa que la blanca (descremada), aunque la primera vale cinco pesos más, o sea, 25 la libra.

Por lo demás, todo pasa a ser paz y armonía en medio de una tranquilidad de estómagos estragados por el poco ejercicio, y a veces quebrados por algún poquito de spaguettis o de galleticas de sal que son más conocidas por "rompe dientes".

Todo lo demás, que es casi la totalidad, hay que guapearlo, inventarlo, lucharlo, resolverlo. Lo otro es ir al quiosco en fulas y pedírselo al dependiente que, como dice el viejo cha cha cha, complaciente te servirá. Claro, con la consiguiente acreditación en dólares.

El quiosco, como lo más parecido a la habitual bodega, no sólo ha ganado documento acreditativo en nuestra sociedad, sino que ha introducido al dependiente del quiosco como nuevo personaje de influencia en el vecindario. Su importancia en el barrio parece haber sobrepasado a la del bodeguero, quien ha pasado a un segundo plano. Porque el dólar o fula es como uno de esos perfumes chillones y penetrantes que impregnan al que lo trasiega, confiriéndole cierto aire de distinción.

El bodeguero mira al dependiente del quiosco con cierto desdén por haberle quitado éste la supremacía del barrio. Pero se acerca a sus ramas para que lo cobije la buena sombra. Al fin y al cabo, y por razones de similitud de funciones, se siente hermanado con el dependiente. Este, sin embargo, lo mira como a un pariente cercano pero ilegítimo, como a un hermano bastardo. cnet/03

 



Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba controla el acceso a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente
.

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:

Palabras claves:

CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster